Ciudad de México.- No se puede pensar en la Cuarta Trasformación sin incluir al Partido del Trabajo como uno de los pilares políticos que le dan sustento. Desde que Morena surgió como partido, el PT se convirtió en un aliado incondicional que lo acompañó en sus aventuras electorales.
El 2015, el Partido del Trabajo estuvo a punto de perder su registro como partido político nacional al no alcanzar el 3 por ciento de la votación requerida, pero gracias a las artimañas legales que urdió el entonces secretario de Gobernación, Miguel Ángel Osorio Chong, lograron los votos que les faltaban para alcanzar ese porcentaje con una elección extraordinaria en un distrito de Hidalgo.
Pronto se les olvidó el favor recibido y trasladaron sus intereses al movimiento que encabezaba Andrés Manuel López Obrador. Compraron el cachito mayor y se sacaron la lotería el 2018 cuando ganó la presidencia de la República.
El Partido del Trabajo es una franquicia familiar, su dirigente Alberto Anaya ya tiene 35 años en la dirigencia nacional y luego de la Asamblea Nacional que se realizó a fines de abril del 2025, logró extender su dirigencia por otros seis años más.
Su alianza con Morena le beneficio enormidades: pasó de ser un partido con votaciones marginales, que apenas le daban para conservar el registro como partido político nacional, a ubicarse en el top cinco a nivel nacional.
Tiene una gran representación parlamentaria, tanto en la cámara de diputados como en la de Senadores; las participaciones de dinero público se incrementaron exponencialmente y lo convirtieron en un instituto que pasó de ser un “patito feo” a uno que es muy atractivo electoralmente.
Muchos de los personajes impresentables que no podían acceder a posiciones legislativas a través de Morena, lo hicieron por la vía del Partido del Trabajo: Manuel Bartlett fue uno de sus senadores de 2012 a 2018, Ana Gabriela Guevara también logró un escaño senatorial, el mismo Ricardo Monreal fue su coordinador parlamentario, Gerardo Fernández Noroña también fue promocionado desde el PT para cargos legislativos.
A pesar de todo, el Partido del Trabajo no tuvo acceso al gabinete de López Obrador, ninguna de sus figuras militantes ocupó alguna cartera o secretaría; fue tanto lo que los despreciaron que el mismo Gerardo Fernández Noroña, quien fue una de “las Corcholatas” presidenciables no pudo lograr la coordinación de la bancada de Morena en el Senado, porque ese era un cargo reservado para un morenista.
Otro detalle; mientras que el Partido Verde Ecologista de México (PVEM), el otro aliado de la 4T, recibe un trato de más privilegio, y ya alcanzó a tener una gubernatura, la de San Luis Potosí, al PT se le han negado sistemáticamente.
Pero luego de que desde la Presidencia de la República se “sugirió” a la dirigencia que para el 2027 se aplicara el “No al nepotismo” y a la no reelección, se abrió la puerta para que figuras que aspiran a ser candidatos a gubernaturas como Félix Salgado Macedonio en Guerrero o Saúl Monreal en Zacatecas, al estar impedidos estatutariamente en Morena, puedan postularse a través de otra opción y esa es el Partido del Trabajo.
Pero hacerlo implicaría un choque de trenes entre candidatos morenistas contra otros petistas que además tendrían a su favor los gobiernos estatales y eso derivaría en una lucha directa contra la propia presidencia de la República.
De un tiempo a la fecha, la dirigencia Petista empezó a estirar la liga y exigir mayores espacios políticos, y lo primero que han puesto en la mesa de negociación es la posibilidad de tener a uno de los suyos como candidato a la gubernatura de alguno de los estados que tendrán elecciones estatales el 2027, tienen la mira puesta en tres entidades: Campeche, Michoacán o Sinaloa.
Pero, si por la víspera se saca el día, lo que se está viendo en la elección para renovar ayuntamientos en Veracruz indicaría que el rompimiento es casi un hecho. En esa entidad el PT le pidió a Morena la oportunidad de poner a uno de los suyos en 32 candidaturas municipales, pero le dieron 22 municipios para encabezar la planilla, esto es apenas el 10 por ciento de los cargos municipales en disputa.
Derivado de lo anterior, la dirigencia del Partido del Trabajo tomó la decisión de postular candidatos propios en todos los municipios y no hacer alianza con Morena. La decisión no solamente tiene un impacto electoral, también es reflejo de la serie de fracturas que se vienen advirtiendo entre Morena y el PT.
La fractura no solamente es electoral, también se manifiesta en acciones legislativas. Fueron militantes del PT los que se rebelaron y votaron a favor de quitarle el fuero legislativo a Cuauhtémoc Blanco.
Otro aspecto que incide en la lejanía es la negativa presidencial de aprobar la iniciativa de la jornada laboral de 40 horas, una propuesta emanada de las filas del PT y la cual viene recibiendo largas desde la presidencia de la República, donde consideran no existen las condiciones para aprobarla por la tensa relación arancelaria que se tiene con Estados Unidos y ante la imperiosa necesidad que tiene Claudia Shienbuam de tener como aliado al sector empresarial y uno de los sectores que se opone a dicha propuesta.
Lo cierto es que en una década, un partido que era de “la chiquillada” creció exponencialmente y se convirtió en una opción política que intenta quitarse el yugo electoral de Morena, pero está por verse si es capaz de caminar solo o si fue inflado con los esteroides que le inyecta Morena.
Por lo pronto crecieron los enanos y ya quieren ser más que el jefe.