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La noticia fue noticia alarmante esta semana: una investigación mostró que los químicos comunes en los plásticos estuvieron asociados con 350.000 muertes por enfermedades cardíacas en todo el mundo en 2018.
La estadística proviene de un estudio publicado el lunes en la revista eBioMedicine . Los autores, un grupo de investigadores de la Facultad de Medicina Grossman de la Universidad de Nueva York, estimaron que aproximadamente el 13 % de las muertes por enfermedades cardiovasculares entre personas de 55 a 64 años en todo el mundo ese año podrían atribuirse a los ftalatos, que se utilizan en envases de alimentos, champú, juguetes y otros productos.
La investigación sobre el efecto de los ftalatos en las enfermedades cardiovasculares aún está en sus inicios, pero su vínculo con factores de riesgo metabólico como la obesidad sugiere que podrían desempeñar un papel en las enfermedades cardíacas.
Aunque los expertos coinciden en que los ftalatos son dañinos, advirtieron que el estudio se basó en modelos estadísticos complejos y en una serie de suposiciones y estimaciones que dificultan determinar cuántas muertes podrían estar relacionadas con las sustancias químicas.
“Este es un primer paso para intentar comprender la magnitud del problema”, afirmó el Dr. Mark Huffman, cardiólogo y codirector del centro de salud global de WashU Medicine en St. Louis. Sin embargo, añadió que se necesitan muchos más estudios para comprender la relación entre los ftalatos y la salud cardíaca, y qué otros factores podrían influir.
El contexto
Los ftalatos se encuentran en productos de cuidado personal como champús y lociones, así como en envases y embalajes de alimentos. Es posible ingerirlos a través de los alimentos, absorberlos a través de la piel a través de productos que los contienen o inhalarlos en forma de polvo.
Estudios han demostrado que los ftalatos son disruptores endocrinos, lo que significa que pueden interferir con nuestras hormonas. Se han asociado con efectos negativos en la salud reproductiva, el embarazo y el parto.
Algunos estudios han demostrado una asociación entre los ftalatos y las enfermedades cardiovasculares, pero no hay evidencia sólida que demuestre que los químicos causen directamente problemas cardíacos, dijo Sung Kyun Park, profesor de epidemiología y ciencias ambientales en la Escuela de Salud Pública de la Universidad de Michigan.
Existe evidencia de que los ftalatos aumentan el riesgo de trastornos metabólicos como la obesidad y la diabetes tipo 2, que pueden causar enfermedades cardiovasculares.
Una forma en que los ftalatos pueden lograr esto es aumentando el estrés oxidativo (daño celular y tisular que ocurre cuando hay demasiadas moléculas inestables en el cuerpo) y promoviendo la inflamación, dijo el Dr. Leonardo Trasande, autor principal del nuevo artículo y profesor de pediatría y salud poblacional en la Universidad de Nueva York.
La investigación
En el último estudio, los investigadores intentaron cuantificar las muertes cardiovasculares a nivel mundial atribuibles específicamente a un tipo de ftalato, conocido como DEHP. El DEHP, uno de los ftalatos más utilizados y estudiados, se encuentra en productos de vinilo, como manteles, cortinas de ducha y suelos.
Los investigadores se basaron en estimaciones de investigaciones previas para varias medidas: la exposición a ftalatos, el riesgo de dichas exposiciones en cuanto a muertes por causas cardiovasculares y la carga mundial de enfermedades cardiovasculares. Posteriormente, calcularon la proporción de muertes atribuibles a la exposición a ftalatos en diferentes países, explicó el Dr. Trasande. Oriente Medio, Asia Meridional, Asia Oriental y el Pacífico representaron casi tres cuartas partes de estas muertes.
Las limitaciones
Este estudio observacional mostró una correlación entre la exposición estimada a la sustancia química y la enfermedad a nivel poblacional. Los expertos indicaron que los métodos empleados no eran inusuales en estudios que modelan enfermedades globales, pero que estos estudios conllevan ciertas salvedades.
Por ejemplo, dijo el Dr. Huffman, las estimaciones de la literatura en las que se basaron los autores en sus cálculos pueden haber incorporado algún sesgo o variables de confusión, como el estatus socioeconómico o los comportamientos alimentarios, que podrían estar relacionados tanto con la exposición al plástico como con las tasas de enfermedades cardiovasculares.
“Una parte muy importante del resultado del modelo es lo que se introduce en él”, dijo el Dr. Huffman.
El estudio también se basó en un análisis previo del Dr. Trasande para estimar el riesgo de muerte cardiovascular por exposición a ftalatos, tras controlar otros factores de riesgo conocidos. Sin embargo, dicho estudio solo examinó a pacientes estadounidenses, lo que significa que podría no ser posible generalizar los resultados a la población mundial, donde los hábitos alimentarios, la exposición al humo del cigarrillo, la actividad física y otros factores de riesgo cardiovascular pueden variar.
¿Qué sigue?
Lo que el estudio deja claro, según los expertos, es que necesitamos más investigación sobre la exposición a los ftalatos y los riesgos para la salud asociados. Si bien sería éticamente imposible y poco práctico realizar un ensayo aleatorizado clásico, en el que un grupo de personas estuviera expuesto a ftalatos y otras no, y se les diera seguimiento durante muchos años, otros tipos de estudios podrían ayudar a establecer un vínculo más claro.
Una opción, según el Dr. Park, sería que los investigadores reclutaran una muestra amplia y representativa de pacientes, midieran sus niveles de exposición y les hicieran seguimiento durante años, quizás hasta su fallecimiento. El Dr. Huffman sugirió que también valdría la pena probar estrategias que pudieran reducir los niveles de exposición y luego medir cualquier cambio en los resultados de salud.
Tracey Woodruff, directora del programa de salud reproductiva y medio ambiente de la Universidad de California en San Francisco, afirmó que, a pesar de las incertidumbres en las estimaciones del presente estudio, es evidente que los ftalatos pueden aumentar el riesgo de parto prematuro, problemas reproductivos y trastornos metabólicos. Para ella, estos hallazgos solo amplían la lista de razones para reducir la cantidad de ftalatos en la cadena de suministro.