-“El Pingüino”, actor del verano caliente
-Sorprende muerte de “Fito”
-Primer afectado por Adela

Con la diputada medio verde-medio morena, Brenda Francisca Ríos, y el expanista, exnaranja, corralista de corazón, Miguel Riggs, los morenistas de la capital no tienen identificación alguna en este periodo anticipado de disimuladas campañas para competir por la Presidencia Municipal de Chihuahua.
La legisladora exdirigente del Partido Verde está marcada por su duartismo y entreguismo a las peores causas priistas, pese a lo cual, ahora desde Morena, sin pena alguna ha tomado al alcalde panista Marco Bonilla como blanco de sus ataques, en el obsesivo sueño de ser la candidata guinda para sucederlo.
El empleado más lento del neomorenista exgobernador de Chihuahua, Javier Corral, por otra parte, no pierde oportunidad para ponerse en ridículo, desde insultar a la síndica, Olivia Franco, mientras era grabada su participación en una sesión en cabildo, hasta confundir términos y facultades municipales; no, el regidor Riggs Baeza no es opción del morenismo, no es opción ni de su casa.
Aquí en este hueco es donde entra el regidor Hugo González, quien además de trabajar en la dirigencia partidista y ser moreno de cepa, muy calladito se la pasa de visita en visita por las colonias. En lo que va del mes, dicen, ha tenido reuniones discretas de gestión y promoción en Riberas de Sacramento, División del Norte, San Jorge y Cerro de la Cruz.
Hasta el momento en el partido guinda es el que más visibilidad tiene, pues cuando no anda tirando ganchos al municipio o críticas al estado -con datos más aterrizados y argumentos alejados de la alharaca de sus compañeros arribistas- anda con movilizaciones vecinales.
Lo interesante es que no cubre un distrito en específico, sino que ha buscado la organización en todo el municipio, arma grupos de vecinos, gestiona soluciones, camina, gasta la suela y no nada más pone su cara para estridentes videos en redes.
Así, a pesar de que los nombres de los oportunistas recién llegados a Morena, Riggs y Ríos, parecen más mediatizados, por tierra levanta más polvo el regidor, que en una de ésas y hasta les da un susto tanto a los azules como a los guindas, muchos dormidos en sus laureles.
Esto, claro está, le da bonos ante el alcalde juarense Cruz Pérez Cuéllar, quien cuenta con un buen aliado en tierras capitalinas con miras al 2027.

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El fallecido Humberto Ramos Molina, fue uno de los protagonistas más visibles en los tiempos del verano caliente del 86 y varios años después.
Conocido como “El Pingüino”, por su peculiar forma de caminar, Ramos Molina fue alcalde de Cuauhtémoc por el Partido Socialista de los Trabajadores (PST) entre 1983 y 1986.
En el conflicto electoral del 86, junto con Camilo Daniel Pérez y Antonio Becerra Gaytán, conformó el Movimiento Democrático Electoral, con plantones frente a Palacio de Gobierno.
En 1987 esa alianza mudó en el Movimiento Democrático Campesino, para exigir mejores precios de garantía a los cultivos de frijol y maíz, de la región temporalera de Chihuahua.
Reporteros de aquella época recuerdan la gran marcha de los productores del suroeste que salió precisamente de Cuauhtémoc hacia la capital y que se apostó durante semanas en la Plaza Hidalgo.
Le tocó al entonces gobernador, Fernando Baeza, lidiar con esa problemática, y en particular a Artemio Iglesias, al frente Desarrollo Rural en aquel entonces, hacer las gestiones ante la SARH, Secretaría de Agricultura y Recursos Hidráulicos.
Ya como Frente Democrático Campesino, el movimiento se “institucionalizó” y puso sus oficinas sobre la avenida Aldama, integrado por los ahora morenistas Víctor Quintana y Miguel Ángel Colunga, el escritor Gabriel Borunda, el recientemente fallecido Enrique Ochoa Godoy, e incluso Mario Vázquez Robles, ahora senador por el PAN, transformado en rancio miembro de la aristocracia azul de esta capital; de la aristocracia política, no de la económica.
Dentro de un año habrán de cumplirse los 40 años del Verano Caliente del 86, y no faltarán las remembranzas de personajes que marcaron toda una época, como Humberto Ramos Molina.

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Sorprendió el fallecimiento de Rodolfo Torres Medina, figura destacada de la política chihuahuense, cuando el PRI estaba en su esplendor, a finales del siglo pasado.
“Fito”, como le decían, fue Rector de la UACH entre 1985 y 1988, es decir, durante el mandato de Fernando Baeza, y le tocó lidiar con un movimiento interno, surgido en la escuela de Enfermería, en la era de la efervescencia estudiantil.
De 1989 a 1992 fue presidente municipal de la ciudad capital, arrolló, en una campaña más bien aburrida, a su contrincante por el PAN, Leandro Luján Peña.
Le tocó lidiar con la tromba del 90, que causó innumerables destrozos en la ciudad, siendo entonces el director de Desarrollo Urbano y Ecología, José Reyes Baeza.
El dato interesante es que, rumbo a la sucesión del 92, Torres Medina traía ganas de ser el candidato a gobernador. Se apoyó en el director de El Heraldo de aquel entonces, Alejandro Irigoyen, en un pleito interno con el que suponían, equivocadamente, que era su contrincante, Artemio Iglesias Miramontes.
Pero cosas de la política, don Fernando ya había optado por el fracaso llamado Jesús Macías (que en paz descanse), el alcalde de Juárez, y le puso la alfombra roja a Francisco Barrio, quien terminó arrollándolo.
No se sabe por qué motivo Torres Medina se retiró de la política y en los últimos años se dedicó a dar clases en la Facultad de Derecho.
En 2016 fue designado director de los Bachilleres, pero duró poco tiempo.
Ayer, propios y extraños, lamentaron su muerte, porque el consenso es que “Fito” tenía don de gentes y que se sepa, nunca maltrató a nadie, ni siquiera a quien luego tomaría categoría de mounstrito suyo, Alfredo de la Torre.

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Siguen surgiendo los detalles en la elección judicial del próximo primero de junio. Más allá de la falta de recursos para su organización.
Ahora resulta que, por acuerdo del Consejo General del INE, las boletas sobrantes de la jornada electoral no serán invalidadas con una raya diagonal, tal y como se realiza en las elecciones constitucionales ordinarias.
La invalidez de estas boletas sobrantes es indispensable para generar certeza, máxime que no habrá conteo en las casillas electorales a instalar, y el cómputo será efectuado en las asambleas o consejos distritales, ya sean locales o federales.
Si la participación ciudadana en estas elecciones extraordinarias está proyectada en el 10%, luego entonces habrá un 90% de boletas inutilizadas que en el caso del estado de Chihuahua es una cantidad altísima, algo así como 2 millones 800 mil boletas sobrantes.
No tiene ningún sentido que esas boletas lleguen en blanco a la Asamblea o Consejo electoral, porque sólo incrementará el trabajo que deberán realizar, ya de por sí extenuante, de un cómputo y escrutinio que no tiene pies y cabeza.
Para lo único que servirán esas boletas es para alimentar el rumor de un fraude a gran escala.

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Hay datos interesantes en el análisis del desempeño de los juzgados de ejecución de penas del sistema tradicional y mixto, por ejemplo, los acuerdos fuera de trámite correspondientes a orden de aprehensión o citación negadas.
Llama la atención que en el distrito Bravos -Juárez y municipios aledaños- sean 879 los trámites de esta naturaleza desahogados nada más de enero a marzo del presente año.
Contrasta por ejemplo con el caso del distrito Morelos, o sea esta capital, donde hay cero trámites de esta naturaleza.
O hay una sobre actuación del ministerio público solicitando órdenes de aprehensión o citación, o hay un error en la estadística del Tribunal Superior de Justicia, pero suena muy ilógico que en el distrito judicial Morelos no haya una sola actuación de este tipo, cuando por ejemplo en el distrito Benito Juárez hay 80, en el distrito Camargo hay 102 y en el distrito Hidalgo, 72.
Es curioso que en dicho apartado los números estén en cero, cuando de acuerdo a la estadística en lo que va del año en el distrito Morelos hay cuatro 259 actuaciones judiciales, contra tres 663 en el distrito Bravos; le siguen, con 613, Benito Juárez, 595 en Mina, 527 en Galeana y 590 en Hidalgo.
Los demás distritos apenas tienen movimiento.

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La secretaria del Tribunal Estatal Electoral sigue siendo Nohemí Gómez, que entró al puesto cuando su titular, Gabriel Sepúlveda, debió ocupar una magistratura vacante.
Con la llegada de Adela Jiménez quedó completo el Tribunal.
La nueva magistrada no conoce la materia electoral, pero sabe en términos generales de la función jurisdiccional.
No debe de ser obstáculo para el buen funcionamiento de la institución, dejando fuera las filias y fobias que con el corralismo viene cargando.
Por lo pronto hay afectados con su nombramiento. Gabriel Sepúlveda Ramírez sería instalado en alguna de las ponencias de los magistrados Roxana García o Hugo Molina.
Obvio el movimiento, cuando precisamente Gabriel Sepúlveda Reyes (padre del funcionario electoral) fue destituido con maniobra de Corral.