Vivimos tiempos de la verdad sintética,
desechable y modificable…
Ya es muy común vaticinar que el periodismo puede desparecer por la incursión de la tecnología con el argumento de que ahora nos informamos por internet y específicamente por las redes sociales. Esa es la principal expresión sin fundamento preciso. Pero lo que no vaticinamos es que de seguir avanzando esa tecnología de algoritmos donde las máquinas deciden por nosotros y quieren pensar por nosotros, implica que también la democracia, la libertad y el periodismo se están yendo por el caño.
Si perdemos la libertad, perdemos el periodismo; si perdemos el periodismo, perdemos la democracia; si nos quedamos sin democracia, perdemos la libertad. Es como un trípode, que es un soporte o banco de tres patas y que si una falla no se sostiene en los otras dos, porque deben estar parejas las tres. Una sin las otras dos no puede sostenerse: libertad, democracia y periodismo son un trípode de la sociedad humana.
El problema es que nuestra capacidad de asombro se ha relajado tanto que no visualizamos los tiempos que se avecinan. Nos hemos ido acostumbrando a la oscuridad que vamos perdiendo el interés por la luz, porque lo único que vemos a todas horas es una pequeña pantalla donde almacenamos todo. Nuestro mundo se ha reducido a estar horas viendo la pantalla del celular. Esa es nuestra pobre y miserable visión del mundo.
Perder la oportunidad y capacidad de decidir, representa la esclavitud que se agrava por la ignorancia o desinterés. Más que la posible pérdida de las libertades de pensar y de expresión, el peligro está en la apatía y la indolencia porque nos despojen de la esencia de la humanidad. Ser libre es lo más sagrado de la persona porque ejercemos nuestra imaginación y voluntad para crear, existir y tener sentido de la vida. Si perdemos el ánimo o amor por la libertad perdemos todo y, metafóricamente, dejamos de ser humanos.
Es la potencia de la conciencia y el libre albedrío para lograr la felicidad en realizarnos y trascender por las acciones y retos.
Los síntomas de ese autismo existencial donde ignoramos el valor de la libertad son muy claros: un exagerado individualismo, un narcisismo que nos ha convertido en espejos vivientes donde solo nos queremos ver todo el día; un materialismo que aleja a cualquier intento de reconocer el espíritu que tenemos dentro; un consumismo que nos ahoga y empobrece y sobre todo, desdeñar que gradualmente hemos ido perdiendo la libertad de pensar, de decidir y de expresión. Vivimos ya bajo la dictadura de la posverdad, donde cada uno impone su “propia” verdad que son falsas noticias o “alternancia” de otros hechos.
Recientemente se celebró el Día Mundial de las Noticas (World News Day) y la preocupación principal del periodismo en todo el mundo es la pérdida de la libertad de expresión. En una serie de artículos publicados en varios diarios del mundo se lanzó la alerta.
Phil Chetwynd[1], director mundial de noticias de la agencia francesa AFP, señaló que “ya no es necesario demostrar que los hechos son falsos, basta con difamar sin descanso, sembrar dudas y lanzar conspiraciones. A menudo, los algoritmos de las redes sociales se encargan del resto. El ataque al periodismo y la campaña para socavar los hechos ocurre en un momento en que la gestión de nuestras vidas digitales se está transfiriendo cada vez más a potentes herramientas de Inteligencia Artificial Generativa. Todos podemos ver las asombrosas capacidades que tienen estas herramientas para la construcción del conocimiento y el avance humano, pero también ya estamos viendo cómo pueden utilizarse para contaminar nuestro ecosistema de información con una avalancha de contenido falso”.
Por su parte Fernando Belzunce[2], director general editorial de Vocento, dice que “vivimos en unos tiempos caracterizados por la desinformación en un clima de polarización extrema, con poderosas fuerzas políticas que entrenadas en el manejo de las emociones, son capaces de causar una enorme desestabilización a través de las redes sociales”. Asimismo denuncia que “emergen líderes a modo de influencers de esta nueva doctrina cultivadas en las redes sociales, donde se agita el ataque despiadado al que piensa diferente, asi como el continuo cuestionamiento de las instituciones, elegidas para representar la voluntad ciudadana, pero sorprendentemente señaladas como supuestas enemigas del pueblo”.
“Vivimos hoy en un tiempo en el que las personas son incapaces de distinguir entre lo verdadero y lo falso o bien no están dispuestas a hacerlo”, dice Martín Baron[3]. Sobre el papel del periodismo, dice que “todos los elementos en los que nos hemos apoyado históricamente para determinar los hechos -formación, conocimiento experto, experiencia y, por encima de todo, evidencias- han sido denigrados, desdeñados o negados”. Hoy en día, cualquier persona con un celular en la mano se siente y se dice “periodista ciudadano”.
Sobre la producción de la inteligencia artificial, Liz Corbin y Vincent Peyregne[4], dicen que es tan convincente y moldea tanto la información que consumimos que corremos el riesgo de no poder confiar en nada y la desconfianza es el combustible que alimenta el conspiracionismo, la polarización social y el desapego democrático. Esto no es una paranoia lejana o abstracta. Internet ya está inundada de falsificaciones sintéticas diseñadas para engañar, generar clics y fomentar intereses particulares”.
Más contundente son David Walmsley y Tawfik Jelassi[5] que dicen que “si perdemos nuestro derecho de acceso a la información y si el periodismo independiente pierde la capacidad de informar de los hechos, nuestros derechos y nuestras democracias podrían desparecer por completo. Cuando la función pública guarda silencio, el periodismo investiga, verifica la información y comunica al público lo que realmente está sucediendo. La desinformación satura nuestros canales, a menudo propagándose más rápido que los hechos. La niebla de las mentiras se vuelve más densa, mientras la confianza en la verdad se desvanece”.
El pasado Dia Mundial de las Noticias, el lema y consigna fueron muy concretos: elija la verdad, elija los hechos, elija el periodismo.
Agregaríamos: rechace la desinformación, rechace la interpretación de los hechos, rechace la posverdad y las mentiras.
[1] CHETWYND, Phil, (2025) El periodismo bajo asedio, 23 de septiembre de 2025, Análisis, Sol de México
[2] BELZUNCE, Fernando (2025) Periodismo: tiempos de oscuridad, 24 de septiembre de 2025, Análisis. Belzunce es autor del libro Periodistas en tiempos de oscuridad en editorial Ariel.
[3] BARON, Martín (2025) La libertad de prensa que se fue de EU, 25 de septiembre de 2025. Baron fue director de The Washington Post de 2013 a 2021 y, previamente, editor jefe de the Boston Globe y The Miami Herald.
[4] CORBIN, Liz y Vincent Peyregne (2025) Mereces la verdad, no la interpretación de la IA, 26 de septiembre de 2025. Liz Corbin, director de noticias de la EBU; Vincent Peyregne, CEO de WAN-INFRA.
[5] EALMSLEY, David y Tawfik Jelassi (2025) El periodismo, más importante que nunca, 27 de septiembre de 2025. Walmsley es presidente del foro Mundial de Editores. El Dr. Jelassi es el subdirector general de la UNESCO para Comunicación e Información.