Chihuahua.- Por años, las mujeres que ejercen el trabajo sexual en la conocida “zona de tolerancia”, ubicada entre las calles Décima y Doceava en el Centro de la ciudad, consideran que han sido invisibilizadas, maltratadas por la autoridad y juzgadas por la sociedad, todo eso sin siquiera conocer su contexto, al que tienen que enfrentarse día con día y sin saber qué las llevó a ese sitio ni las personas que son tras cumplir con su jornada laboral.

Martes 12 de noviembre, 8:10 pm- calle Décima: La noche era fresca, pero eso no impidió que ‘Connie’ y sus compañeras trabajaran de manera cotidiana. El atuendo de ella y de otra de sus colegas era como el que usan en la mayoría de las ocasiones: vestidos cortos, medias negras, tacones y una gran peluca.

La zona donde ambas estaban parecía tranquila. De inicio, ‘Connie’ abrió las puertas de su lugar de trabajo a este medio de comunicación que, con mucho respeto, pudo observar todo lo que en esa habitación había.

-¿Cuánto te cobran por este espacio?- “$250 pesos el día”, dijo ella. El sitio es un cuarto pequeño. Por fuera es un edificio blanco con una puerta de metal negra y por dentro es rosa.

Al ingresar hay una cama con una colcha café, un estampado de flores al fondo junto con otras figuras de colores, unas banderas de la diversidad Lgbtq+, además de unas luces fosforescentes que van cambiando de tonalidades.

“Las luces son para que se vea más bonito”, dijo ‘Connie’. -¿Y el espejo por qué está ahí?, le preguntamos. “Nosotras siempre tenemos que estar alertas, ver al cliente porque no sabemos si puede o quiere atacarnos, necesitamos ver sus movimientos; es cuestión de autocuidado”.

El escenario también está conformado por un sillón y al fondo, una especie de tocador en donde fue visible una figura de San Judas Tadeo, una veladora de la Virgen de Guadalupe y varios frascos de perfume (algunos llenos, otros a la mitad y unos a punto de terminar).

“Hasta en eso hay que invertirle mucho, es decir, en los perfumes, en oler bien… mira, te voy a enseñar mis herramientas de trabajo”.

'Connie' mostró cinco pelucas: unas rubias, una negra y una morada, varios pares de zapatos, ropa brillante, preservativos y lubricantes que, según sus palabras: “no pueden faltar”.

“Aquí nosotras tenemos que ser muy cuidadosas con eso. En muchas ocasiones las personas creen que no nos cuidamos, pero en realidad no es así; nosotras no ofrecemos servicios sin protección, no lo hacemos con las luces apagadas para asegurarnos de que el cliente no traiga una enfermedad visible y además, procuramos revisarnos de manera constante”, expresó.

Ese lugar sólo lo utiliza para trabajar puesto que renta otro departamento donde vive con su pareja y sus mascotas.

Mirarla y escucharla en su cuarto de trabajo duró poco más de una hora y después de eso, Mayté Regina Gardea, de Unión y Fuerza Trans, mostró a El Diario de Chihuahua las calles en las que las mujeres pasan gran parte de su día.

“Esta es la calle Doce. Aquí también trabajan muchas de las compañeras”, dijo la activista a la par que entregaba kits de prevención a las trabajadoras sexuales.

La temperatura fue descendiendo y al llegar a la calle Doce, un par de mujeres (de entre 40 y 50 años) esperaban a sus clientes en una silla de plástico, mientras colocaban sus manos y sus pies cerca de un calentón de leña que ellas mismas colocaron en la banqueta con la intención de mitigar al frío.

A ellas también les fueron entregados kits preventivos. Ahí llegaron más mujeres, unas más jóvenes que otras, unas más abrigadas y otras más descubiertas, pero eso sí, todas estaban unidas.

Ahí hablaron de la importancia de que, “el trabajo sexual sea reconocido como lo que es: un trabajo”, esto es tener acceso a una vivienda digna, a la salud e incluso a la posibilidad de poder dejar ese estilo de vida en caso de que así lo decidieran; sin embargo dijeron que hay un problema: ninguna autoridad, ni estatal ni municipal, ha intentado a acercarse a ellas.

“Nadie viene aquí, nadie nos habla de los apoyos que existen para las mujeres, nadie nos dice sobre cómo cuidarnos, la única que por años nos ha apoyado es Mayté, pero nada más”, dijo ‘Connie’.

Una de las cosas que más llamó la atención durante las tres horas en que este medio de comunicación tuvo permanencia en esa zona fue la nula vigilancia por parte de las corporaciones policiacas

-¿No hacen rondines aquí? “pues mira, en todo lo que tienes no ha pasado ninguna patrulla, así es a veces y lo malo es cuando pasa algo de gravedad tardan mucho en llegar”, refirió una de las entrevistadas.

AGRESIONES DESDE TIEMPOS ATRÁS

Aunque en la actualidad la presencia de la Policía es nula, desde años atrás este sector de la población ha sido agredido por agentes de seguridad que, en lugar de salvaguardar la integridad de estas mujeres, sólo las han violentado más, revelaron a El Diario.

“Hubo un tiempo en donde todo se puso muy crítico porque la violencia nos atacó a todas. Pasaban por la calle en donde estábamos trabajando y me acuerdo que castigaban a todo mundo. Hubo una ocasión en donde había de 15 a 20 trabajadoras sexuales y yo me acuerdo que en esa ocasión llegué y las tenían a todas arrodilladas con los cuernos de chivo y apuntándoles en la cabeza”, recordó otra de ellas.

‘Estas son las calles en donde murieron las primeras compañeras”, dijo Mayté, al mismo tiempo en que ‘Connie’ recordaba las tristes historias en las que ella vio cómo les arrebataron la vida.

“En ese tiempo batallábamos mucho para trabajar porque la Policía también era violentadora con nosotras. Todo eso (pasó) en el 2008-2010, nosotras no salíamos a ofrecer servicios, sólo en el hotel porque nos daba mucho miedo y tampoco podíamos denunciar porque la gente que hacía las maldades ya sabían y se iban contra nosotras”.

Además, en ese lapso hubo muchos robos, y tanto ‘Connie’ como otras compañeras recuerdan cómo pasaban los ladrones, las acuchillaban y no podían decirle a la Policía porque no les hacían caso.

“Fue de los tiempos más complicados. Teníamos que salir con piedras en la bolsa, defendernos con los tacones o con gas pimienta. Ahí enfrentábamos a los clientes que andaban de latosos, con los ladrones y todavía con la Policía, quienes en muchas ocasiones no sólo nos robaban a nosotras sino también a nuestros clientes”.

Otra de las cosas que no les gustaba era ofrecer servicios fuera de esa zona porque las autoridades sólo esperaban a que llegaran para bajarlas a ellas y a los hombres que iban por servicios.

“En ese tiempo se usaba mucho el periódico El Peso y a los clientes les decían (y hasta la fecha lo siguen haciendo) que tenían que cooperar si no querían salir en la portada. Ese era el escándalo y todo el mundo se iba a enterar. Me tocaron esas cosas violentas, ver a compañeras morir y nos revictimizaban mucho”, dijo una de ellas.

Según su testimonio había policías buenos, pero en realidad eran muy pocos…

“Había algunos que te hacían el favor o había otros que te pedían dinero para estar bien e inclusive, había unos cuantos que querían favores sexuales y cuando tú le dabas ese tipo de favores ellos te daban su gracia, no te molestaban y ahí andaban dando la vuelta para revisar que estuvieras bien”, recordó.

Aunque estas mujeres pagan impuestos, así como recibos de agua y luz, como cualquier ciudadana, ellas no tienen ningún tipo de garantía en cuanto a sus derechos laborales y mucho menos a la salud.

“Enfermarte es lo peor que te puede pasar pues no tenemos servicio médico y en muchas ocasiones cuando tenemos que ir a las clínicas por alguna situación nos revictimizan porque para la mayoría de las personas sólo somos 'putas'”, externó otra de las chicas.

“También hace falta mucha atención a la salud mental porque es importante prevenir. Ahorita hay mucha gente joven que ejerce el trabajo sexual y la ves muy bien, pero hay clientes que sólo les pagan para que consuman y luego engancharlas”, expresó una de las mujeres.

Mayté Regina Gardea, presidenta de Unión y Fuerza Trans A.C., ha estado trabajando en buscar que esta actividad sea considerada como un trabajo asalariado.

La activista agregó que esta es una población que ha sido dejada de lado y que no tiene el arropo necesario por parte de los gobiernos, pues han sido pocos los que han intentado conocer sobre estos temas y darles el espacio necesario para externarles las problemáticas que tienen que enfrentar.

¿Y LAS DEPENDENCIAS DE MUJERES?

Recientemente, la directora del Instituto Municipal de las Mujeres de Chihuahua (IMM), Mónica Meléndez Ramírez, informó que implementarán acciones en apoyo a las trabajadoras sexuales en los aspectos que necesiten, sin embargo, hasta el momento las trabajadoras no han visto acercamiento.

En entrevista telefónica con la encargada del área anteriormente mencionada, dijo que ningún colectivo ha ido a buscar apoyo, pero que aun así, están en toda la disposición de escuchar.

“Sí hemos atendido a algunas mujeres que han venido a pedir apoyo jurídico que se dedican a esta actividad, pero realmente con nosotras no se ha acercado ningún colectivo, no nos han hecho propuestas de las necesidades, más bien los apoyos han sido en lo individual”, refirió.

Además dijo que tienen la encomienda de acompañar a cualquier mujer de todos los sectores de la población.

Al cuestionarle si como instituto buscarían acercarse a ellas, la directora dijo que “es uno de los temas que está dentro de la agenda”.

“Es parte de la agenda que nosotros tenemos. Nosotras estamos con toda la disposición de empujar temas y todas las mujeres deben de sentirse apoyadas y respaldadas. Quisiéramos ir encauzando el tema”.

¿Y LA COMISIÓN ESTATAL DE DERECHOS HUMANOS?

Ante la exposición de todas estas problemáticas, la Comisión Estatal de Derechos Humanos (CEDH) dijo estar de acuerdo con que el trabajo sexual sea reconocido, ya que esto viene como parte de un cambio hacia una visión menos discriminatoria.

“Antes se le llamaba prostitución, pero el enfoque derechohumanista es reconocerles como personas que laboran siempre y cuando sea con consentimiento -eso sí es muy importante-, que no sea explotación y que sean mujeres mayores de 18 años que por voluntad propia lleven a cabo este trabajo sexual”, explicó Alejandro Carrasco Talavera, encargado de la CEDH.

En ese mismo sentido, dijo que la Constitución es muy clara al hablar de los derechos laborales que son para todas las personas, según el Artículo 1º y que éstos son para todas y todos y que no deben de dejarse de lado las personas que ejercen el trabajo sexual.

“La idea aquí es que todos los derechos, el derecho a la vida, al libre tránsito no sean limitados por cuestiones como faltas a la moral como se le llamaban antes -cuestiones que son muy subjetivas-, sino que sí se ejerza este trabajo desde un aspecto de libertad, pero también que el Gobierno mexicano dé educación sexual y provea de los medios para que las personas puedan prevenir enfermedades de tipo sexual”, señaló.

Asimismo, Carrasco Talavera manifestó que con respecto a esta propuesta, sí sería interesante tener un acercamiento con la sociedad civil, el Gobierno y con las personas que ejercen el trabajo sexual para ver de qué manera pueden ser implementadas las medidas a favor de ellas.

“Insisto, la Constitución es clara y el Artículo 8º de la Ley General del Trabajo habla de que esas actividades, no las menciona explícitamente, pero que todas las actividades que sean remuneradas y que sean de forma voluntaria entran como trabajo, por lo que deberían de tener acceso a ciertos derechos”, finalizó.

Lea mañana la segunda y última parte.