Ciudad de México.- Escritor de singular ingenio, y picaresco, fue don Artemio de Valle Arizpe, saltillense. Su efigie está pintada en el mural del teatro de Radio Concierto, en la casona que fue de mis ancestros y que hemos conservado tal como estaba cuando ellos la habitaron. Escribió don Artemio su amenísima obra "La Güera Rodríguez", en la cual narró los devaneos de doña María Ignacia Rodríguez de Velasco, bella y talentosa mujer por cuyo arco del triunfo desfilaron algunos de los más conspicuos personajes de la Colonia mexicana. Un descendiente de la traviesa dama se llamó a ofendido, y envió padrinos a que en su nombre retaran a duelo a Valle Arizpe. Contestó él: "Díganle que me dé por muerto". Nunca faltaba un indiscreto que le preguntara: "¿Cuántos años tiene, don Artemio?". Respondía: "Perdone que no se lo diga. No me gusta hablar de mis enemigos". La frase que más me gusta de quien fue ilustre Cronista de la Muy Noble y Leal Ciudad de México es aquélla en la que proclamaba su origen y linaje. Decía: "No es por presumir, pero soy de Saltillo". La misma legítima ufanía ostento yo. Nací también en esa ciudad insigne, y estudié, al igual que don Artemio, en el glorioso Ateneo Fuente, alma mater de claros varones como Venustiano Carranza, Julio Torri, Carlos Pereyra, los Alessio Robles y tantos otros que con su vida y su obra dieron prestigio a México y a su solar nativo. Mi orgullo de ser de Saltillo se acrecentó el pasado lunes, día en que el ingeniero José María Fraustro Siller presentó su tercer Informe como alcalde de la ciudad. Considero a Chema -así se le llama con afecto- uno de los mejores presidentes municipales que ha tenido Saltillo desde que empecé a reseñar como periodista, hace ya luengos años, el devenir de la comunidad donde vivo. La obra material que realizó Fraustro Siller es notable. Baste hablar del Paseo Capital, que se ha convertido en el sitio de reunión preferido por los saltillenses, en el corazón de la ciudad. Los trabajos que el alcalde llevó a cabo en el bulevar Carranza, principal vía de entrada a la urbe -y de salida si vas en dirección contraria, diría el Filósofo de Güemez-, han hecho de esa avenida una magnífica tarjeta de presentación para quienes llegan a Saltillo. En lo personal le agradezco a Chema la rehabilitación que ordenó de la calle de General Cepeda, antigua de Santiago, donde pasé los años de mi niñez y primera juventud. Con motivo del Informe del alcalde Fraustro Siller la prensa local destacó sus grandes logros: Saltillo es hoy por hoy la ciudad más competitiva de México, la capital más segura del país, y está entre las tres que ofrecen mejor calidad de vida a sus habitantes. Todo eso, señaló Chema, se logró gracias al apoyo constante que su administración recibió de Manolo Jiménez Salinas, quien antes de ser gobernador de Coahuila fue también excelente alcalde de Saltillo. Por mi parte señalo la labor cultural que se llevó a cabo en la gestión de Fraustro Siller, labor que a mi juicio no tiene precedente, y que acrecentó la fama de ciudad de cultura de Saltillo. Estoy cierto de que Javier Díaz, alcalde electo que está a unos días de asumir el cargo, seguirá trabajando por el bien de la comunidad. Nadador de rango internacional -representó a México en dos Olimpiadas-, sabe de la disciplina, del trabajo, y del esfuerzo para ser mejor. Seguramente aplicará esas buenas cualidades en sus tareas al frente del Cabildo. Soy muy afortunado por vivir en un Estado con buen gobierno y en una ciudad con administración de primer orden. Así, a más del orgullo de ser coahuilense, puedo decir como don Artemio de Valle Arizpe: "No es por presumir, pero soy de Saltillo". FIN.
MIRADOR.
Por Armando FUENTES AGUIRRE.
Siento amor por los añosos muebles de la casa del Potrero.
Cuando la noche es más noche, y nadie nos ve ni nos escucha, me cuentan sus cosas.
La castaña -así se llama acá el arcón de tapa comba- me dice de doña Mariquita de la Peña y Peña, que murió virgen después de que su prometido fue asaltado y muerto por ladrones cuando venía a desposarla. En el baúl se guardan todavía el vestido de novia de la infeliz doncella y las sábanas que tenía preparadas para su lecho de casada.
El escritorio de cortina me habla de don Miguel Valdez y Dávila. Decepcionado del mundo y de la vida se suicidó de un balazo en el corazón. Dejó en el escritorio un recado que decía: "Cúlpese a todos de mi muerte".
Recojo las memorias de los antiguos muebles y las guardo para que no se pierdan. ¿Hablarán alguna vez de mí? Quién sabe. El otro día pasé frente al espejo de tres lunas del ropero y no me reflejó.
¡Hasta mañana!...
MANGANITAS.
Por AFA.
". Un individuo asesinó a su esposa y a su suegra.".
Acerca del caso sé
de un tipo que comentó:
"¿La suegra? Lo acepto yo.
Pero a la esposa ¿por qué?".