Es interesante, y muy importante prestar mucha atención al proceso electoral de nuestros vecinos del norte, no solo por las implicaciones fronterizas y comerciales por la vecindad, sino por el hecho de que estamos siendo testigo de la decadencia del “gran imperio”, tras varias décadas de debilitamiento económico, aumento de pobreza y desigualdad, crisis de consumo de drogas, violencia interna, una real polarización política y social, no payasadas como las que la oposición en México asegura existe, allá realmente hay una confrontación político-social que según expertos, incluso puede llegar a un enfrentamiento violento, una guerra civil.
Y la cosa no es para menos, en la actual administración de los demócratas encabezada por Joe Biden, en Estados Unidos se ha vivido un lamentable incremento de hechos violentos, se trata de una sociedad desgastada por el consumo, el individualismo y la autocomplacencia, una pérdida de valores y apatía cultural, que ahora se ve reflejada en la crisis de drogadicción; una crisis económica que resulta evidente cuando observamos otros países, ahora potencias que comienzan a destacar económicamente y que para los Estados Unidos y su hegemonía, resulta peligrosa, China ya tiene más capacidad económica que el imperio “gringo”.
Mientras al interior de los Estados Unidos se vive una decadencia social y cultural, además de económica, afuera se intenta preservar la hegemonía occidental sobre los demás países, frente a otro eje de potencias que poco a poco comienzan a crecer y organizarse, y en este momento, los principales aliados de Estados Unidos, los países de Europa enfrentan su propia crisis política, social y económica, que en 2022 se sumó la guerra en Ucrania, claramente, auspiciada por el gobierno de Joe Biden.
Ante este panorama poco alentador para Estados Unidos y sus aliados, (también nosotros), llega el año electoral, y Biden, como si no tuviera problemas fuera y dentro de su país, lo afecta también su estado de salud, para todos conocido ya que sus capacidades cognitivas y física ya no dan, no digamos para poder gobernar, las mediciones estadísticas muestran que perderá ante un Donald Trump fortalecido, a Biden no le da para la campaña y ahora ante su terquedad para mantener la candidatura, pone en riesgo incluso la posibilidad de que en la representación legislativa, los demócratas queden sin posibilidad de ser un “contrapeso” a los republicanos y la desiciones de Trump, en caso de que vuelva a la Casa Blanca.
Luego del atentado, o los hechos de violencia que se dieron contra Donald Trump la semana pasada, el republicano de extrema derecha fue respaldado ampliamente por su partido, siendo la convención republicana un grotesco evento mediático que lo posicionó a nivel nacional, a pesar de que un amplio sector estadounidense lo rechaza, el “haber sobrevivido a un atentado”, fue el mejor regalo de campaña que pudo tener, tal vez por eso muchos de sus contrincantes dudan y cuestionan la veracidad de los hechos, cosas que tal vez nunca lo sabremos, como siempre sucede con esas cosas.
A Biden esta semana le llovió, desde su propio partido y correligionarios, quienes le han pedido casi en calidad de súplica, que se baje de la candidatura para intentar detener la casi inminente victoria de Trump, en medio de un ambiente enrarecido y violento, dentro y fuera de Estados Unidos, porque no solo los demócratas intentan evitar el regreso de Trump, también la Unión Europea y la OTAN, por la postura de Trump contra la guerra en Ucrania.
Un conflicto de grandes proporciones está por estallar con nuestro vecinos del norte, y pase lo que pase, tendrá consecuencias y efectos fuera de Estados Unidos, y claro, seremos nosotros los primeros en sentir ese impacto, nos pone no como espectadores de primera fila, sino en la primera fila del enfrentamiento, debemos estar atentos, AMLO y la próxima presidenta, para no dejarnos arrastrar en lo que parece el colapso de lo que por cien años fue “el imperio”.