"Morir es nada cuando por la patria se muere"
— José María Morelos y Pavón
La teoría de la ventana rota, o más precisamente, la teoría de las ventanas rotas, propone que los signos visibles de desorden y deterioro —como una ventana rota— generan un mensaje de descuido y desinterés que incita a la comisión de actos antisociales y delitos mayores. Formulada por los criminólogos James Q. Wilson y George Kelling, esta teoría sugiere que la negligencia en pequeños problemas de orden fomenta un ambiente propicio para la escalada de la criminalidad. Su solución radica en reparar rápidamente esos pequeños desórdenes para evitar su proliferación.
Esta teoría parece estar siendo aplicada por el gobierno de Morena en los tres poderes de la Unión, al mantener polarizado al país, incluso dentro de su partido. Durante siete años de gobierno han dividido a los mexicanos con sus desplantes en el ejercicio del poder, los cuales se despliegan en todo el ámbito de las instituciones, generando efectos graves en la sociedad. Un claro ejemplo es el desparpajo de la “Liga de la Justicia”, Juzgados Federales y Locales, donde los jueces electos, en su mayoría, afectan gravemente a la ciudadanía con su actuar. Tanto se cantó que estas reformas traerían a los mejores, pero no: llegaron los peores, personajes que demuestran ignorancia, la cual también es corrupción.
La base es la metáfora de un edificio con una ventana rota que, si no se repara, pronto serán rotas las demás, llevando a la ocupación o destrucción del edificio; en este caso, al Ejecutivo, Legislativo y Judicial. No les importan sus desplantes que vulneran a los ciudadanos, ni a la Presidenta, ni a quienes deberían tomar en cuenta sus mandatos para enfrentar la corrupción de los simpatizantes de lo que llaman la 4T.
Un gobierno con ventanas rotas, grafitis, basura acumulada o desorden transmite un mensaje de falta de control de las instituciones. La teoría plantea que el desorden puede atraer más desorden, desinterés y, finalmente, delincuencia más grave, ya que las personas perciben el entorno como inseguro y sin consecuencias. Lo vemos todos los días en la mañanera del “pueblo bueno”. También se extiende a la vida de la sociedad visiblemente polarizada, indicando que descuidar pequeños problemas (ventanas emocionales, hábitos) permite que crezcan y se intensifiquen, afectando negativamente el bienestar.
Hoy en día, la teoría de las ventanas rotas está siendo criticada en múltiples niveles. Por ejemplo, Kamalu y Onyeozili argumentan que la vigilancia de ventanas rotas tiene implicaciones negativas significativas a nivel social. En primer lugar, desvía recursos significativos de programas sociales, como el tratamiento de drogas y la educación, hacia los encarcelamientos y el mantenimiento de las cárceles. En otras palabras, la aplicación estricta de la ley trata agresivamente los síntomas en lugar del problema en sí. En segundo lugar, su enfoque intransigente hacia los delitos menores conduce a una hostilidad general hacia la policía y socava su legitimidad. Como resultado, los residentes de la comunidad comienzan a ver a los agentes como enemigos, en lugar de protectores contra el crimen (Kamalu & Onyeozili, 2018). En algunos casos, los miembros de comunidades minoritarias incluso pueden caracterizar este enfoque como “grosería racializada, trato áspero y abuso” (Fisher, citado en Jefferson, 2016). Por lo tanto, el propósito de este ensayo radica en evaluar la efectividad de la teoría de las ventanas rotas y sus implicaciones en el sistema de justicia a nivel comunitario.
Un ejemplo de esto en México es el experimento de Zimbardo: abandonar un coche en un barrio con “mala fama” (el Bronx), una zona pobre, peligrosa y con alta delincuencia en aquella época. El vehículo, dejado con las placas arrancadas y las puertas abiertas, comenzó a ser desvalijado en tan solo diez minutos. Tras tres días, ya no quedaba nada de valor: estaba deshecho. Es claro que sociedad y gobierno, en su conjunto, están permitiendo la desaparición de instituciones creadas desde la independencia de México.
La teoría de las ventanas rotas es sencilla: si en un edificio aparece una ventana rota y no se arregla pronto, el resto de las ventanas corre el riesgo de ser destrozado. ¿Por qué sucede esto? Porque esa ventana rota transmite un mensaje: “aquí nadie cuida de esto, esto está abandonado”. La norma social implícita autoriza a dañar y maltratar ese inmueble. Cuando se percibe que conductas como robar, estropear el mobiliario o pintar paredes están permitidas, aumentan los actos vandálicos en la comunidad. Así, el partido oficial participa en la destrucción del país dividiendo a los ciudadanos.
Esta lectura puede extrapolarse a múltiples ámbitos de nuestra vida cotidiana. Si alguien pintara un grafiti en la fachada de tu casa y no lo limpias pronto, probablemente en unas semanas tu casa parecería un museo de arte urbano. Basta observar el inicio de la nueva era del Poder Judicial: un despliegue total de falta de conocimientos básicos. Decía Reyes Heroles: “La forma es fondo”.
Si se descuida alguna faceta de la vida personal —hábitos alimenticios, actividades placenteras, reuniones con amistades, descanso nocturno, etc.— estás transmitiendo la norma de que en tu vida se permiten esas faltas y, según Zimbardo, probablemente vayan en aumento.
En resumen: la bola de nieve del abandono, el maltrato y la pereza tiende a crecer rápidamente si hay signos externos que lo muestran y no son reparados con celeridad. Si queremos evitarlo, deberíamos plantearnos arreglar esa ventana rota cuanto antes. Esto aplica para el Estado Mexicano.
El gobierno rompió las ventanas y, del mismo modo, también los ciudadanos somos responsables de la expansión del daño, propio y ajeno. También es posible actuar como agentes de reparación y dedicar esfuerzos a repararlas mediante el voto y el reclamo a las autoridades. Pero no importa: nos conformamos con chocolates, café y demás productos del bienestar para “mejorar la vida del pueblo”, dicen.
De tal modo que nos formulamos varias preguntas:
• ¿Es la Teoría de las Ventanas Rotas aplicable a nuestra vida como gobernados?
• ¿Reconocemos alguna ventana rota que pueda estar influyendo negativamente en nuestro bienestar físico y/o emocional? En caso afirmativo:
• ¿Cuándo se rompió esa ventana? ¿Podemos repararla?
Este comportamiento explica que el crimen no siempre está vinculado a la pobreza. Una simple ventana rota transmite desinterés, deterioro y despreocupación, lo que fomenta el vandalismo y puede afectar la seguridad del barrio. Bajo esta idea se construyó la teoría de las ventanas rotas, donde se concluye que los delitos de Estado son mayores en lugares donde el descuido y el desorden predominan. Así sucede con la corrupción que aflora entre funcionarios de Morena a gran escala: los ejemplos, sin entrar en detalle, son noticia diaria en los medios de comunicación.
Finalmente, las ventanas rotas son una metáfora de cualquier signo visible de desorden en un entorno desatendido. Esto puede incluir delitos menores, vandalismo, ebriedad o conducta desordenada, provocados por los gobernantes. Afrontar problemas menores puede influir considerablemente en la percepción de seguridad de las personas.
No cabe duda de que México es una gran ventana rota que, por lo pronto, no será reparada: el gobierno así la dejará, convenciendo a los ciudadanos de que la gobernanza es casi perfecta. Mientras no haya un voto consciente en las elecciones, la ventana rota seguirá siendo motivo de división, provocada por los actores políticos de Morena y la supuesta oposición.
Corolario: Por lo pronto, los jueces del bienestar están huyendo de los encargos para los que fueron electos por el “pueblo bueno”. Les dio miedo y mostraron su clara ignorancia e ineptitud. Como lo había comentado: en la impartición de justicia no hay curva de aprendizaje; para ocupar estos puestos se requiere carrera judicial: los votos no son el camino correcto.
En Chihuahua, por si fuera poco, dos magistrados electos se liaron a golpes en los pasillos del Supremo Tribunal de Justicia. Gritos de impotencia ante su falta de preparación; otros casi se arrodillan ante los secretarios para pedir ayuda, bajo el argumento de que “aprenderán poco a poco”.
Cuando la política se convierte en guerra, no sabremos cómo terminará.
Salud y larga vida
Profesor por Oposición de la Facultad de Derecho de la UACH.