William Kamkwamba, joven de Malawi, enfrentó la frustración causada por las consecuencias que trajo la sequía, destruyó las cosechas de su familia y la comunidad, esto provocó hambre, pobreza y desesperanza, su expulsión de la escuela por falta de pago. Ante esto tuvo la idea de construir un molino de viento que le permitiera extraer agua para poder sembrar y combatir la hambruna.
Su padre fue incrédulo sobre construir un molino de viento, William, pese a estar fuera de la escuela, siguió investigando y aprendiendo cómo construir el molino, empleó materiales reciclados para generar electricidad, extraer agua de un pozo y lograr el riego de cultivos, esto permitió aliviar la hambruna y devolver la esperanza a la comunidad.
La frustración es un sentimiento de insatisfacción o desilusión, resulta de no conseguir lo que se esperaba o deseaba, implicando una sensación de decepción o fracaso. También es un estado emocional doloroso que surge cuando hay impedimentos para alcanzar un fin o deseo, lo cual podría relacionarse con emociones (pasiones), como la ira o la tristeza causadas por obstáculos o injusticias a los que se enfrenta una persona.
Muestras de frustración abundan, por ejemplo: en ocasiones los estudiantes pierden el interés en clase porque no logran entender un tema complicado, esto los hace sentirse frustrados; en este caso, tienen las opciones de darse por vencidos o por medio de la paciencia y la perseverancia seguir estudiando y buscar ayuda con la persona que imparte clase o con sus compañeros, es de vital importancia tener una actitud abierta que le permita buscar soluciones para entender el tema y vencer la frustración.
En lo laboral, es frustrante para algunas personas recibir críticas negativas en el trabajo, esto en ocasiones genera conflicto con los compañeros; este tipo de situaciones que producen frustración se superan con actitud paciente para no engancharse con los comentarios ácidos, prudencia para reconocer, mejorar y seguir si la crítica es verdadera, esto tiene como desenlace construir relaciones saludables.
En lo familiar, es común, que no necesariamente normal, la frustración por desacuerdos o conflictos entre hermanos, entre hijos y padres, y sobre todo entre esposa y esposo; esto solo se combate con paciencia y una verdadera comunicación prudente para buscar soluciones, sobre esta última dejo apuntado, ¡es la gran ausente en buen número de familias!, ya sea porque definitivamente no se quieren comunicar o bien porque aún no aprenden a comunicarnos.
En el matrimonio igual, la frustración está presente, solo por mencionar un ejemplo: Las principales causas de frustración en un matrimonio son: Sí, sí, sí la influencia de la familia, esto es, que después de diez, quince, veinte o más años de casados uno de los dos no termina por despegarse emocionalmente, ni de las indicaciones de los hermanos o padres del hogar de origen.
Otro ejemplo en el matrimonio es la tibieza de uno de los dos, esposa o esposo, es frustrante, no decide, no soluciona, eso sí ¡le llaman de su hogar de origen y como candil de la calle, puesto para lo que le ordenen! ¡ahí te encargo!, estas situaciones vulneran la estabilidad emocional, la confianza, la seguridad y el equilibrio en la comunicación, lo que puede llevar a sentimientos de frustración, desencuentros, y a la larga si no es debidamente atendido, lamentablemente la separación del matrimonio.
La sugerencia para superar la frustración es cultivar virtudes como la paciencia, la templanza, la fortaleza, éstas permiten afrontemos las dificultades con tranquilidad, perseverando en el bien y evitando el mal, para no caer en la desesperanza o ruptura emocional.
Dejemos la frustración para no seguir estancados y no olvidemos, en cualquier caso, para mejorar la comunicación, lo que Aristóteles decía: La virtud de la prudencia ayuda a elegir el momento y modo adecuados para dialogar[1], si aún puedes ¡Hazlo!

[1]Aristóteles, Ética a Nicómaco.