Dedicado a cada uno de los estudiantes que estuvieron el 2 de octubre de 1968 en la Plaza de las Tres Culturas —que no se olvida—; a los que marcharon conmigo el jueves de Corpus antes de ser embestidos por los Halcones, aquel 10 de junio de 1971, hecho que nunca ha dejado de doler; a los 43 normalistas de Ayotzinapa, ausentes aún, para tristeza y dolor de sus padres y vergüenza del gobierno; y por último, a un joven alumno que me preocupa y ocupa, porque reconozco su enorme valor como ser humano y espero que tengamos tiempo, como maestros, amigos y familia humana, de hacerle saber que la vida, con todos los problemas a los que nos enfrenta, bien vale la pena ser vivida. Nunca desmayes. — G.A.L.D.
LA REFLEXIÓN
Me duele, social y humanamente, cuán fácilmente nos horrorizamos ante una conducta juvenil que, aunque anómala y no justificada, tiene un trasfondo que debe entenderse. Sin embargo, de inmediato la tipificamos como un problema, cuando en realidad deberíamos advertir una tragedia —sí, la tragedia social y humana— que afecta a quienes reciben esa conducta.
Esto sucede, por ejemplo, con la joven que, hace unas semanas, asaltó con un hacha en la mano a una madre de familia en una secundaria de Delicias. Es obvio e indiscutible que debemos valorar la seguridad y el cuidado de la madre atacada; es válido exigir justicia. Empero —y aquí el gran pero—, ¿cuándo y cómo nos preocupamos por la joven afectada y cómo actuamos para entender por qué una joven de entre 12 y 13 años pudo actuar así?
EL HECHO
Aquí la crónica:
«Parecía un día normal a las siete de la mañana cuando Brenda acudió a una reunión de padres de familia en la Secundaria Técnica 52, en el municipio de Delicias, Chihuahua. Sin embargo, al entrar al baño no imaginó que enfrentaría un ataque por parte de una menor de 12 años».
Según la señora, «me encontraba en el baño; comencé a percibir olor a quemado y escuché un ruido como si alguien afilara algo en el piso. Al preguntar qué estaba ocurriendo, una voz respondió “nada”. Mientras me lavaba las manos pude observar a la menor con una camiseta negra, una máscara con calavera en el rostro y un hacha en la mano. Pude bloquearla, pero venía con mucha fuerza. Me defendí, pero me alcanzó a dar en la cabeza; traigo golpes por el hacha. El ataque continuó cuando la agresora sacó una navaja y me la clavó. En ningún momento me dijo palabra alguna ni me solicitó nada; únicamente quería agredirme. Cuando intentaba detener el hacha, con la otra mano sacó una navaja y me la encajó. En un momento me acercó con su pecho y la mordí en el pecho. Tras la agresión, la menor de 12 años fue detenida por algunas horas, pero ya fue liberada. Por ello pido que se haga justicia, pues considero que una persona con ese comportamiento no puede estar en la calle. Hoy fui yo, pero si hubiera entrado un alumno… no lo cuenta; es una persona corpulenta. Sentí que mis hijos se quedaban sin mamá».
Como señalé líneas arriba, la agresión es incuestionable, pero ahondar en las causas es necesario. ¿Qué hace que una niña de 12 años actúe de esa manera? Hasta el momento se desconoce qué la motivó; únicamente publicó en sus redes sociales una imagen del hacha con el mensaje: «Mañana es el fin, tendré mi revancha». La madre de la agresora avisó a Brenda que retiraría a su hija de la escuela. La Fiscalía y el DIF estatal se reunieron a puerta cerrada con los directivos del plantel, sin que hasta el momento se den a conocer mayores detalles. La institución informó únicamente que se reforzarán los protocolos de seguridad.
EL CONTRAPUNTO DE ANÁLISIS
Vale la pena analizar, ante esta tragedia, el nuevo informe de la UNESCO, que advierte que las redes sociales afectan el bienestar, el aprendizaje y las opciones profesionales de las niñas. Si bien las tecnologías digitales pueden mejorar la enseñanza y el aprendizaje, también presentan riesgos como la invasión de la intimidad, la distracción en el estudio y el ciberacoso. Concretamente, el informe explica cómo las redes sociales amplifican los estereotipos de género, produciendo efectos negativos en el bienestar, el aprendizaje y las oportunidades profesionales de las niñas.
Los menores socializan cada vez más a través de las redes. Con demasiada frecuencia, las plataformas basadas en algoritmos amplifican la exposición a estereotipos de género. El diseño de estas plataformas debe incorporar consideraciones éticas: las redes sociales no deben recluir a mujeres y niñas en roles que limiten sus aspiraciones educativas y profesionales.
El informe, titulado La tecnología en los términos de ellas, advierte que los contenidos basados en imágenes y controlados por algoritmos —especialmente en redes sociales— pueden exponer a las niñas a materiales que van desde contenidos sexuales hasta vídeos que ensalzan comportamientos poco saludables o estándares corporales irreales. Esta exposición perjudica la autoestima y la imagen corporal de las niñas, y repercute en su salud mental y bienestar, esenciales para el éxito académico.
El informe cita un estudio interno de Facebook según el cual el 32 % de las adolescentes que se sienten mal con sus cuerpos se sienten peor por Instagram. También subraya el diseño adictivo de TikTok, caracterizado por vídeos cortos y altamente atractivos; este modelo de gratificación instantánea puede influir en la atención y los hábitos de aprendizaje, dificultando la concentración prolongada en tareas educativas y extracurriculares.
COROLARIO
Considerando antecedentes de al menos dos casos similares al de la niña de Delicias —uno en Monterrey y otro fuera del país— y sin caer en el lugar común de decir que estas patologías son más frecuentes ahora, tenemos frente a nosotros un problema serio. Debemos cuidar a nuestros niños y jóvenes, acompañarlos frente a realidades en las que su cerebro está aún en formación y sus aprendizajes son bombardeados por redes inescrupulosas que buscan cautivarlos más que educarlos. Que quede claro: esa es tarea, en mayor medida, de padres y maestros, más que de las máquinas.
Cierro refiriendo otro grave problema: el suicidio, que ya se torna en un flagelo para la juventud de Chihuahua, que desafortunadamente lidera el primer lugar nacional. Hay mucho que hacer al respecto. Por eso cierro esta colaboración conminando a una reflexión profunda sobre este mensaje de la UNESCO:
«Puesto que las guerras (y esta es una guerra) nacen en la mente de los hombres —seres humanos—, es en la mente de los hombres donde deben erigirse los baluartes de la paz.»
— Constitución de la UNESCO, 1945.