Al menos 70 personas se ahogaron en las costas de Mauritania, en el noroeste de África, y más de 60 están desaparecidas después de que un barco volcara, dijeron las autoridades el viernes.
Dieciséis personas fueron rescatadas, cinco de ellas procedentes de Gambia, según informó el Ministerio de Asuntos Exteriores de ese país en un comunicado confirmando el incidente. El naufragio, ocurrido la madrugada del miércoles, fue uno de los peores del año en una región donde este tipo de naufragios se ha vuelto común.
La mayoría de las personas a bordo eran de Gambia y Senegal, y se cree que partieron de Sami Koto, un pueblo pesquero de Gambia. Los cuerpos recuperados fueron enterrados de inmediato, según el comunicado.
“Trágicamente, basándose en el número de sobrevivientes y el recuento estimado de pasajeros del barco, se cree que más de 100 personas pueden haber muerto en el incidente”, se lee.
Miles de africanos arriesgan sus vidas viajando en pequeñas embarcaciones que toman la peligrosa e ilegal ruta hacia Europa, desafiando mares tempestuosos y riesgos significativos de zozobrar.
La ruta más mortal es la del Atlántico, que sigue la costa occidental de África pasando por Gambia, Senegal, Mauritania y el Sahara Occidental, hasta llegar a las Islas Canarias, que forman parte de España.
Para la mayoría de los gambianos y senegaleses es casi imposible entrar legalmente a Europa. Los visados son caros y rara vez se conceden, sobre todo a personas con bajos ingresos.
Para casi todos los que se embarcan en un viaje así, el objetivo es simplemente conseguir un trabajo que pague mejor que el que pueden encontrar en su país de origen, enviar dinero a sus familias y luego regresar a casa.
Existen otros riesgos. Migrantes y solicitantes de asilo de África occidental y central que intentan salir o transitar por Mauritania han sido arrestados, torturados, violados, robados y sometidos a tratos racistas, según un informe publicado esta semana por Human Rights Watch que documentó graves violaciones de derechos humanos en los últimos cinco años.
Hasta junio de este año, al menos 1.865 personas habían muerto intentando llegar a España por mar, según Caminando Fronteras, una organización española sin fines de lucro de derechos humanos centrada en la migración.
Durante todo el año pasado, murieron alrededor de 10.500 personas, según Caminando Fronteras, entre ellas 1.538 niños, cifras que, según la organización, fueron resultado de políticas más centradas en el control de la migración que en el rescate de aquellos cuyas embarcaciones han volcado.
La comparación de estas cifras con el número registrado de llegadas sugiere que una de cada cinco personas que intentan llegar a Canarias muere durante el viaje.
Pero se cree que el número de muertos es mucho mayor. Debido a la naturaleza clandestina de esta migración, se desconoce el número exacto de personas que lo han intentado.
Recientemente, se han interceptado numerosas embarcaciones, especialmente en aguas senegalesas, según informes de prensa locales. Los gobiernos de África Occidental y del Norte, incluidos los de Senegal y Mauritania, reciben financiación de la Unión Europea para combatir la migración.
Varios países que reciben dicha ayuda emplean tácticas brutales para impedir que los migrantes del África subsahariana lleguen a Europa. Las violaciones de derechos humanos incluyen los llamados vertederos del desierto , donde los migrantes son abandonados en el Sahara sin comida ni agua.