En días recientes circuló una fotografía del cielo de Poza Rica, Veracruz, donde se observó una numerosa parvada de zopilotes. De manera natural, esto forma parte de su ciclo como aves carroñeras ante la posible muerte de una gran cantidad de animales tras las inundaciones provocadas por las lluvias. Sin embargo, no faltó quien, desde la oposición y los agoreros de las desgracias, asegurara que se trataba de “la evidencia” de las muertes y desapariciones de personas que, según ellos, “el gobierno oculta”.
Desde que inicié este espacio hace ya un poco más de dos años, esta sería posiblemente la tercera ocasión en que abordamos este lamentable y penoso tema. No el de la desgracia ni las pérdidas humanas —que siempre serán motivo de respeto y duelo—, sino el de la vileza y mala entraña de una oposición moral y electoralmente derrotada, que ante su incapacidad y falta de voluntad para proponer un proyecto, una idea o algo que la haga ver como una opción viable, sólo tiene la mala leche surgida de su frustración y odio hacia la Cuarta Transformación. Ese odio los ha cegado, y cada vez que ocurre una desgracia o accidente, culpan a Morena y a la 4T.
Es ridículo y una falta de respeto al pueblo mexicano —y más aún a las víctimas de estas tragedias— que se viralizara en pocas horas la fotografía de la presidenta Claudia Sheinbaum con el dedo en los labios, pidiendo silencio. Una imagen congelada en el tiempo que, según ellos, representaba el “autoritarismo” de Morena y la 4T. Posiblemente haya personas que creyeron que esa fotografía reflejaba una “imposición” de la presidenta.
Es vergonzoso tener que explicar el contexto, pero necesario. En ese momento, un grupo de personas se acercó a la mandataria para gritarle y exigirle atención por las afectaciones que sufrieron durante los tres días de lluvias intensas. La presidenta intentaba dialogar con ellas, pero no había conversación posible: era una cargada de gritos y reclamos que no le permitían explicar cómo se estaba actuando y brindando apoyo. Por ello, pidió que dejaran de gritar para poder escucharse mutuamente. Sin embargo, parecía que quienes gritaban no querían escuchar nada; sólo reclamar y crear la apariencia de que la situación había rebasado a la presidenta, quien se encontraba, precisamente, en el lugar del desastre.
No es la primera vez, ni será la última, que la oposición actúe de forma tan degradante ante las desgracias del pueblo mexicano, situaciones que están más allá de las posibilidades de cualquier gobierno o autoridad. Lo que sí es necesario destacar y difundir son los apoyos y la manera en que el Gobierno de México responde en estos casos. El tan mencionado “fondo de desastres”, que en los gobiernos del PRIAN funcionaba como una “caja chica” para los gobiernos estatales y municipales, ahora se convierte en un apoyo que llega directamente a los afectados, sin intermediarios.
A través de la Secretaría de Bienestar, al 16 de octubre más de 3 mil 500 servidores de la nación han censado 38 mil 872 viviendas afectadas en 72 municipios por las lluvias intensas registradas del 6 al 9 de octubre: 24 mil 525 en Veracruz; 6 mil 335 en Puebla; 4 mil 956 en San Luis Potosí; 2 mil 64 en Hidalgo y 992 en Querétaro.
Se espera que este fin de semana se cuente con 5 mil servidoras y servidores de la nación para reforzar el Censo de Bienestar en las comunidades aisladas y garantizar que toda la población reciba el apoyo del Gobierno de México. Ya ha sucedido en otros momentos lamentables —inundaciones y afectaciones por huracanes—: se realiza el censo de las familias afectadas y, poco después, el gobierno de la 4T les entrega enseres, muebles de línea blanca como lavadoras, refrigeradores, estufas, camas y bases, además de artículos esenciales para su recuperación. Todo esto, junto con alimentos y agua en los primeros días, contrasta con las cobijas y despensas que antes se entregaban sólo “para la fotografía” con el PRI y el PAN.