Michael Boulos era un aspirante a empresario con pocos años de haberse graduado de la universidad cuando en enero de 2021 se arrodilló en el Jardín de Rosas de la Casa Blanca y le pidió matrimonio a Tiffany Trump, la hija del presidente Donald Trump.
Ella dijo “sí” y, casi inmediatamente, Boulos, su familia y sus asociados ya estaban cosechando los beneficios económicos de su proximidad a su futura familia política.
El primer negocio fue un asunto familiar. Boulos, que trabajaba para la empresa internacional de corretaje de yates de su primo, vendió a su futuro cuñado Jared Kushner una inversión en un superyate de alrededor de 50 metros. Sin que Kushner lo supiera, la empresa le cobró de más e intentó ocultarle el precio real, según muestran mensajes de texto de aquellos días. La cantidad exacta no está clara, pero los mensajes y la descripción del acuerdo escrita por un abogado indican que se cobraron 2,5 millones de dólares de más.
El segundo acuerdo tenía que ver con algo menos tangible: el acceso a la familia Trump. El primo de Boulos prometió invitar a un empresario saudita a la boda Boulos-Trump para que pudiera posar en fotografías con los Trump y proyectar cercanía con la familia. “Te queremos hasta arriba de la lista de invitados”, escribió el primo, Jimmy Frangi.

Todos los implicados niegan haber actuado mal, y ambos tratos salieron mal. El yate de Kushner se encuentra en Grecia, incompleto. Y el empresario saudita nunca obtuvo el acceso (ni la invitación a la boda) que le habían ofrecido. Sin embargo, Boulos recibió alrededor de 300.000 dólares por la venta del yate, según su primo, y 100.000 dólares del empresario saudita.
Un portavoz de Michael Boulos y Tiffany Trump dijo que este solo había recibido una comisión de intermediario acordada de antemano en la venta del yate y que, desde entonces, había puesto fin a su relación comercial con Frangi, el responsable de la venta del yate. “Boulos se siente orgulloso y honrado de su estrecha relación familiar con Kushner”, dijo el portavoz en un correo electrónico.
En cuanto al dinero del empresario, el portavoz dijo que no tenía nada que ver con el acceso a la familia Trump, sino que era para saldar una deuda que no estaba relacionada con eso. Dijo que Boulos no estaba implicado en el plan que su primo había descrito en mensajes de texto.
El gobierno de Donald Trump ha difuminado los límites entre familia, negocios y gobierno, y el presidente lleva a cabo actividades diplomáticas con los mismos gobiernos extranjeros que negocian acuerdos inmobiliarios y de criptomonedas con su familia.
Los Boulos son una variación de ese mismo tema. Los acuerdos, hasta ahora no revelados —que The New York Times reconstruyó a partir de contratos, registros judiciales, mensajes de texto de la época y entrevistas— muestran que Boulos, su familia y sus asociados estuvieron en posición de beneficiarse económicamente en cuanto este se comprometió con Tiffany, la única hija de Trump y su exesposa Marla Maples.
La boda, celebrada en el club de golf Mar-a-Lago del presidente, en Florida, elevó el perfil de la familia y convirtió al patriarca, Massad Boulos, en un importante representante de la campaña de Trump. La cobertura mediática lo retrató como un magnate empresarial multimillonario, aunque no hay pruebas de que posea una riqueza significativa derivada de sus propias actividades comerciales. La participación de Massad Boulos en la empresa de camiones nigeriana de su familia política valía menos de 2 dólares, según descubrió el Times el año pasado.
La elección de Trump en 2024 impulsó a Massad Boulos al gobierno. Se convirtió en asesor presidencial para Medio Oriente y, posteriormente, en asesor principal del Departamento de Estado para África.
Y, según el ex primer ministro de Guinea, Michael Boulos está en busca de negocios ahí.
“Está buscando trabajo”, dijo el ex primer ministro Lansana Kouyaté en una entrevista. No quiso dar detalles, pero comentó que Michael Boulos le dijo hace unos meses que estaba trabajando para “reunir a algunos inversionistas de Estados Unidos y algunos gobiernos de África”.
Kouyaté dijo que, desde su perspectiva, los negocios de Michael Boulos y el rol político de su padre eran inseparables.
El ex primer ministro relató su conversación con Michael Boulos en dos entrevistas distintas. Sin embargo, después de que se le pidió a Boulos que hiciera comentarios, Kouyaté envió un correo electrónico no solicitado en el que repentinamente negaba conocerlo o haber hablado con él. Cuando se le pidió que explicara la discrepancia, culpó a un servicio de telefonía celular defectuoso y dijo confiar en el relato de los hechos de Michael Boulos. Dijo que alguien, a quien no quiso identificar, le había dicho que enviara un correo electrónico al Times.
Un portavoz de Boulos dijo que no conocía a Kouyaté y que nunca había hablado con él.
En la actualidad, Michael Boulos y Tiffany Trump están formando una familia. Su primer hijo, Alexander, nació en mayo. Ella ha mantenido un perfil bajo, pero esta semana compartió compartió en Instagram fotos de la familia paseando en barco y de escenas de la Costa Azul francesa.
Con la familia Boulos cerca del poder, sus asociados también buscan sus propias oportunidades. En la época de la toma de posesión, Habib Saidi, empresario y amigo íntimo de los Boulos, estaba sentado con Michael Boulos en Mar-a-Lago cuando vio a Kacy Grine, financiero con vínculos profundos en Arabia Saudita, cenando en la terraza.
Saidi se apartó de Boulos y, delante de otras personas, se presentó a Grine. Saidi dijo que él y sus amigos querían aprovechar la oportunidad, mientras estaban cerca del centro del poder estadounidense, para hacer negocios en Medio Oriente, según una persona que presenció la conversación. Saidi mencionó proyectos de construcción en Arabia Saudita.
Saidi dijo que no recordaba la conversación. Grine dijo que no hablaría de sus intereses comerciales.
El superyate Solstice
Como joven comerciante de yates, Michael Boulos tenía un don para el desarrollo empresarial, recordó su primo Jimmy Frangi.
Boulos identificó a su futuro cuñado, Jared Kushner, como cliente potencial, y llevó a Frangi a que lo conociera. Los primos hicieron una propuesta de inversión: conseguir un buen precio por un yate, renovarlo y venderlo o alquilarlo para convertirlo en una fuente de ingresos.
En junio de 2021, según muestran los documentos, Michael Boulos le envió a Kushner presentaciones de venta sobre un yate que aún no estaba listo, que más tarde fue bautizado como Solstice.
La empresa le dijo a Kushner que el precio para adquirir el yate era de 12,5 millones de euros, o aproximadamente 15 millones de dólares en ese momento. Eso incluía los costos y una comisión fija de corretaje de 1 millón de euros para Boulos, Frangi y sus colegas.
“Para que quede claro el negocio”, dijo Kushner en una llamada, según muestran fragmentos de una transcripción, “vas a ganar 1 millón en el cierre”.
Sin embargo, según mensajes de texto enviados por Frangi en ese momento, su empresa estaba ganando mucho más que eso. De acuerdo con los mensajes de Frangi, adquirir el yate les costó millones menos a los agentes de lo que le dijeron a Kushner. “ESTO NOS DEJA 3,5”, dijo Frangi a un asociado.
Los mensajes de texto muestran que su correduría trabajó para ocultar los detalles a Kushner. “Va a ser difícil de esconder”, escribió un ejecutivo de la empresa. Dijo que era importante que Kushner no contratara a un tasador independiente.
Boulos no fue incluido en esos mensajes, y no está claro si estaba al tanto de este aspecto del plan. Sin embargo, los mensajes de texto dejan claro que participó personalmente en el proceso. Por ejemplo, cuando el abogado de Kushner parecía estar retrasando el acuerdo, Boulos manifestó su descontento dentro de la firma. “Tiffany y yo”, escribió a sus socios, estamos “furiosos”.
El portavoz de la familia dijo que ella no tenía “conocimiento ni interés en ninguna parte de estas transacciones”.
La venta se cerró a principios de 2022. Frangi dijo que había ganado alrededor de 400.000 dólares con la comisión, y que Boulos había ganado 300.000 dólares.
Frangi también reconoció haberse quedado con dinero adicional que se destinó a comisiones por la transacción, pero dijo que se trataba de unos cientos de miles de dólares, no millones. Dijo que pensar que el precio estaba inflado era un error. Señaló que el acuerdo estipulaba que el grupo de inversión de Kushner debía pagar una suma única para comprar, transportar y asegurar el yate; si él podía hacerlo todo por menos, dijo, por supuesto que obtendría más ganancias.
Si ese era el trato, eso no es lo que dicen los contratos.
En cuanto a sus mensajes de texto, Frangi dijo que no eran confiables. “Suelo escribir de forma muy errática y no hago más que lanzar cosas y siempre vivo en el futuro y todo el mundo sabe eso de mí”, escribió al Times en un mensaje de texto.
Con el tiempo, Kushner se dio cuenta de que le habían cobrado de más, según un abogado que habló del trato durante una disputa financiera de un cliente con Frangi. El abogado, Taylor Howard, escribió que le habían cobrado 2,5 millones de dólares de más a Kushner y confrontó a Frangi, quien ocultó el motivo del precio más alto. “En realidad, Frangi usó eso para aumentar sus beneficios en la transacción”, escribió Howard.
Un portavoz de Kushner se negó a comentar los detalles de la operación. Dijo que Boulos recientemente había estado haciendo un “gran trabajo” para encontrar un nuevo comprador para el yate, y que había un acuerdo pendiente.
El acuerdo saudita
El 22 de junio de 2022, unos meses después de que se cerrara el trato del yate, Michael Boulos y Frangi se reunieron en la casa de Virginia de un acaudalado empresario saudita. Frangi conocía al empresario, Abdulelah Allam, por el negocio de los yates, y tenía una deuda millonaria con él.
Allam estaba en Virginia en un exilio autoimpuesto. Tenía potencialmente miles de millones de dólares en bienes raíces incautados por el gobierno saudita durante una campaña de represión de la corrupción llevada a cabo en 2017 por el príncipe heredero Mohammed bin Salman, y estaba desesperado por recuperar sus propiedades.
Los mensajes de texto muestran que Frangi ideó un plan: podría utilizar su relación con Boulos y la familia Trump para ayudar a Allam a convencer al príncipe heredero de que le devolviera sus propiedades. A cambio, dijo Frangi, quería que Allam le perdonara su deuda y lo incluyera en un negocio futuro.
Boulos tenía sus propias necesidades, dijo Frangi. “Necesita 25.000 dólares”, dijo a Allam en un mensaje de texto antes de la reunión. “Es préstamo. Le dije”. Incluyó el nombre de Boulos y los datos de su cuenta bancaria.
El día de la reunión de Virginia, Allam envió un mensaje de texto diciendo que había depositado 100.000 dólares en la cuenta de Boulos.
Todos los implicados dijeron que el dinero no era para comprar acceso, pero ofrecieron explicaciones contradictorias.
Según el portavoz de Michael Boulos, la “empresa en apuros económicos” de Frangi le debía dinero a Boulos. Entonces, a petición de Frangi, el empresario saudita saldó la deuda pagándole él mismo a Boulos.
Sin embargo, un ayudante de Allam dijo que el dinero era un préstamo a Boulos, y este aún tenía la intención de devolverlo.
Frangi ha dado diferentes explicaciones para el dinero, unas veces diciendo que era un préstamo para Boulos y otras que era la liquidación de una deuda.
Independientemente del propósito, en las semanas y meses que siguieron al depósito de 100.000 dólares Frangi detalló planes para “ablandar” a los funcionarios sauditas. Parte de eso consistía en presentar a Allam como alguien cercano a los Trump. “Tenemos un mes y medio para poner todo en marcha, antes de la boda”, escribió Frangi en mensajes de texto.
Trazaron estrategias sobre las fotografías y el acceso. “Sería bueno que volaras con Michael y Tiffany, por favor”, le escribió a Allam. Después, en árabe, añadió: “Por favor borra todos los mensajes”.
Boulos no fue incluido en esos mensajes de texto. Rashad el Hassanieh, colaborador de Allam, dijo: “Mikey nunca prometió nada. Él dijo, ‘Te escucharé, pero no puedo prometer nada’”.
El portavoz de Boulos dijo que él no estaba involucrado. “Boulos nunca ha tratado, participado ni discutido los asuntos de Arabia Saudita de Allam con nadie, incluido el propio Allam”, afirmó.
Con el paso de los meses, las personas del entorno de Allam le advirtieron de que el plan tenía pocas posibilidades de funcionar, según muestran los mensajes.
Tenían razón. Allam nunca recibió su invitación a la boda, ni consiguió acceso, ni recuperó sus propiedades.