El pasado jueves, el mercado cambiario y accionario en México cerró una jornada récord, marcada por el fortalecimiento del peso frente al dólar y por buenas oportunidades accionarias para los inversionistas. Fue un día que alcanzó su mejor nivel en los últimos 17 meses y, de acuerdo con datos financieros, el peso registró una apreciación diaria de 0.81 por ciento, equivalente a 14.70 centavos frente al dólar.
Es importante recordar que esta fortaleza de la divisa mexicana no es momentánea, sino que comenzó poco después de que el expresidente Andrés Manuel López Obrador asumiera el poder. Para dolor de muelas de la oposición —que niega cualquier dato que evidencie beneficios para México con la Cuarta Transformación—, no se trata de una narrativa falsa: los datos duros y los resultados económicos revelan que algo cambió a partir de 2018.
A siete años de iniciada la transformación, podemos sostener que, en materia económica, el país va por buen camino y con una solidez no vista desde hace décadas. A pesar de los efectos que dejó la parálisis económica provocada por la pandemia en 2020, México se reactivó rápidamente y retomó la actividad comercial antes que muchos otros países, incluido Estados Unidos, que hoy atraviesa una crisis económica y financiera arrastrada por el endeudamiento, sin mencionar las políticas económicas impulsadas por Donald Trump.
En México podemos asegurar que se vive una etapa de impacto económico sostenido. Son numerosos los datos que se pueden poner sobre la mesa para defender estos logros, muy lejos de lo que la oposición aseguraba que sucedería si AMLO llegaba al poder. Decían que nos convertiríamos en la “Venezuela del norte”, que habría crisis económica, hambrunas, pestes y muerte; “un peligro para México”, repetían durante la campaña negra de 2006.
Hoy, esa visión tenebrosa y casi apocalíptica que la oposición auguraba con la izquierda en el poder ha desaparecido casi por completo. Y es necesario reiterarlo: durante el sexenio de López Obrador, más de 13 millones de personas salieron de la pobreza. Esto se debió a diversos factores, comenzando por el aumento al salario mínimo, una medida que durante años fue satanizada por los llamados expertos económicos, quienes aseguraban que provocaría una inflación desproporcionada. Nada más alejado de la realidad: el incremento salarial impulsó el consumo y fortaleció el mercado interno.
A ello se sumaron los beneficios de los programas sociales de Bienestar, que permitieron a millones de mexicanos incrementar su consumo. No se diga de quienes, gracias a becas y pensiones, pudieron garantizar tres comidas al día en sus hogares, o de los millones de adultos mayores que dejaron de depender totalmente de sus familiares, entre muchos otros ejemplos.
Pero no todo se reduce al incremento del consumo derivado del mayor poder adquisitivo de las familias. También cambió la confianza de las empresas nacionales y extranjeras en el mercado mexicano. Hoy, en diciembre de 2025, el Instituto Mexicano del Seguro Social (IMSS) registra una cifra histórica récord de 22 millones 837 mil 768 trabajadores afiliados. ¿Qué significa esto? Sin necesidad de ser economistas, es claro que el aumento del empleo formal se refleja en mayor consumo y, en consecuencia, en más ventas de productos y servicios para pequeños, medianos y grandes comercios, así como para las grandes industrias.
Además, México vive un incremento en sus exportaciones, particularmente hacia el mercado hermano de Estados Unidos, que, a pesar de sus dificultades, sigue siendo uno de los más grandes del mundo. China, al parecer, ya lo ha superado, lo que abre una nueva oportunidad para fortalecer el comercio con Asia, pero esa es otra historia.
Así, para cerrar este año en términos económicos, vale la pena detenernos a reflexionar sobre las circunstancias actuales del México de la Cuarta Transformación. Y no encontramos por ningún lado a esa “Venezuela del norte” que tanto anunciaron los agoreros de la desgracia y la oposición moralmente derrotada. Hay bonanza, hay crecimiento y hay confianza en México por parte del capital extranjero, todo ello gracias a un gobierno que mantiene el rumbo y la fortaleza del mercado, basado —claro está— en la fortaleza moral y política de la Cuarta Transformación.