Cd. de México.- Aunque reconoce las fallas, Iván Cepeda señala con orgullo que el actual Gobierno de izquierda ha sido el único en la historia que realmente ha ofrecido un cambio a Colombia.

De 63 años y con una larga trayectoria en la política y el activismo, Cepeda ganó a finales de octubre la consulta interna del Pacto Histórico -la coalición política del Presidente Gustavo Petro- para representarla en las elecciones presidenciales de 2026.

El senador entra a la contienda con ventaja, pues la derecha aún no define candidato. Sin embargo, reconoce que una "derecha desesperada" también puede representar peligro.

Hijo de Manuel Cepeda Vargas, militante de la Unión Patriótica (partido fundado por las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia) y de Yira Castro, militante del Partido Comunista, Cepeda confía en que se pueden profundizar los cambios propuestos por la Administración Petro.

"Soy plenamente consciente de los defectos, equivocaciones, vacíos de nuestro Gobierno. No es un Gobierno perfecto, tiene problemas sin lugar a dudas, pero también soy plenamente consciente de sus grandes ventajas y de lo que puede aportarle a la nación, y por eso es que conscientemente asumí esta responsabilidad de ser candidato", comenta en entrevista con REFORMA.

Cepeda participó en las mesas de negociaciones del Gobierno de Petro con el Ejército de Liberación Nacional (ELN), de las que México fue garante. Y reconoce que hoy en día Colombia registra estándares de violencia similar a los del Gobierno anterior, lo cual atribuye a la expansión del narcotráfico y de otras actividades ilegales.

Ante ello, señala la importancia de cambiar la estrategia de combate.

"El Gobierno de Estados Unidos quiere seguirnos llevando por el mismo camino. Y ese es un camino del fracaso. Y es un camino del fracaso porque no solamente llevamos mal contadas seis décadas de una lucha que ha sido, hay que decirlo con un dolor estéril, en la cual hemos perdido la vida de miles de funcionarios que han sacrificado su seguridad, su reputación, su vida, sino también inmensos recursos para ver que el narcotráfico es hoy una realidad que antes de decrecer, antes de debilitarse, se está cada vez fortaleciendo", apunta.

De ganar la Presidencia, a Cepeda le tocará negociar con el Presidente estadounidense, Donald Trump, pero afirma tener la paciencia para ello.

Cuando Petro llegó a la Presidencia, generó muchísima ilusión en América Latina, no sólo en Colombia, por ser el primer Presidente de izquierda en la historia del país. ¿Cuál es el balance de su gestión?

En términos generales muy positivo. El primer Gobierno realmente alternativo, que tiene un signo distinto, es el Gobierno del Presidente Petro y del Pacto Histórico.

Por primera vez ha puesto a la nación a discutir sobre lo social, sobre la necesidad de derrotar la desigualdad, la pobreza, de generar una economía que ofrece la posibilidad de un desarrollo del mundo rural, del campesinado, de los sectores populares, una economía solidaria que en la actual circunstancia del planeta también opera bajo una matriz energética distinta para evitar que el cambio climático y sus peores efectos hagan de nuestro país un país devastado.

¿Y cómo llega usted como candidato precisamente del Pacto Histórico ante las críticas que hay hacia el Presidente Petro?

Justificadas algunas, otras no.

¿No le pueden jugar en contra?

Yo soy un político que no actúa nunca de acuerdo a criterios de popularidad o simpatía. Yo actúo de acuerdo al principio básico del deber político. Y mi deber hoy es que siendo los movimientos sociales, a los que me debo, quienes me han pedido que yo ejerza esta responsabilidad, la he asumido con toda la conciencia, el entusiasmo, la convicción de que es posible hacer un segundo Gobierno que profundice los cambios.

¿Qué falló en la propuesta de lograr la paz en Colombia? El Presidente Petro apostó por negociar con los grupos armados. Él mismo reconoció que no se logró la paz total y apenas la semana pasada lanzó el mayor ataque de su gestión.

Sí. Este es un uno de los problemas álgidos de nuestro Gobierno. Yo diría que no es, ni como lo presenta la Oposición, un fracaso absoluto, pero tampoco es un balance exitoso y positivo como quisiéramos.

Estamos frente a factores que desbordan y rebasan la intención de un gobierno. Todo el continente, no sólo Colombia, está asumido en la expansión de las redes y de las estructuras del crimen organizado.

El narcotráfico se ha convertido en un mercado y en una economía global. Y no es solamente el narcotráfico, es la articulación del narcotráfico con la minería ilegal del oro, el tráfico de personas... un conjunto de economías ilícitas que han generado un contexto que ha hecho que la violencia en Colombia se mantenga en un estándar prácticamente similar al del Gobierno anterior.

Pero también hay que ser críticos y autocríticos, el Gobierno ha tenido vacíos en su política de paz, no ha hecho una implementación del acuerdo de 2016 como la quisiéramos.

El proceso de paz con el ELN, el cual México ha tenido la generosidad de ser garante como país, no ha podido avanzar como quisiéramos. Hay procesos de diálogo que han sido dilatorios en los cuales los grupos armados se han sentado sin un compromiso real y serio.

Pero también ha habido aciertos. El Gobierno ha hecho la reforma agraria más seria en toda la historia del país. Es el único Gobierno que puede darse el honor de decir que ha distribuido 700 mil hectáreas de tierra a los campesinos, que ha generado realmente, por primera vez, un proceso de desconcentración de la propiedad rural.

¿Diría que la percepción ciudadana en general en América Latina está dividida en cuanto a la estrategia del combate al narcotráfico y a la inseguridad? El ex Presidente Andrés Manuel López Obrador propuso una política de 'abrazos no balazos'. Pero hoy en México ocurren hechos de violencia como el asesinato del Alcalde de Uruapan, Michoacán, Carlos Manzo. Los jóvenes están en las calles exigiendo mayor seguridad, y hay quienes incluso piden una estrategia de cero tolerancia y mano dura como la del Presidente Nayib Bukele en El Salvador.

La política de seguridad que yo voy a practicar tendrá componentes de acción militar y policial, pero no es lo esencial. Eso está demostrado que es el camino al infierno. Lo que hoy parece una reacción eficaz contra las mafias, contra las estructuras criminales, el día de mañana, como lo hemos visto tantas veces en Colombia, significará un saldo terriblemente trágico: violaciones de derechos humanos, odios, cadenas de venganza, desestructuración de las instituciones, corrupción de la democracia.

Un país que practica una política de seguridad a costa de los derechos humanos sacrifica el futuro. Eso lo hemos visto en Colombia. El Gobierno del ex Presidente Álvaro Uribe que nos llevó por ese camino hoy en día es tal vez un referente negativo de lo que puede ser una política de esa naturaleza. Así que estamos advertidos.

El señor Bukele podrá hoy tener un índice muy alto de popularidad, pero el día de mañana va a llevar a su sociedad a un desastre, porque la violencia, el sacrificio de los principios básicos de humanidad, de dignidad, de respeto a la persona a largo plazo tiene consecuencias nefastas sobre una sociedad.

El problema del narcotráfico hay que abordarlo de otra manera. No podemos seguir en este camino... cada ciclo del narcotráfico es peor que el anterior. Hay que ensayar otros caminos que no son por la vía del prohibicionismo, que tienen que ver con las transformaciones de las economías en los territorios, con políticas sociales para los jóvenes, con un tratamiento distinto de los campesinos y de la economía rural en países que producen la coca como Colombia.

¿Qué puede frenar a la Administración Trump y su guerra contra el narcotráfico? El Presidente Petro ha sido la voz más dura condenando los ataques a las presuntas narcolanchas, incluso sin el respaldo de otros líderes de América Latina.

A Trump lo puede frenar Trump. Va a terminar siendo el artífice de su propio fracaso. Trump está socavando los cimientos de lo que ha sido un régimen que podrá generarnos todas las dudas, discusiones y críticas, pero que tiene una tradición centenaria. En Estados Unidos hay mal que bien instituciones.

Pero aquí no. Aquí estamos ante la arbitrariedad convertida en forma de Gobierno. En socavar el derecho internacional, en utilizar toda clase de estrategias de formas de tratamiento de la fuerza, pero también de la economía que llevan a desvertebrar el Estado de Derecho, la legalidad internacional, las instituciones y que, por lo tanto, van a terminar socavando a su artífice.

¿Usted está listo para lidiar con la Administración estadounidense?

Sí, tengo la paciencia necesaria. Yo he sido una persona que ha construido su vida política en el diálogo. Yo he sido facilitador, mediador y negociador de procesos de paz. Así que estoy en plena disposición de tejer una relación armónica, de cooperación y constructiva. Pero también sé hacer respetar la dignidad y la soberanía de mi pueblo. Y si me eligen como Jefe de Estado, voy a hacerlo. No permitiré que se socave nuestra dignidad.

¿Ven como amenaza a la ligera o como posibilidad real que Estados Unidos lance una intervención en Venezuela en contra del Presidente Nicolás Maduro?

Bueno, cuando uno trae al portaaviones, digamos, a la máquina de guerra más importante que tiene su país para ponerla enfrente de las costas de dos naciones, no está haciendo un acto meramente de exhibicionismo. Eso tiene un propósito, y nos tememos que sea el camino de la intervención militar. Pero en esto hay que ser claro, si Estados Unidos emprende ese camino, que no crea que eso va a ser un golpe quirúrgico y retirarse de la escena, eso va a traer consecuencias.

En Colombia tenemos muchos grupos armados. Aquí el problema no son las guerras convencionales, no es que se vayan a enfrentar dos ejércitos, aquí hay múltiples formas que pueden desarrollarse y despertarse de violencia. Eso es bueno que lo tenga claro Estados Unidos.

Finalmente, ¿cómo vislumbra la relación con la Presidenta Claudia Sheinbaum en caso de que usted gane la Presidencia?

En primer lugar mi gran admiración y respeto porque todo lo que escucho, le he escuchado, todas sus actuaciones, me parecen las de una gran estadista. Si yo llegase a tener el privilegio de ser Jefe de Estado, en mí ella va a encontrar un interlocutor, un amigo y el que va a continuar esa gran relación que tienen el Presidente Petro y ella, que ha sido muy productiva.

Estoy convencido de que Colombia y México son dos naciones, dos Gobiernos que tienen un deber y una inmensa posibilidad hacia América Latina para generar procesos muy positivos de integración y de cambios.