Ciudad de México.- Si no sabían fueron ineptos. Si sabían fueron cómplices. Las anteriores palabras, aunque lapidarias, no son para inscribirse en bronce eterno o mármol duradero, y ni siquiera en plastilina verde. Se refieren a un caso vergonzoso, lo cual excluye toda glorificación. La frase alude a los capitostes de la 4T en el anterior sexenio, desde el más alto hasta los medianejos, frente a cuyas narices se llevaron a cabo todas las corrupciones relacionadas con la droga y el huachicol. Tales manejos derivaron de la aviesa acción por la cual AMLO desvirtuó -por no decir que compró- al Ejército y a la Marina, y los llevó a terrenos donde la búsqueda de medro personal sustituyó a las altas funciones que la Constitución asigna a esos institutos. Adán Augusto López, brazo derecho y amigo cercanísimo del ex Presidente, está pasando las de Caín por causa de los ilegales actos de quien fue uno de sus más cercanos colaboradores, y que al mismo tiempo dirigía una banda delincuencial de alta peligrosidad. Los sucesos relacionados con ese sujeto, prófugo de la justicia hasta que fue aprehendido en Paraguay, comprometen gravemente a los dos López, Andrés Manuel y Adán Augusto. Y en esto no hay más que dos sopas, las que al principio mencioné. Duras palabras son las anteriores, reconózcolo. Séame permitido atemperarlas con el relato de una historia quizá apócrifa. Necessitas caret legem. Esa máxima latina se traduce así: "La necesidad carece de ley". El pueblo hizo una versión más imaginativa y dijo: "La necesidad tiene cara de hereje". Cierto señor perdió el buen empleo que tenía. Inútilmente buscó otro: no lo halló. Bien pronto el desdichado se vio sin nada con qué hacer frente a los gastos del hogar. Su esposa lo tranquilizó. "No te preocupes, viejo. De soltera aprendí a hacer unos helados muy sabrosos. Los he hecho de fresa, vainilla y chocolate, pero también de otros sabores más exóticos: guanábana, chicozapote, chirimoya, mamey, maracuyá. ¿Qué te parece si hago esos helados? Tú saldrás a la calle a venderlos, y así haremos frente a nuestra situación". No le gustó la idea al señor. ¿Cómo iba a meterse a vendedor callejero después de aquel tan buen empleo que antes tuvo? Pero ya lo dije: Necessitas caret legem. Así, se consiguió un carrito de ruedas; la señora hizo los helados y él salió a venderlos. Pero muy mal. Muy mal. En primer lugar no fue por calles céntricas. Le preocupaba que sus antiguos compañeros lo vieran en semejante trance. Anduvo por barrios alejados, donde a pesar de las estadísticas la gente apenas tenía para mal comer, no ya para comprar nieve, fuese de vainilla o de maracuyá. Además no voceaba bien la mercancía, la anunciaba con voz patética, inaudible casi. Regresó a su casa sin haber vendido un solo helado. Dijo la esposa, exasperada: "Esto no puede continuar así. Mañana yo misma saldré a vender los helados". Salió, en efecto, la señora. Regresó cerca de la medianoche. Traía 10 mil pesos. El marido, estupefacto, preguntó: "¿10 mil pesos de helado?". Respondió la mujer en tono gemebundo: "¡Pos de lado, y de frente, y por todos lados!". La historia, lo dije ya, tiene todos los visos de ser apócrifa, a más de sicalíptica e incivil. Pero sucede que en estos tiempos todo en la vida pública es apócrifo. Apócrifa la Suprema Corte de Justicia; apócrifos sus acordeonistas integrantes; apócrifos el AIFA, la refinería Dos Bocas y el Tren Maya; apócrifa la austeridad republicana; apócrifos los juramentos de honestidad; apócrifa la negación del nepotismo; apócrifos los rituales indígenas, falsos y risibles. No importa entonces una historia apócrifa más... FIN.
MIRADOR
Por Armando FUENTES AGUIRRE.
En ningún país se hacen tantos puentes como en México. Aproveché el del 15 de septiembre y fui a pasar los días en el rancho del Potrero.
La cenas, como siempre, sabrosísimas. Sencillas son las viandas, pero sazonadas con buena amistad y buena charla. Don Abundio cuenta:
-Rosa y yo nos hicimos novios, y al poco tiempo me invitó a comer en su casa, para presentarme a su familia. En la cena sirvieron frijoles con chile y con tortillas. Después le dijo a Rosa su papá:
-Trae el pollo.
Se me hizo agua la boca. Rosa fue y trajo un pollo vivo. Lo puso en el suelo para que se comiera las migajas que habían caído de la mesa.
Todos reímos, menos doña Rosa. Masculla con enojo:
-Viejo hablador.
Don Abundio figura con índice y pulgar el signo de la cruz, se lo lleva a los labios y jura:
-Por ésta.
¡Hasta mañana!...
MANGANITAS
Por AFA.
". Adán Augusto López está dispuesto a declarar sobre el caso de su colaborador delincuente.".
Me explico su posición.
En estos tiempos fatales
ya todos los tribunales
son de su misma facción.