Ni los veo ni los oigo:
Carlos Salinas, AMLO y Claudia

Los sistemas dictatoriales han empleado la reprimenda usando la violencia extrema. Ejemplos sobran: el de Río Blanco –en 1907- usó al ejército para brutalmente asesinar a los obreros que protestaban contra las condiciones inhumanas que soportaban desde muchísimo tiempo. De ahí la frase de Porfirio Díaz de “mátalos en caliente” adquirió sentido siempre con el pretexto de preservar el orden y el progreso.
De las más conocidas fueron ordenadas por el gobierno de Díaz Ordaz el famoso 2 de octubre del 68 contra estudiantes, angustiado porque se aferró a la idea de que la Internacional Comunista lo estaba organizando y financiando, pero se fue contra los estudiantes sin clemencia. También con el pretexto de salvaguardar el Estado Mexicano.
Luis Echeverría también hizo lo propio. La represión del Jueves de Corpus, mejor conocida como El Halconazo, ocurrió en la Ciudad de México en 1971. Todo para preservar el status quo.
Cuando se ordena usar las fuerzas del gobierno las consecuencias no pueden ser previstas. La historia nos lo muestra. De un evento que pudo ser contenido sin arremeter contra los manifestantes.
El gobierno federal de toda culpa a la derecha internacional. De aquí surgen varias tesis. La primera es preguntarnos ¿en un estado democrático las distintas posturas políticas-filosóficas tienen derecho a existir? Por supuesto que la izquierda, la derecha, el centro o el anarquismo lo tienen. Lo negativo es que si llegan al poder –cualquiera de estas posturas cuando se inclinan al extremismo- imponiendo por la fuerza su ideología y declarar enemigos del Estado, la nación, el país, la estabilidad e infamar a quienes no piensan como ellos, perseguirlos, denostarlos con la autoridad de convencerse de que quienes detentan el poder poseyeran la verdad única. En un sistema democrático, la alternancia política, la libertad de expresión, la independencia para pensar y actuar, deben estar presentes y saber que las convivencias de ideas pueden convivir civilizada y pacíficamente. Recordemos que la derecha y la izquierda y sus combinaciones con otras posturas (la derecha cristiana, la filosofía de la liberación, el existencialismo cristiano y otras más) tienen un mismo padre: Hegel. El marxismo propugnaba “la dictadura del proletariado”. Ahora es la dictadura de la 4T.
La segunda posible consecuencia de esta reacción la tienen en puerta: las elecciones del 27 y la consulta de la revocación de mandato pueden cobrarles factura. Pero para la primera pueden emplear el fraude electoral y la elección de estado. Para la segunda no empalmar la cercana elección con la revocación.
Asistir a las urnas es un derecho y una obligación. Y si tienes en tus manos decirle un claro No a la presidente con A lo puedes hacer en la secrecía de las mamparas. En cambio, si se deja para el 28 esa consulta puede ser manipulada o utilizar la indiferencia ciudadana. La experiencia de la elección del sistema judicial les da la fórmula: ganó quien debía ganar y perdió quien debía perder.
Y aquí una tercera opción. Diseñar una boleta donde podrás los números porque quienes debes sufragar ordenados a través de acordeones.
Si con estas necias decisiones de usar la fuerza pública piensa calma todo, para el sistema, perfecto. Pero lo dudo. La ciudadanía puede despertar cuando menos se espere. La indignación social puede crecer hasta convertir la represión, la violencia, la intolerancia, en pan de todos los días. Hasta que se haga indispensable y ahora sí, la represión, como a principios del siglo pasado, el 2 de octubre que no se olvida, el jueves de corpus volverá con más fuerza que nunca de modelos fanáticos que pensábamos ingenuamente habíamos superado. Solo recordemos que los manifestantes lo hicieron con el rostro descubierto y esa ala agresiva lo hizo en el anonimato. De continuar así habrá víctimas mortales. Todo para cuidar con celo la Cuarta Transformación, caiga quien caiga y cueste lo que cueste. Solo nos falta volver a una cruda censura, indispensable para Palacio Nacional.
Mi álter ego se pregunta ¿cómo recibirá el Estadio Azteca –con otro nombre- a Claudia cuando asista a declarar formalmente inaugurado el mundial de futbol? El monstruo de mil cabezas no tiene piedad. Pero si no asiste será una muestra de miedo a su pueblo bueno y sabio y su popularidad.