Chihuahua, Chih.- La Secretaría de Salud, la Universidad Autónoma de Chihuahua y la Comisión Estatal de Derechos Humanos conocen el caso de violencia en el Hospital Central

Perla, residente de Ginecología del Hospital Central ha intentado terminar con su vida dos veces, la razón: el acoso, el hostigamiento, el abuso de poder, la discriminación, las represalias y el trato diferenciado por parte del doctor Bernardo Octavio Enríquez Guillén, maestro titular de la especialidad de Ginecología y Obstetricia.

En entrevista, Myrna Yolanda Pérez Medina, madre de la víctima, narró cómo ha sido pasar por todo eso y de como su hija está afectada por las agresiones, las cuales también vienen por parte de otros dos residentes.

“Esto nos ha pegado mucho; yo le he jurado a mi hija que la voy a apoyar. Las autoridades no han hecho nada y hay mucha corrupción”, dijo.

Myrna Yolanda refirió que tanto la Secretaría de Salud, la Universidad Autónoma de Chihuahua (UACH) y la Comisión Estatal de Derechos Humanos (CEDH), tienen conocimiento de los hechos, sin embargo, ninguna le ha dado seguimiento ni la atención correspondiente.

Perla lleva dos intentos de suicidio e inclusive en una de las ocasiones dejó una nota en la cual responsabiliza al doctor Enríquez Guillén y a otras dos personas más.

“Este señor se ha encargado de amenazarnos y él dice que si presentan alguna queja en su contra él hará más cosas en contra de ellos y que las consecuencias van a ser más graves y decisivas y que él tiene el poder”, externó.

Aunado a eso, la madre de la afectada también señaló que la Secretaría de Salud está enterada y que el Órgano Interno de Control quedó en hacer una investigación profunda pero que no ha pasado nada.

“El doctor Bernardo Octavio es el principal violentador; él trata de manera grosera y hostil a mi hija, la hace sentir que no es buena en su trabajo, la reprueba injustamente y también trata mal a otros compañeros, de hecho, tenemos conocimiento de que algunos los ha enviado a golpear”.

De acuerdo con el testimonio de la mamá de Perla, a otro de los residentes también lo ha jaloneado y le ha dicho que si está pendejo y que está haciendo todo mal.

“Todo lo hace en un tono amenazante y agresivo; lo que hace es que les mete miedo... mi hija estuvo en el Hospital Palmore y jamás tuvo ningún conflicto, todos la querían mucho y ahorita a Perla le han roto su autoestima”.

Derivado de todo eso, la víctima ha tenido que tomar terapia psicológica con Nidia Sarahi Martínez Guzmán, quien es psicoterapeuta informada en trauma.

“Mi paciente es muy responsable, siempre cumple con todas sus tareas y todo esto que le está pasando es por la violencia que vive ahí y también decidimos hablar sobre esto porque no es justo lo que está pasando y no podemos permitir que las y los residentes quieran inclusive terminar con su vida, esto también lo queremos hacer público por Perla sí, pero también por los demás que no han atrevido a hablarlo”, expresó la especialista.

Lo que Myrna Yolanda pide es que su hija pueda volver a sus prácticas en un ambiente sano y libre de agresiones.

“Yo solo quiero que esta pesadilla termine, todo esto nos ha pegado mucho... tengo miedo, miedo por mi hija y además, también ha sido muy desgastante. No sabemos si mi hija va a querer regresar y tampoco está bien que solo por las agresiones deje lo que le gusta porque además, ella es muy inteligente”, externó la madre.

SUICIDIOS TRAS LA VIOLENCIA

Este año, Abraham Reyes originario de Delicias y egresado de la Universidad Autónoma de Chihuahua, que se encontraba trabajando en la Clínica 25 del IMSS, en Monterrey, Nuevo León terminó con su vida.

“Esto nos ha pegado mucho, yo le he jurado a mi hija que la voy a apoyar. Las autoridades no han hecho nada, hay mucha corrupción”

Myrna Yolanda Pérez Medina Madre de la víctima

Personas en redes sociales señalaron que él era víctima de violencia psicológica, que tenía cargas de trabajo extenuantes y humillaciones públicas y privadas.

En las mismas publicaciones, los compañeros del área de la salud del joven Abraham denunciaron que el caso no es aislado y que todos los médicos residentes de las distintas clínicas y hospitales en las que prestan servicio están inmiscuidos en prácticas laborales negativas y que llevan a un deterioro integral de la salud, tanto física, como mental y emocional.

En las publicaciones en redes, los médicos enfatizaron en que no rehúyen al trabajo ni a la formación académica exigente, pero que no están dispuestos a seguir siendo parte de un sistema que “normaliza la violencia y calla ante sus consecuencias”.