Ciudad de México.- Don Cucurulo era un caballero superferolítico. Ninguna de esas dos palabras se usa ya: "caballero" y "superferolítico". Sé el significado del primer vocablo, pero a fin de conocer el del segundo hube de pedir ayuda al diccionario: "Superferolítico. Excesivamente delicado o fino". Así era don Cucurulo. Vestía chaqué y bombín; cuello de pajarita y polainas; llevaba reloj de bolsillo con leontina. A las señoras les decía: "Beso a usted los pies" -¡qué mala puntería!-, y a los señores los saludaba tocándose el ala del sombrero. Para jurar profería exclamaciones como "¡Recórcholis!" o "¡Carambolas!"; empleaba frases del tipo "Ahora caigo", y sus lecturas más modernas eran las novelas de Fernán Caballero y el Padre Coloma. Sucedió que la señorita Himenia, célibe de 39 años cumplidos varias veces, invitó a don Cucurulo a merendar en su casa, y le ofreció un piscolabis de rompope con galletas de animalitos. Acabada la colación sucedió algo que hizo decir a Himenia: "No sabía, querido amigo, que fuese usted tan atrevido. ¡Mire que ponerme ahí la mano!". Respondió el visitante: "Yo tampoco lo sabía, hasta que se sentó usted arriba de ella". El cliente le dijo al camarero: "En mi sopa hay una mosca. Llame al dueño". "Perdonará el señor -se disculpó el mesero-. Ignoro quién sea el dueño de la mosca"... Don Inepcio le reclamó a su esposa: "Eres muy inexpresiva. Jamás me has dicho que quedaste satisfecha después de hacer el sexo". La señora se justificó: "Es que cuando quedo satisfecha después de hacer el sexo tú no estás ahí". ¡Ah Chihuahua, qué gente tan gente es la gente de Juárez! Llevé a la Feria del Libro de Ciudad Juárez mi más reciente obra, "México en mí", y fui recibido por el público presente -el ausente andaba en otros lados- con un aplauso de esos que joden, según dijo alguna vez Jaime Sabines, porque no hay modo de corresponder a ellos, así son de prolongados y afectuosos. Mi editorial, Planeta, hace que yo solo presente mis libros, lo cual me recuerda a aquel elotero que vendía sus elotes a 20 pesos, cuando todos los demás los daban a un peso. Explicaba: "Es que yo con un pendejo que me caiga tengo". El caso es que terminada la presentación se formó una fila kilométrica para la firma de libros, y los generosísimos lectores me llenaron de obsequios de todas clases, como se hacía en tiempos del ayer con los viejos actores en su función de beneficio o despedida. Fui a mi casa de trabajo, el Diario de Juárez, y me edifiqué -así se decía en tiempos del ayer- con el ejemplo de reciedumbre y fortaleza de don Osvaldo Rodríguez Borunda, quien junto con su familia ha hecho de ese prestigiado periódico un espacio de libertad y de verdad. A él y a sus hijos doy las gracias por sus amabilidades, y extiendo ese agradecimiento a la gentil Marilú Ortega, del Grupo Planeta, y a don Rolando Talavera, a cuyo cargo está la Plaza las Américas, donde se llevó a cabo la presentación del libro. Espero que la vida, generosa dama que siempre me ha dispensado sus favores, me lleve otra vez a Ciudad Juárez. Le quedaré eternamente agradecido. El señor Cornígero, viajante de comercio al servicio de la Compañía Jabonera "La Espumosa", S.A. de C.V., regresó a su casa antes de lo acostumbrado y encontró a su mujer en el lecho conyugal nuda, corita, o sea sin ropa, y presa de singular agitación. Recelando algo indebido fue al closet de la recámara y lo abrió. Adentro estaba un tipo igualmente en pelotier, vale decir desnudo. Antes de que el marido pudiera articular palabra le dijo el individuo: "Soy del SAT, señor mío, y estoy aquí encuerado para que vea cómo lo vamos a dejar si no paga lo que debe del 2028". FIN.


MIRADOR
Por Armando FUENTES AGUIRRE.
Me apena decirlo, pero desde hace varios años la fiesta de toros está prohibida en mi ciudad Saltillo, y en Coahuila.
No se vetó la tauromaquia por cuestión de animalismo, sino de pura política. El gobernador en turno se enemistó con un ganadero de la localidad, criador de reses bravas, y se vengó de él prohibiendo el toreo en la tierra donde nació don Fermín Espinosa, Armillita, uno de los mejores diestros que en el mundo han sido.
Ahora está siendo derruida la plaza de toros que llevó el nombre del Maestro de Saltillo. En ella fue colocado en otro tiempo un busto en bronce del inmortal torero. La efigie es obra de Humberto Peraza, gran escultor taurino.
Espero que no se pierda esa escultura, lo cual sería grave atentado contra la memoria de don Fermín, y una total falta de respeto para los aficionados que pese a todo han conservado la tradición de la fiesta brava en mi ciudad y mi natal estado. Museo Taurino de mucha calidad hay en Saltillo, donde bien podría estar la magnífica obra de Peraza. Ya que se nos quitó la fiesta no se nos quite también ese recuerdo.
¡Hasta mañana!...


MANGANITAS
Por AFA.
". Protestas contra el gobernador de Michoacán, por inepto.".
Dice un asiduo lector
que el sujeto mencionado
es allá considerado
más bien desgobernador.