La campaña militar estadounidense dirigida contra Venezuela está entrando en una nueva fase volátil.
Después de que el gobierno de Estados Unidos afirmara que su mayor despliegue militar en Latinoamérica desde la invasión de Panamá en 1989 buscaba combatir el narcotráfico, el presidente Donald Trump ha declarado otro objetivo: hacerse con el control de los yacimientos petrolíferos de Venezuela, cuyas reservas de petróleo superan a las de Estados Unidos.
El bloqueo de Trump a los buques petroleros sancionados que operan en Venezuela podría acercar a ambos países a un enfrentamiento abierto.
En un desafío a las amenazas de Trump, la Armada de Venezuela ahora escolta a los petroleros fuera de los puertos, con el riesgo de un enfrentamiento en alta mar. Las fuerzas armadas de Venezuela son menores que las de Estados Unidos, pero los líderes militares venezolanos llevan décadas preparándose para lo que denominan una guerra asimétrica contra un rival mucho más grande.
Esta estrategia consiste en gran medida en armar a células paramilitares y civiles para la guerra de guerrillas. En teoría, Venezuela también parece disponer de defensas sólidas que podrían desafiar la potencia de la artillería militar de Estados Unidos. El inusual arsenal de armas de Venezuela proviene de adversarios de Estados Unidos como Rusia, Irán y China.
¿Qué tan grandes son las fuerzas armadas de Venezuela?
“Venezuela tiene unas capacidades únicas en la región”, dijo James Story, embajador estadounidense en Venezuela de 2018 a 2023.
Cuando Venezuela tenía ingresos abundantes procedentes del petróleo, sus dirigentes se lanzaron a comprar. Al no poder adquirir armas estadounidenses, Venezuela recurrió a proveedores como Irán, que le proporcionó la tecnología para fabricar drones portadores de misiles.
Pero el mayor proveedor de armas de Venezuela, por mucho, es Rusia, que ha suministrado todo desde tanques y helicópteros hasta rifles de francotirador Dragunov y lanzamisiles portátiles Igla-S.
Rusia ayuda a mantener algunos de los sistemas de armas y aviones de combate Sukhoi de fabricación rusa forman la columna vertebral de las defensas aéreas de Venezuela. Hipotéticamente, Venezuela tiene una de las flotas de aviones de combate más capaces de Latinoamérica, equipada con misiles aire-aire de largo alcance.
Pero persisten las dudas sobre cuántos de los Sukhoi venezolanos funcionan. En septiembre, Venezuela hizo volar dos de sus anticuados F-16 de fabricación estadounidense en una demostración de fuerza sobre un destructor de misiles guiados de la marina estadounidense.
Los cálculos varían mucho, pero se cree que Venezuela tiene en total más de 30 aviones de combate operativos, más de 40 buques de guerra y hasta 200 tanques.
Venezuela también mantiene uno de los ejércitos permanentes más grandes de Latinoamérica. Entre todas las ramas, Venezuela cuenta con alrededor de 150.000 miembros en sus fuerzas armadas, señaló John Polga-Hecimovich, estudioso de Venezuela en la Academia Naval estadounidense.
Venezuela complementa estas fuerzas con células armadas denominadas colectivos que funcionan como fuerzas paramilitares del gobierno. Aunque nunca se han puesto a prueba en combate, podrían ayudar a repeler una invasión.
La Milicia Bolivariana, que organiza a los civiles en unidades armadas de reserva, podría proporcionar otra capa de defensa.
El líder autoritario de Venezuela, Nicolás Maduro asegura que la milicia podría movilizar a 8 millones de reservistas, pero los analistas militares dicen que se trata de una exageración. Polga-Hecimovich dijo que un cálculo más verosímil del tamaño de la milicia es de alrededor de un millón, pero aun así no está claro si los civiles podrían ofrecer mucha resistencia a una intervención estadounidense fuertemente armada.
¿Cómo podrían responder esas fuerzas a una acción militar estadounidense?
El despliegue militar estadounidense es la mayor prueba para las fuerzas armadas venezolanas en la historia reciente. Estados Unidos ha acumulado una armada de más de una decena de barcos en el Caribe, incluido el portaaviones Gerald R. Ford y tres destructores de la Marina.
La acumulación estadounidense de más de 15.000 efectivos es la mayor de la región en décadas. El uso de esta enorme fuerza para atacar pequeñas embarcaciones que, según el gobierno de Trump, se dedicaban al contrabando de drogas, ha provocado el rechazo de diversos especialistas jurídicos que afirman que los ataques son ilegales porque las personas abatidas no representaban una amenaza militar inmediata. Los dirigentes de Venezuela y Colombia afirman que los embates equivalen a asesinatos.
Desde septiembre, las fuerzas estadounidenses han matado a 99 personas en 26 ataques contra pequeñas embarcaciones.
Sin embargo, la cuestión de cómo podría responder el ejército de Venezuela ante una escalada está envuelta en la incertidumbre. Venezuela cuenta con misiles de crucero iraníes diseñados para derribar embarcaciones en el mar, misiles tierra-aire rusos para atacar aviones de vuelo raso y vehículos blindados chinos para reprimir protestas.
Pero Story, el exenviado estadounidense, subrayó que el ejército de Venezuela está plagado de problemas, como armamento en mal estado, falta de entrenamiento y deserciones. A diferencia de los militares de la vecina Colombia, las fuerzas armadas de Venezuela carecen de la experiencia real de combatir en una guerra.
Las amenazas de Trump de ataques terrestres se ciernen sobre el ejército de Venezuela. Algunos expertos advierten que el país podría sumirse en un levantamiento al estilo de Libia si las fuerzas armadas se fracturan en grupos rivales ante la abrumadora fuerza militar estadounidense.
Cualquier despliegue de fuerzas estadounidenses o de contratistas militares pagados por Estados Unidos en suelo venezolano también podría avivar la inestabilidad.
Los colectivos, células paramilitares que operan a nivel callejero, podrían, por ejemplo, convertir Caracas en un escenario mortal de guerra urbana, donde los combatientes encontrarían refugio en la topografía escarpada de la ciudad y en edificios abandonados, según expertos en seguridad.
¿Las fuerzas armadas de Venezuela mantendrán su lealtad a Maduro?
Venezuela no es ajena a los intentos de golpe de Estado. Hugo Chávez, quien precedió a Maduro en el poder, ganó notoriedad tras organizar un golpe fallido en 1992. Otro golpe fallido en 2002 derrocó brevemente a Chávez. En Venezuela y entre los exiliados circulan constantemente rumores sobre supuestas conspiraciones.
Pero Maduro ha demostrado ser un experto en eludir los desafíos importantes contra su gobierno. Cuando Venezuela estuvo sumida en disturbios entre 2017 y 2020, su gobierno frustró al menos nueve motines militares, en su mayoría de oficiales de rango medio, dijo Polga-Hecimovich.
Una señal de estabilidad es el largo mandato del ministro de la Defensa de Maduro, Vladimir Padrino López, quien ha ocupado el cargo durante 11 años.
Antiguas figuras militares de Venezuela atribuyen a diversos factores el control que tiene Maduro sobre las fuerzas armadas.
Uno es un clima de miedo y paranoia. Durante años, funcionarios del gobierno han infiltrado agentes en el ejército, provenientes de Cuba y de la Dirección General de Contrainteligencia Militar de Venezuela, en roles de asesoría, donde vigilan cualquier signo de disidencia.
Los oficiales tachados de desleales enfrentan graves consecuencias. Han surgido denuncias de tortura en celdas de detención, documentadas por abogados, activistas de derechos humanos y funcionarios de las Naciones Unidas. Algunas figuras militares de alto rango que se enfrentaron a los dirigentes venezolanos han muerto en prisión.
Este año, las autoridades chilenas dijeron que el gobierno de Maduro ordenó el asesinato de Ronald Ojeda, exoficial exiliado del ejército venezolano de 32 años, cuyo cadáver apareció enterrado bajo casi metro y medio de hormigón.
El gobierno de Maduro ha negado la responsabilidad.
El interés económico propio también podría contribuir a prevenir una rebelión.
Maduro ha permitido que altos cargos militares se beneficien del narcotráfico o de empresas mineras no autorizadas, vinculando sus fortunas a la suya propia, según exoficiales militares.
“Ellos lo que quieren es prevalecer sus economías ilícitas”, dijo José Gustavo Arocha, ex teniente coronel del ejército venezolano.
¿Qué pasa si Maduro cae?
La posibilidad de que el presidente de Venezuela se vea obligado a abandonar el poder plantea numerosas interrogantes: ¿Las fuerzas armadas apoyarán a un nuevo líder interino? ¿Quién custodiará infraestructuras críticas como aeropuertos, campos petroleros y centrales eléctricas? ¿El ejército podría dividirse en diferentes facciones y producir una guerra civil?
Zair Mundaray, exfiscal de alto rango de Venezuela, dijo que el país era diferente de naciones como Libia o Siria, que cayeron en una guerra civil o en un conflicto sectario cuando sus líderes autoritarios fueron desafiados. Esos países, argumentó, llevaban mucho tiempo marcados por importantes divisiones sectarias o étnicas.
“Veo poco probable una guerra fratricida”, dijo.
Otros no están tan seguros, y mencionan las profundas divisiones ideológicas en la sociedad venezolana.
La posibilidad de que en Venezuela se produzca un resurgimiento de la guerra de guerrillas no es del todo descabellada. Grupos rebeldes de la vecina Colombia ya operan en partes de Venezuela, y se dice que civiles venezolanos entrenados por estos grupos ya se han puesto del lado de Maduro en momentos de crisis anteriores.