Cuando los cardenales eligieron Papa a Benedicto XVI le comenté a un amigo “los cardenales se inclinaron por un vicario de Cristo muy conservador” y me respondió “tú, lo que quieres, es que los homosexuales se casen”. Si se casan o no, no veo problema, pero pudieron inclinarse por un candidato más moderno, adecuado a los tiempos del siglo XXI. Más abierto a los tiempos. Finalmente renunció y fue lo mejor que pudo haber hecho. Ya estaba enfrentando a la Iglesia, no a él, con grupos progresistas, eliminó la excomunión a Marcel Lefebvre y seguidores. Y el catolicismo dio un gigantesco paso hacia atrás. En fin, la historia lo juzgará.
Pero ahora el Colegio Cardenalicio tiene la responsabilidad de elegir un nuevo Papa. Según los vaticanólogos tiene varias opciones: seguir con la herencia ideológica liberal de Francisco, inclinarse hacia el conservadurismo o encontrar un obispo de Roma mediador.
Desiderata
Me inclino por un Papa mediador, ni a un extremo ni al otro. No a un pastor de Cristo seguidor de la Teología de la Liberación porque crearía enfrentamientos con varios líderes religiosos dentro de la propia iglesia. Tampoco al extremo de un conservadurismo radical que se enemiste y dé marcha atrás a los –pocos- progresos de la gestión de Francisco.
Entonces, me inclino por un término medio. Que continúe con la postura filosófica, religiosa, ideológica del Papa recién fallecido. Capaz de recuperar el prestigio de la Iglesia. Que abra diálogos con otras iglesias para llevar una relación cordial de tolerancia y apertura. Menos rígido para quienes casados por la iglesia y separados por las condiciones que gusten y manden, se vuelvan a casar en sus creencias. Es más castigado vivir fuera del sagrado vínculo matrimonial eclesiástico que asesinar a un cristiano o a uno no creyente, a un musulmán o cualquier otro, arrepentirse, jurar que no lo va a volver a hacerlo y recibir la absolución. Cuidar las finanzas del Vaticano. Llevar a la justicia a quienes abusando de su poder cometen delitos deleznables como es el caso de la pedofilia.
En esta carta a Santa Claus que el matrimonio sea opcional para quienes desean dedicar su vida al sacerdocio y por supuesto, tener hijos. Según estudios, entre el 30 y el 50 de ellos no lo cumplen total o parciamente. Los límites, claro está, no podrían ser obispos, cardenales o papas. Pero tendrían la experiencia para aconsejar debidamente a los casados.
Otra situación importante. Permitir voluntariamente el uso de anticonceptivos. Traer los hijos que Dios nos mande arremete contra las sociedades más humildes y va de la mano con más ignorancia y con ella más pobreza. Según datos el 98% de las mujeres católicas en México usan algún tipo de anticonceptivo.
Democratizar la iglesia. En principio permitir a las mujeres aspirar y alcanzar ser sacerdotisas. En una época donde las mujeres se han empoderado, la Santa Sede sigue siendo machista. Cuando hablamos de igualdad de condiciones entre hombres y mujeres es el momento de hacerlo valer. y que sea su capacidad, inteligencia, entrega, integridad, honestidad –como debería ser para los caballeros- la que las lleve a puestos importantes. Habría que hacer menos secreto el cónclave ¿qué ocultan? Sería óptimo que los fieles tuviesen voz en la elección de los sacerdotes de su parroquia y en la selección de sus obispos. Acercarse a los jóvenes con entusiasmo y alegría.
(No hagan caso a los seguidores de la Cuarta Transformación que sugieren se pongan en una tómbola lo hombres de los 130 cardenales que aspiran al papado, eliminar 65, luego 32. Posteriormente 16. Más adelante 8 y de ahí que por medio de una encuesta oculta se elija al sumo pontífice (esta es una broma, mala, pero sin negativa intención)). Por una iglesia que alcance al siglo veintiuno.
Mi álter ego les recuerda –hablando de elecciones- no participar ni como funcionarios de casilla, ni yendo a emitir sus votos para quienes integrarán el poder judicial porque es absurda, sin sentido, inútil, fantasiosa, costosa, caprichosa. Y deben saberlo, ustedes no tendrán oportunidad ni siquiera de contar los votos. Elección más turbia no puede haber. De perdida antes se embarazaban las urnas, se votaba varias veces y hasta los difuntos ejercían sufragio. La 4 T ya los rebasó.