El aula se ha convertido en un campo de batalla verbal. Un adolescente puede llamar “bro” al maestro, tutear al director y decir una grosería con la misma naturalidad con la que abre TikTok. No lo hace por rebeldía pura, sino por una transformación cultural mucho más profunda: el derrumbe de la autoridad simbólica y el nacimiento de una generación que negocia el respeto con emojis, sarcasmos y silencios digitales.
El lenguaje soez —tan normalizado como un meme— dejó de ser transgresión para volverse identidad. Es una marca de pertenencia y poder: quien habla fuerte, manda; quien reta, sobrevive.
Lo advierte la UNAM: los adolescentes muestran una “marcada ausencia de respeto hacia las figuras de autoridad”, producto de modelos familiares débiles y del bombardeo de referentes que ridiculizan la autoridad adulta (Dirección General de Comunicación Social, 2020).
En casa, la manipulación es su ensayo general. El adolescente que chantajea con frases como “nadie me entiende” o “todos me presionan” no busca diálogo: busca control. La culpa se vuelve moneda de cambio y la emoción, el arma perfecta.
Psicólogos educativos señalan que este tipo de conducta emerge de estilos parentales laxos, sobreprotectores o inconsistentes, donde el límite se interpreta como castigo, no como contención (Adolescenciapositiva.com, 2023; BBC Mundo, 2023).
Cuando esa lógica llega al aula, la manipulación se transforma en maltrato simbólico: sarcasmos dirigidos al profesor, bromas que esconden violencia, desobediencia presentada como autenticidad. El maestro ya no es el sabio que guía, sino el adulto que debe “ganarse el respeto del grupo”.
Pierre Bourdieu lo llamaría crisis del poder simbólico: la autoridad solo existe si quienes la reciben la reconocen. Hoy, muchos adolescentes no reconocen a nadie más que a su propio reflejo digital.
Las redes sociales han modificado los códigos de comunicación. La rapidez del lenguaje digital —abreviado, visual, irónico— ha contagiado el habla cotidiana y eliminado la distancia emocional con la autoridad. Según Telos Fundación Telefónica (2024), la cultura juvenil digital se rige por la inmediatez y la autoexpresión, donde la irreverencia se celebra como autenticidad.
Los jóvenes crecen viendo influencers que insultan con carisma, cantantes que confunden agresividad con libertad y adultos que compiten por ser “cool”. Esa exposición moldea la percepción del respeto: ya no se otorga, se intercambia. Decir una grosería en clase puede significar cercanía, no insolencia. El aula se convierte en espejo de la red: rápida, emocional, hiperconectada y sin filtros.
El problema no es solo el lenguaje. Es la pérdida de legitimidad de la autoridad en todos los frentes. Michel Foucault (1975) describió que el poder se sostiene en la aceptación tácita de las normas; cuando esa aceptación se quiebra, el control se fractura. En México, la figura
del padre ausente y la docente desvalorizada conforman una tormenta perfecta: sin autoridad emocional en casa ni autoridad pedagógica en la escuela, el adolescente queda en una tierra sin ley simbólica.
El psicólogo Jesús Valdez, en una entrevista con Voces del Desierto (2024), advierte que la falta de figura paterna sólida genera adolescentes transgresores, incapaces de aceptar límites y tentados a desafiar toda forma de autoridad. La rebeldía verbal es solo el síntoma visible de una fractura emocional profunda.
El lenguaje soez es también una estrategia de dominio. En la jerarquía adolescente, insultar con ingenio equivale a ganar prestigio; quien hace callar al maestro o ridiculiza una norma obtiene capital simbólico frente al grupo. Desde la sociología del aula, esa dinámica refleja un intento de equilibrar un poder percibido como injusto: si el adulto impone reglas, el joven responde con ironía. La manipulación emocional sustituye al argumento.
Sin embargo, esta batalla diaria está dejando un daño colateral: el docente desgastado, emocionalmente vulnerado, que ya no enseña desde la pasión sino desde la defensa. La autoridad se sostiene en la empatía, no en el miedo, pero el cansancio institucional la ha vuelto frágil (La Tercera, 2024).
Restaurar la autoridad no implica volver al castigo, sino al vínculo. Las prácticas restaurativas en el aula —basadas en el diálogo, la empatía y la reparación del daño— están mostrando mejores resultados que la disciplina punitiva (VVOB, 2020). La idea no es imponer silencio, sino enseñar a hablar con responsabilidad.
El respeto, en la era digital, ya no se ordena: se construye. Exige escuchar a los adolescentes, entender su lenguaje sin rendirse ante él y recuperar el sentido del límite como cuidado, no como control.
Es momento de un cambio radical en el aula
Establecer reglas construidas con los alumnos, no contra ellos. Cuando los estudiantes participan en definir los límites, los respetan más. La autoridad nace de la coherencia, no del miedo.
Repetir lo que el alumno expresa —sin ironía ni juicio— desactiva conflictos y muestra que el adulto escucha. La empatía es la nueva forma de liderazgo pedagógico.
Dedicar 15 minutos a la semana para hablar sobre convivencia, emociones o desacuerdos. Convertir el aula en comunidad. Los vínculos reducen la agresión.
En casa es importante restablecer el límite como forma de amor. No es autoritarismo decir “no”, es enseñar a sus hijos que el respeto protege. Los límites firmes y coherentes fortalecen la seguridad emocional.
Evitar la sobreprotección digital. Supervisar sin invadir, estar presentes sin justificarlos todo el tiempo. El adolescente necesita un espejo, no un escudo.
Reconocer al maestro como aliado, no enemigo. Si el alumno percibe unidad entre hogar y escuela, la manipulación pierde poder. Educar es un frente común.
El desafío está en transformar la grosería en palabra, el grito en diálogo y el poder en acompañamiento.
El aula no se perdió: solo está esperando a que la autoridad vuelva a tener voz, con padres, docentes y estudiantes hablando el mismo idioma: el del respeto.


Referencias
Adolescenciapositiva.com. (2023). Mi hijo adolescente es caprichoso y manipulador. https://adolescenciapositiva.com/blog/mi-hijo-adolescentes-es-caprichoso-y-manipulador/
BBC Mundo. (2023). Qué caracteriza a los padres tóxicos (y cómo lidiar con ellos). https://www.bbc.com/mundo/noticias-65477115
Dirección General de Comunicación Social (UNAM). (2020). Marcada ausencia de respeto hacia figuras de autoridad. https://www.dgcs.unam.mx/boletin/bdboletin/2020_600.html
Foucault, M. (1975). Vigilar y castigar: nacimiento de la prisión. Siglo XXI Editores.
La Tercera. (2024). Pérdida de autoridad pedagógica: análisis de una crisis en las salas de clases. https://www.latercera.com/lt-board/noticia/perdida-de-autoridad-pedagogica-analisis-de-una-crisis-en-las-salas-de-clases/
Telos Fundación Telefónica. (2024). La apropiación de las tecnologías: la cultura juvenil en la era digital. https://telos.fundaciontelefonica.com/archivo/numero081/la-apropiacion-de-las-tecnologias-la-cultura-juvenil-en-la-era-digital/
Valdez, J. (2024). La falta de la figura paterna es la causa de adolescentes transgresores con la autoridad. Voces del Desierto. https://vocesdeldesierto.com.mx/la-falta-de-la-figura-paterna-es-la-causa-de-adolescentes-transgresores-con-la-autoridad-psicologo/
VVOB. (2020). Manual de prácticas restaurativas en el ámbito educativo. https://ecuador.vvob.org/sites/ecuador/files/2020_ecuador_eftp_manual_practicas_restaurativas.pdf