En días pasados, tanto en redes sociales como en medios informativos, se compartió y/o se hizo alusión a determinados videos en los que se atribuye a la presidenta Claudia Sheinbaum y a la cantante y actriz Paulina Rubio, una serie de manifestaciones en contra de la tan venerada Patrona de América.
En el caso de la mandataria, algunas notas periodísticas dieron cuenta de la manipulación de un video en el que, efectivamente, aparece la Dra. Sheinbaum, pero en relación con la inauguración de hospitales y quirófanos, sin haber hecho alusión alguna a la Virgen de Guadalupe. Respecto de la citada artista, tal parece que de igual forma se editó engañosamente algún video suyo en los mismos términos.
Como figuras públicas que son, las dos mujeres mencionadas, resulta difícil creer que hayan realizado comentarios de tal naturaleza, sobre todo en quien gobierna para todos los mexicanos, un pueblo con gran devoción guadalupana, pues ha demostrado prudencia y respeto en cuanto a las diferentes instituciones, símbolos y tradiciones religiosas. Ahora sí que sería como darse un balazo en el pie.
No obstante, las aclaraciones anteriores, resulta cuestionable y reprochable, el por qué se está atacando precisamente a un referente espiritual tan importante como lo es la Virgen de Guadalupe, además de una serie de agresiones que desde hace tiempo se vienen presentando en contra de templos y de ministros de culto de diferentes denominaciones religiosas.
La fe en Dios y en todo lo relacionado con Él, indiscutiblemente aporta cosas positivas para todos cuando existe una creencia sincera, sin los excesos y desviaciones provocados por fanatismos. Simplemente, si todos o la gran mayoría de quienes integran una colectividad, siguieran cabalmente el ejemplo de Jesús, ello se traduciría en armonía, justicia, amor, misericordia, etc.
Entonces, el atentar contra símbolos y tradiciones religiosas tan importantes para los mexicanos, no es sólo afectar a una mayoría existente a lo largo y ancho del país, a la que no se le puede ver sólo como cifras, sino como generaciones de familias enteras que han formado mujeres y hombres con amplios y sólidos valores provenientes precisamente de ese credo.
Alguien pudiera no creer en Dios, lo cual es válido en un régimen como el mexicano que aspira a la democracia, pero el burlarse y/o agredirle a Él y a cualquier representación divina, es negarse a sí mismo su derecho a pensar y a ser distinto, cayendo incluso en la intolerancia y hasta en fanatismos.
Bueno sería descubrir, quien o quienes fueron los autores de la manipulación de los videos en comento, pues más allá del perjuicio que deliberadamente quisieron ocasionarles a la presidenta Claudia Sheinbaum y a la actriz Paulina Rubio —lo cual es sumamente grave—, está la ofensa en contra de la fe de los millones y millones de católicos que viven en México y en otras partes del mundo.
Alguien debería responder por tal aberración ¿quién será?