Hasta el último día el presidente de la República, Andrés Manuel López Obrador, lo seguirá siendo de facto, dando órdenes a la presidenta de la República y a su partido, por más que diga que se va a su rancho “La Chingada”; como dicen los muy religiosos, está bajo el manto de algunos pecados de algunos capitales como el ego, la soberbia, la avaricia, el poder, los cuales practica diariamente en su mañanera, la cual seguirá al frente de la misma la presidenta, al parecer por órdenes del dictador AMLO, quien ni el nombre le cambiará.
En diversos medios de comunicación el presidente dice entre líneas que podría dedicarse a cuestiones relacionadas con la ecología, lo cual sería importante, pero resulta que devastó gran parte de selva para la construcción del Tren Maya y otras obras “monumentales”, bajo el resguardo del secreto por ser una obra de seguridad nacional. Sólo él, su ejército y seguidores sabrán en qué consiste este término.
Esta figura existe desde los albores del mundo antiguo, bajo un sistema jurídico en Roma. En efecto, al dictador romano como al Ejecutivo en los estados actuales se le reviste de un poder extraordinario para solventar emergencias y anomalías más o menos graves y de urgente solución, siendo las principales “rei gerundae causa” (encargarse de la situación), cuando el Estado está en peligro en caso de guerra exterior, “seditionis sedandae causa” (para sedar una conmoción o desorden público interior) cuando una de las instituciones del Estado está en peligro, y otras emergencias que hoy incluyen las sociales, económicas y ecológicas, pero que en la antigüedad no se consideraban tan importantes, aunque también se justificó la dictadura romana para enfrentar los estragos de la peste mediante el rito del clavi figendi causa (que consistía en clavar un clavo) en el templo de Júpiter con el fin de invocar conjuros sagrados para la calamidad natural, o se justificó también la dictadura para épocas en las que se consideró necesaria la divertida manipulación del populus (pueblo) mediante los ludorum faciendorum causa (celebración de los juegos romanos), o también para establecer fiestas o “ferias” religiosas en momentos de desgracia social (ferarium constituendarum causa). Es decir, en la Roma republicana hubo dictadura para la guerra y también para la fiesta.
Es decir, López Obrador con poder absoluto va a determinar cuál asunto de Estado será importante para someter a los ciudadanos, qué decir de los llamados partidos de oposición. Por qué no imaginar como en los tiempos del PRI, ante una crítica al sistema de inmediato eran cerrados los periódicos e incluso asesinados por hablar de más.
Muchos de los dictadores fueron repitientes dos, tres y hasta cuatro veces, otros fueron sucesores de sí mismos, no pocos abusadores de sus funciones y desaforados en la excepcionalidad y algunos también destituidos. Por eso es común la interpretación de que en la realidad los dictadores romanos ejercieron su poder por fuera y por encima del derecho y por ello se adscriben a la figura del Justitium (Estado de emergencia), suspensión del derecho, que es otra de las maravillosas prácticas que encontró Maquiavelo en la República y de la cual extrae su idea de que cualquier medio es útil y por tanto buena si es exitosa en el sostenimiento del poder.
Siempre existirá la posibilidad de que la dictadura al estilo cesarista romano o los estados de excepción se repliquen como en los casos de Andrés Manuel López Obrador, Pinochet, Duvalier, Somoza, Porfirio Díaz, Bordaberry, Stroessner, Fujimori, Fidel Castro, Videla, Banzer y Batista y de otros más socarrones y taimadamente solapados pero igualmente letales. Pero más allá de esta mortífera metamorfosis total como hechura del quirófano de Frankenstein, en el cual el dictador romano republicano sale convertido en Caesare o en Papa Doc, está la más sofisticada, sutil, suave y silenciosa pero eficaz forma de normalizar los estados de excepción convertidos en costumbres motivadas por crisis reales, artificiales o medio reales y también el uso de la excepción para satisfacer intereses particularmente poderosos y privilegiados justificados por el falaz argumento del “promedio” o inducidos por el miedo o por las medias verdades que son la verdades oficiales de hoy, a las cuales ya estamos sometidos como las reformas al poder Judicial, entre otras modificaciones constitucionales.
Nunca sobrará la advertencia de esta metamorfosis porque en la dictadura romana, como en los estados de excepción modernos, no se trata solamente del propósito simple de salvar las instituciones sino también, y más fundamentalmente, de establecer la justicia de las cargas y sacrificios en ese salvamento; no vaya a ser que, como ha ocurrido desde siempre, se privaticen los beneficios y se socialicen los perjuicios extremando las medidas de excepción represivas para proteger esa injusticia apoyándose en el magister equitum (mariscal de caballería), otra persona jurídico-política de la República romana nombrada como apoyo militar para el dictador, el cual ya se reflejó con la entrega de la Guarda Nacional a la Secretaría de la Defensa Nacional, ahora la llamada la Secretaría de Bob el Constructor. Es necesario aclarar que esta secretaría de Estado es un baluarte para nuestro país, un ejemplo después de la Revolución Mexicana, pero el dictador ha buscado destrozarla.
Ahora, la primer mujer presidenta de México en unos días tomará Palacio Nacional, hasta el último minuto López Obrador ejerció su mandato, como dicen -El poder es para ejercerlo- así fue todavía presente un par de iniciativas de ley para que el actual Congreso de la Unión las proponga y la presidenta las acate. Triste vive nuestro Mexico. Afirma que tiene el 80% de popularidad, se le olvida que existe un 20% que no aprueba su gestión. Es también cuenta.
El partido de su propiedad seguirá sus sabios consejos, por qué no, le funcionaron antes de ser presidente, ahora el hombre más querido de México, como dicen, el 2 de junio fue el referente.
El presidente: “Si no lo puede parar, lo ignora”. Así las cosas.
Corolario. Fue sancionado el exgobernador de Chihuahua, ahora morenista, para no ocupar un puesto público durante un año. Lo trascendente es cómo fue arropado por su partido y López Obrador. La señal es clara, el presidente se va y lo suelta al circo.
Esto es solo un dato.
Termino, López Obrador afirma con gran pompa: “El pueblo me quiere, tengo el ochenta por ciento de las preferencias”. El veinte por ciento también es pueblo. Como dicen los médicos, tienen esas posibilidades de sanar.
El pueblo está muy enfrentado no sólo en las calles, en hogares ya se presentan diferencias. ¿Así será todo el sexenio?
Salud y larga vida.