Durante el PARO-MARCHA NACIONAL de la Coordinadora Nacional de Trabajadores de la Educación (CNTE) del 9 de junio de 1980, desfilaron por las céntricas calles de la Ciudad de México, más de 100 mil trabajadores de la educación pública, levantando como principales demandas: descongelamiento de sobresueldo y su incremento en un 100%; aumento al sueldo base no menor del 30% retroactivo al 1º de enero y pago inmediato de salarios atrasados.
Al término de la marcha, más de 15 mil maestros de Oaxaca, decidieron instalar un plantón en las calles circundantes a los edificios de la SEP y del SNTE, hasta obtener respuesta satisfactoria a sus planteamientos. Ante la firmeza combativa del magisterio oaxaqueño, la solidaridad ciudadana empezó a fluir: colonos, estudiantes, amas de casa, sindicatos; organizaciones civiles y políticas ayudaron con ropa, víveres, tiendas de campaña, dinero. Y prácticamente, todo lo indispensable para que se continuara exitosamente con el campamento.
El 12 de junio por la noche, el responsable del cuerpo de granaderos comunicó a los dirigentes de la Sección 22 (CNTE/SNTE) que tenían una hora para desalojar las calles ocupadas por los contingentes magisterial-oaxaqueños.
Como una muestra más de prudencia, la comisión ejecutiva decidió retirarse, responsabilizando al gobierno de la República de cualquier agresión que pudieran sufrir los docentes de la Sección 22 de Oaxaca.
No obstante, en la práctica, la SEP tuvo que negociar con los representantes de la Comisión Ejecutiva de los Trabajadores de la Educación de Oaxaca (Sección 22), aceptando que sirviera de intermediario el Secretario de Gobernación, Enrique Olivares Santana.
El SNTE y en particular su “guía moral”, Carlos Jonguitud Barrios, a la sazón gobernador del estado de San Luis Potosí, quedaron mal parados, pues fue evidente que su pregonado control político total sobre el SNTE no era tal, que no tenían influencia en las secciones de OAXACA y CHIAPAS, así como en otras secciones del país.
El ascenso en la lucha de los docentes oaxaqueños se concretó y consolidó, por lo que el Comité Ejecutivo Nacional del SNTE se vio obligado a aceptar una comisión ejecutiva de trece militantes de la CNTE.
Ha menester relatar que los maestros de la CNTE no solamente dedicaron sus esfuerzos físicos e intelectuales a la solución de sus ingentes necesidades salariales, ascensos escalafonarios y demás prestaciones; sino que dando muestras de su vocación y profesionalismo pedagógico-educativo, en su Asamblea Nacional del 26 de junio de 1980, efectuada en el Auditorio “Rafael Ramírez” de la Escuela Normal Superior de México (ENSM) situada en Fresno 15 de la colonia Santa María la Rivera del entonces D. F., la decisión más importante fue: QUE SE ABOCARAN TODAS LAS FUERZAS DE LA CNTE A DEFENDER EL NORMALISMO Y LAS ESCUELAS NORMALES EN SU CONJUNTO.
La decisión anterior fue consensada debido a que el proceso democratizador en el ámbito académico y sindical, que los estudiantes-maestros de la ENSM impulsaban permanentemente desde 1968, se vio afectado por las autoridades educativas en franco contubernio con el CEN SNTE, al pretender la fragmentación de la ENSM para impedir la concentración de profesores foráneos que acudían a estudiar en los cursos intensivos que impartía la ENSM, durante los meses de julio y agosto de cada año.
La SEP argumentó un pretexto absurdo para llevar a cabo la descentralización, al aseverar en un comunicado público: “… en virtud de la remodelación y remozamiento de la Escuela Normal Superior, los cursos de verano para capacitar a 4450 maestros de primaria como profesores de secundaria se realizará en once locales de escuelas habilitadas”.
Sin arredrarse frente a las amenazas y represalias de tipo jurídico de la SEP, la democracia retumbó en la ENSM: la Asamblea General discutía los acuerdos que previamente habían alcanzado consenso en asambleas de grupo y por especialidad; la unificación en esta primera etapa de alumnos y maestros fue total. Se defendió a la institución con seriedad académica y con excelente intransigencia política asumida por una comunidad ávida de ejercer con plenitud la vida democrática.
La Asamblea General resolvió no acudir a los 11 centros habilitados por la SEP y, en abierta oposición a las arbitrarias medidas oficialistas, seguir recibiendo clases en las instalaciones oficiales de FRESCO 15 en la Colonia Santa María la Rivera.
Es imperativo reconocer que en cuanto a la defensa de las Escuelas Normales (NORMALISMO) como de la EDUCACIÓN PÚBLICA y GRATUITA, concretamente del ARTÍCULO 3º de la CPEUM, la inmensa mayoría del magisterio al servicio de la Educación Pública, en todo momento ha estado FIRME y en PRIMERA FILA.
Los combates para exigir la auténtica democracia sindical, los aumentos salariales y jubilación digna, adquirieron fuerza. Por lo que, paralelamente, el PRI-Gobierno y “Vanguardia Revolucionaria” CEN/SNTE, arreciaron la represión en contra de los maestros progresistas.
Siendo una de tantas acciones represivas, el vil asesinato del Maestro MISAEL NÚÑEZ ACOSTA, integrante del Comité Ejecutivo de la Sección 36, el 30 de enero de 1981, en Tulpetlac, Edo. de México. Los homicidas: Rufino Vences Peña, Joel Vences Hernández y Jorge Mejía Pizaña, al ser aprehendidos meses después, aceptaron haber recibido dinero de Clemente Villegas Villegas, integrante de “Vanguardia Revolucionaria” y miembro del Comité Ejecutivo “charro” de la Sección 36 del SNTE.
Esas acciones represivas y actitudes antidemocráticas del Estado y de “Vanguardia Revolucionaria”, de ninguna manera caló en el ánimo y gallardía reivindicadora del magisterio progresista en general y de los militantes de la CNTE; sus demandas han sido una constante, ciclo tras ciclo escolar, como hasta hoy se puede corroborar.
El espacio nos pide, terminar con lo siguiente: La constitución de la CNTE por parte de los docentes “sureños” (Oaxaca, Chiapas, Tabasco, Guerrero, Michoacán…), surge en donde la pobreza de las comunidades indígenas y mestizas, estrujaba la conciencia en sí y para sí, de maestras y maestros que consideraron la falta de aprovechamiento escolar, la reprobación, el ausentismo temporal y/o “deserción”, problemas de salud, etcétera, esencialmente a factores socioeconómicos.
Es decir: tenían claro, que los problemas durante el proceso de enseñanza-aprendizaje del alumnado, se resolverían al elevar las condiciones socioeconómicas de sus progenitores y por ende, de sus vástagos.
¡NUNCA: EL PROCURAR ESAS Y MÁS SOLUCIONES EN BIEN DE LA NIÑEZ, DEBE LLEVAR AL VERDADERO DOCENTE-EDUCADOR A COMETER TRAICIONES!