En un estudio sobre comportamiento sexual compulsivo publicado en mayo del presente año, en el que participaron 296 personas, en la muestra de adultos de 18 a 75 años se observó que prácticamente el 11% de quienes concluyeron la prueba padecen este problema, y que son los jóvenes en quienes más se presenta; además de mostrar entre otros síntomas problemas con el uso de redes sociales, consumo de drogas, y niveles más altos de obsesividad y compulsividad [1].
La adicción al sexo compulsivo, desordenado o desenfrenado, propiamente lujuria, se caracteriza porque el objeto de la preocupación del adicto es primaria y formalmente el placer o la gratificación sexual.[2] Este tipo de sexo es una enfermedad progresiva y fatal, que va de menos a más, caracterizada por distorsiones del pensamiento y negación ante la enfermedad, se subvierte la razón, se justifica la acción, es decir, la búsqueda compulsiva del placer por el placer, a pesar de sus consecuencias nocivas.
Este tipo de adicción aparentemente inofensiva puede interferir gravemente en la vida cotidiana, en lo laboral, en la familia, en el matrimonio, en lo social. Las personas con una adicción así se vuelven poco a poco más preocupados con la ‘fijación’ sexual hasta que ésta pasa a ser central en sus vidas, les es imperiosamente necesario para sentirse bien, se vuelven inestables, impacientes e irritables si no satisfacen de algún modo esta adicción, nada es más importante para ellos que satisfacerlo.
En situaciones así, la vida psíquica de la persona está controlada por una obsesión sexual, sobre la cual nos dice Miguel Fuentes [3]: “toma más control de la vida de la persona y ésta necesita gastar cada vez más tiempo y energía en la actividad sexual para mantener su nivel de excitación”, de ahí que pasen las horas frente a televisores, en internet a través de dispositivos electrónicos, llámese computadora o teléfono inteligente, sin considerar que es un laberinto de placer que arrastra a una espiral interminable.
Algunos efectos de tipo psicológico que presentan quienes tienen una adicción así, consisten en que, “las personas con hipersexualidad reportan niveles elevados de ansiedad y depresión debido al conflicto interno generado por el comportamiento sexual compulsivo y las emociones de culpa y vergüenza posteriores”. [3], esto siempre y cuando no hayan subvertido la razón, porque entonces estaríamos frente a personas indolentes, es decir, que ya no les preocupa, incomoda, ni conmueve la adicción, ya la vive como algo “normal”.
Algunos estudios [4] sugieren factores sociales de este tipo de comportamiento que derivan del uso frecuente de actividad sexual en línea, consumo de pornografía explícita en internet, incluye las plataformas streaming que facilitan la exposición a estímulos sexuales o excitaciones constantes.
Como ves, no es fácil salir del placer desordenado donde cada intento de satisfacción deja más desesperación que alivio. La aparente libertad con que se realiza se convierte en esclavitud espiritual y material, de donde solo el fortalecimiento del carácter con disciplina diaria, tal vez terapia psicológica, y siempre el auxilio espiritual, pueden proporcionar la escapatoria de este laberinto aparentemente sin salida.
[1] Grant JE, Boutouis S, Collins M, Chamberlain SR. Compulsive sexual behavior disorder: rates and clinical correlates in a community sample. Front Psychiatry. 2025 May 22;16:1561885. doi: 10.3389/fpsyt.2025.1561885.
[2] Fuentes, M. LA TRAMPA ROTA. EL PROBLEMA DE LA ADICCIÓN SEXUAL. (2008). Argentina.
[3] Grubbs, J. B., & Perry, S. L. (2019). Hypersexuality and its impact on psychological and physical well-being. Journal of Clinical Psychology. Pág. 285. https://doi.org/10.1002/jclp.22768.
[4] Castro-Calvo J, Gil-Llario MD, et al. Occurrence and clinical characteristics of Compulsive Sexual Behavior Disorder (CSBD): A cluster analysis in two independent community samples. J Behav Addict. 2020 Jun 16;9(2):446-468. doi: 10.1556/2006.2020.00025.