Hace 80 años, el 6 de agosto de 1945, un bombardero estadounidense B-29 lanzó sobre Hiroshima, en el oeste de Japón, la primera bomba atómica dirigida contra una zona poblada de la historia.
Tres días más tarde, la misma pesadilla se repitió en Nagasaki, también en el suroeste del país, provocando decenas de miles de muertos y devastación.
Hiroshima y Nagasaki dieron el golpe de gracia a Japón, que se rindió el 15 de agosto de 1945, poniendo así fin a la Segunda Guerra Mundial, pero los historiadores siguen debatiendo si este doble ataque nuclear realmente permitió salvar más vidas al acelerar el fin del conflicto.

Una foto de los Archivos Nacionales de Estados Unidos muestra una columna de humo elevándose 6,000 metros sobre Hiroshima tras la explosión de la primera bomba atómica.
UNA BOLA DE FUEGO
Lo primero que muchos habitantes de Hiroshima vieron la mañana del 6 de agosto de 1945 fue una “intensa bola de fuego”, según los términos del Comité Internacional de la Cruz Roja (CICR).
“Little Boy”, la bomba atómica que explotó a unos 600 metros sobre la ciudad, tenía una potencia cercana a las 15 mil toneladas de TNT.

Se estima que en el epicentro de la bomba de Hiroshima se alcanzaron los 7000 °C. Un horno que provocó quemaduras graves y, en muchos casos, mortales en un radio de unos 3 kilómetros.
El intenso destello de las explosiones también provocó ceguera temporal y lesiones oculares irreversibles, según el CICR.

Una nube en forma de hongo se eleva momentos después de que la bomba atómica fuera lanzada sobre Nagasaki, en el sur de Japón.
La bomba que se lanzó sobre Nagasaki, apodada “Fat Man”, tenía una potencia aún mayor, estimada en 21 mil toneladas de TNT.
La radiación térmica que siguió a las explosiones en una fracción de segundo provocó numerosos incendios que devastaron varios kilómetros a la redonda en Hiroshima y Nagasaki, donde la mayoría de las construcciones eran entonces de madera.
Las quemaduras y los incendios habrían sido la causa de más de la mitad de las muertes inmediatas en Hiroshima.
INFIERNO NUCLEAR
Hiroshima y Nagasaki se carbonizaron en instantes. Las personas, animales, plantas –todo lo que estaba vivo un nanosegundo antes de que las nubes en forma de hongo estallaran en el cielo azul— explotaron y luego se evaporaron.


LA ‘ENFERMEDAD DE LOS RAYOS’
Muchas personas también murieron o resultaron gravemente heridas por los escombros que salieron disparados, otras por el derrumbe de edificios o al ser lanzadas por los aires.
Las explosiones atómicas también emitieron radiaciones nocivas a corto y largo plazo: la llamada “enfermedad de los rayos” afectó a muchos de los que sobrevivieron a la devastación inmediata en Hiroshima y Nagasaki.
Los síndromes por “radiación aguda” como vómitos, dolores de cabeza, diarreas, hemorragias y pérdida de cabello, podían provocar la muerte en cuestión de semanas o meses.

OTRO GOLPE: LA DISCRIMINACIÓN
Los ‘hibakusha’ (los supervivientes de la bomba, en japonés), quedaron expuestos a un mayor riesgo de desarrollar ciertos tipos de cáncer, y el calvario físico y psicológico que enfrentaron duró toda su vida para muchos.
Otro sufrimiento fue la discriminación, especialmente en lo que respecta al matrimonio. Durante décadas, muchos japoneses creyeron erróneamente que la “enfermedad de los rayos” era hereditaria, incluso contagiosa, y por ello evitaban relacionarse con los hibakusha.

Una foto de 1948 da un vistazo a la devastada ciudad de Hiroshima, tres años después del ataque nuclear de Estados Unidos.
Tras la guerra, el gobierno japonés creó la condición de “víctima oficial” de las bombas atómicas, que daba derecho a asistencia sanitaria gratuita, pero este derecho se concedía en condiciones restrictivas, lo que excluía a miles de víctimas.
Algunos hibakusha se convirtieron en fervientes activistas por la causa pacifista y antinuclear, viajando por todo el mundo para compartir su testimonio. Un movimiento que reúne a los supervivientes irradiados, Nihon Hidankyo, que exhorta a los Estados a actuar para eliminar las armas nucleares, fue galardonado con el Premio Nobel de la Paz 2024.

Toshiyuki Mimaki, representante de Nihon Hidankyo, recibió el Premio Nobel de la Paz en diciembre de 2024.
ANTES Y DESPUÉS DE LA TRAGEDIA

Imágenes fechadas en 1945 comparan cómo era Hiroshima antes del ataque y la devastación posterior.
Y EL TIEMPO SE DETUVO…

Relojes encontrados entre las ruinas de Hiroshima quedaron paralizados en la hora en la que la historia cambió para siempre.
ASÍ LO PUBLICÓ
EL NORTE 7 DE AGOSTO DE 1945

LA VISITA DE OBAMA
En 2016, Barack Obama fue el primer presidente estadounidense en el cargo en visitar Hiroshima.
Él también abogó por un mundo sin armas nucleares, aunque no pidió perdón en nombre de Estados Unidos por la tragedia japonesa de agosto de 1945.
