La lucha por el poder, por la mayoría calificada en el congreso sigue; el conservadurismo no cesa en ese esfuerzo. Morena resiste defendiendo el art. 54 constitucional. Y el Consejo del INE le da la razón, le concede la mayoría calificada. Pero aún, nada es definitivo. 
La elección presidencial terminó el 2 de junio. Pero la política es lucha por el poder a través de sus propios medios. La condición humana hace que todos los medios sean aceptables, cuando de conquistar o conservar el poder se trata. El fin justifica los medios. Las fuerzas del PRIAN y las de Morena y aliados, ahora luchan por ese fin: aquellos de evitar que le den la mayoría calificada a Morena; y éste de que se la concedan. 
Solo describimos la realidad: es la lucha por el poder, teniendo como telón de fondo la voluntad popular expresada el 2 de junio.  
Morena conservó la Presidencia. Ya está proclamada Claudia Sheinbaum como presidenta electa. Pero luego siguió la lucha, muy intensa, por todos los medios, para defender y obtener el reconocimiento de la mayoría calificada de diputados y de senadores. El obradorismo, muy arraigado en el seno del pueblo, está muy unido en todo el país en esa lucha: que se les reconozca la mayoría calificada, el Plan C, por lo cual votaron mayoritariamente.  
El conservadurismo, el PRIAN en cambio, se encuentra muy debilitado, desarticulado por la derrota del 2 de junio. Visiblemente, se nota que está muy dividido, obnubilado aún para asumir decisiones. 
Alito, y el PRI, denotan que están luchando por sobrevivir a la tremenda derrota. Sus banderas históricas, olvidadas por su alianza con el conservadurismo, ahora están muertas, vaciaron su programa, ya no les pertenecen. El programa progresista y las políticas públicas que responden a las necesidades de las mayorías sociales, están desde hace décadas en manos de Morena y sus aliados. Por eso, para Alito y el PRI es cuestión de vida o muerte separarse urgentemente del PAN. 
Suponemos que por eso, por instinto de supervivencia abandonaron la lucha por evitar la entrega a Morena de la mayoría calificada; para en cambio concentrarse en sobrevivir, lamer las heridas. Y en su plan de reelegirse en el liderazgo del PRI, objetivo que hasta ahora ha logrado. 
Al PRI no le queda de otra: separarse del PAN o morir. Por eso ha dado muestras de que no solo no le importa ya la alianza con el PAN, ni la decisión que tomen estos días en el consejo del INE sobre las plurinominales, sino que hasta ha votado junto con Morena y en contra del PAN en algunas reformas, como la construcción de los trenes hacía el norte, en el Congreso. 
Por su lado, a Marko Cortés y el PAN, hasta nuevo aviso, parece que tiene controlada su reelección indirecta, poniendo a uno incondicional de los suyos en el liderazgo. Pero nunca ha dejado de insistir ni presionar al INE, para evitar que le entreguen la mayoría calificada a sus rivales, a Morena y sus aliados.
El corporativismo conservador, fiel a su historia de manipulación de las instituciones electorales, continuó presionando con todas sus fuerzas políticas, cámaras empresariales, la Iglesia, los medios a su favor, los intelectuales orgánicos del conservadurismo, gobiernos extranjeros, extensiones de la ONU, de la OEA, de la CIDH y todas las ONGs de la sociedad civil neoliberal, para que el art. 54 constitucional se interprete de cualquier otra manera, menos a su letra fiel. 
La última información es USA, también se sumó al apoyo del conservadurismo mexicano, declarándose “en contra de la reforma judicial”, pues “pone en peligro el T-MEC y la democracia en México”. A lo cual ya hubo una nota diplomática de México, declarando como un “injerencismo” inaceptable de Estados Unidos.  
Sin embargo, la Comisión de Prerrogativas del INE ya declaró que la mayoría calificada en base al art. 54 constitucional, va a favor de Morena y sus aliados. La presión al INE sigue más intensa que nunca, es abierta y pública y tras bambalinas, por todos los medios desde hace tiempo. El uso de todos los medios, justifican el peso del fin: realizar o no, las reformas constitucionales 
Como es consustancial en los derrotados, lo que buscan es conservar todos los espacios de poder que se puedan salvar, evitar la pérdida de los espacios de poder, que aún piensan que tienen o tenían, hasta antes de la tremenda derrota del 2 de junio; que no caigan, ninguna institución o espacios de poder, no dejarle nada de lo que tenga valor, en poder del adversario, de Morena. 
Tras su tremenda derrota, el conservadurismo está peleando palmo a palmo los espacios de poder y las instituciones judiciales y electorales que en el pasado estaban en su poder. Pero a saber, es una lucha perdida. 
Ello es una “partecita” amarga para el conservadurismo, de lo que está por perder con las reformas constitucionales que están por aprobarse en septiembre: está a punto de quedarse en una ruina histórica. Con el PRI a punto de desaparecer. Pero el PAN seguramente, seguirá siendo una fuerza política importante de la oposición, como lo ha sido siempre, desde 1938 en que nació. 
En ese entorno, el destino de la estrategia de la gobernadora de Chihuahua para restablecer la relación institucional con la federación, está inscrita, sujeta a la suerte de lo principal: la relación entre ambos poderes, depende de la evolución de esa lógica de la lucha por el poder nacional.