Este artículo se origina en una inquietud provocada por mi contexto personal, no por una vivencia directa con la enfermedad, sino por la cercanía con personas que viven con situaciones que revelan las limitaciones estructurales del sistema de salud mexicano. La búsqueda de tratamientos médicos especializados ha sido una constante en el entorno inmediato del autor, y ha puesto en evidencia las barreras institucionales, económicas y normativas que enfrentan miles de personas en condiciones de vulnerabilidad.
El texto se apoya en fuentes verificables, testimonios reales y datos contrastables. El objetivo no es solo evidenciar las barreras de acceso a tratamientos oncológicos de alta especialidad, sino también contribuir a un debate público informado, ético y comprometido con la transformación del sistema de salud.
1. La inmunoterapia representa una de las innovaciones más significativas en el tratamiento oncológico de la última década. En el caso del cáncer de vejiga, medicamentos como Atezolizumab y Nivolumab han mostrado eficacia en pacientes con enfermedad metastásica o resistente a quimioterapia. Para linfomas, especialmente el linfoma de Hodgkin clásico, el uso de Nivolumab y Pembrolizumab ha sido aprobado en múltiples países como tratamiento de segunda línea. Sin embargo, en México, el acceso a estos tratamientos está profundamente segmentado por institución, territorio y condición socioeconómica. -- En el Instituto Nacional de Cancerología (INCan), la inmunoterapia está disponible para ciertos tipos de cáncer, pero su acceso depende de la inclusión en protocolos clínicos y de la disponibilidad presupuestal. -- En el IMSS, la cobertura de inmunoterapia es limitada. Un informe interno de 2023 indica que solo ciertos hospitales de tercer nivel cuentan con los medicamentos, y su aplicación depende de la autorización de comités médicos. El Hospital de Especialidades del Centro Médico Nacional Siglo XXI del IMSS ha aplicado inmunoterapia en casos de linfoma refractario, pero no existe un protocolo nacional estandarizado. -- En el ISSSTE, el acceso es aún más restringido. Pacientes deben recurrir a amparos judiciales o financiamiento externo para acceder a tratamientos como Pembrolizumab, según reportes de la organización Nosotrxs (https://www.nosotrxs.org). En nuestro estado existen algunos casos que han permeado a las redes: -- Luis M., paciente con linfoma en Chihuahua, logró acceder a inmunoterapia tras un proceso de referencia al INCan y una espera (lesiva para su salud) de más de cinco meses. Su caso fue documentado por la asociación Conecta Contigo (https://conectacontigo.mx). Se obvian otros casos. Los testimonios evidencian una fragmentación institucional que convierte el acceso a inmunoterapia en una carrera de obstáculos, donde el lugar de residencia y el tipo de afiliación determinan las posibilidades de tratamiento.
2. Costos, cobertura y segmentación institucional. El acceso a inmunoterapia en México no solo está condicionado por la disponibilidad institucional, sino también por los costos elevados y la fragmentación del sistema de salud. Esta segmentación genera inequidades profundas entre quienes pueden financiar tratamientos por cuenta propia y quienes dependen exclusivamente de instituciones públicas. Costos en el sector privado. -- El precio de una dosis de Pembrolizumab o Nivolumab puede oscilar entre $45,000 y $80,000 MXN, dependiendo del proveedor y la presentación. Un tratamiento completo puede superar los $600,000 MXN en un ciclo de seis meses. -- Clínicas privadas en Ciudad de México, Monterrey y Guadalajara ofrecen estos tratamientos, pero su acceso está limitado a pacientes con seguros médicos de alta cobertura o capacidad de pago directa.
3. Cobertura limitada en el sector público. -- En el IMSS, la cobertura de inmunoterapia está sujeta a disponibilidad presupuestal y autorización por comités médicos. No existe un protocolo nacional que garantice su aplicación en todos los hospitales de tercer nivel. -- El ISSSTE enfrenta restricciones similares, y en muchos casos, los pacientes deben recurrir a amparos judiciales para acceder a medicamentos aprobados por COFEPRIS, pero no incluidos en el cuadro básico institucional. -- La transición del Seguro Popular al INSABI dejó vacíos operativos en la cobertura de tratamientos de alta especialidad. Aunque el INSABI prometía atención universal, en la práctica, los tratamientos oncológicos complejos quedaron fuera de alcance para miles de pacientes. – El escenario es funesto en posibilidades de acceso a la inmunoterapia para más del 34% de la población que están fuera de servicios de salud institucionalizados (aproximadamente 44.5 millones de personas).
4. Desigualdad territorial. -- En estados como Chihuahua, Durango y Guerrero, los hospitales públicos carecen de inmunoterapia, y los pacientes deben ser referidos a la Ciudad de México o Monterrey, lo que implica gastos adicionales en transporte, hospedaje y alimentación. -- Esta desigualdad territorial refuerza un patrón de centralismo médico, donde el acceso a tratamientos de vanguardia está concentrado en zonas metropolitanas, dejando a regiones periféricas en situación de desventaja estructural.
5. En conclusión. -- La inmunoterapia representa una expectativa científica tangible para miles de pacientes oncológicos, pero en México su acceso está mediado por un entramado institucional fragmentado, presupuestos insuficientes y una presencia geográfica desigual de los pacientes. Los testimonios aquí recogidos no son excepciones, son síntomas de un sistema que aún no logra articular la innovación médica con la justicia social. -- La segmentación por tipo de afiliación, la ausencia de protocolos nacionales estandarizados y el centralismo operativo convierten el tratamiento en una carrera de obstáculos, donde el código postal y la capacidad de litigio pueden definir el pronóstico. -- Esta realidad exige no solo reformas técnicas, sino una transformación ética del sistema de salud, que coloque la equidad como principio rector. -- Desde una perspectiva sustentada en los fundamentos del artículo, el autor busca contribuir a esa transformación: no desde la vivencia personal, sino desde la cercanía crítica con quienes enfrentan las limitaciones y restricciones en proceso enfermedad-diagnóstico-gestión de atención-tratamiento.