Venezuela posee más petróleo que Arabia Saudita, Rusia, Estados Unidos y cualquier otro país. Sin embargo, solo produce y vende alrededor del 1 por ciento del crudo que consume el mundo.

Las recientes amenazas del presidente Donald Trump contra el gobierno venezolano y los ataques de su gestión a embarcaciones en el mar Caribe han vuelto a centrar los reflectores en la riqueza energética del país, que ha seducido a generaciones de petroleros.

Es difícil saber qué papel puede acabar desempeñando el petróleo en la pugna entre el gobierno de Trump y el gobierno del presidente Nicolás Maduro. Pero el petróleo ha sido durante mucho tiempo fundamental en las relaciones entre Estados Unidos y Venezuela.

¿Cuánto petróleo tiene Venezuela?

Venezuela posee aproximadamente el 17 por ciento de las reservas de petróleo conocidas del mundo, o más de 300.000 millones de barriles, según el Oil & Gas Journal, una publicación del sector. En otras palabras, esa es la cantidad de petróleo que los expertos creen que podría extraerse del territorio venezolano.

Para ponerlo en contexto, Estados Unidos, el mayor productor de petróleo del mundo, dispone de unas reservas probadas estimadas en 81.000 millones de barriles.

Venezuela extrajo casi el 5 por ciento del petróleo mundial en 1997, pero años de mal manejo, inversiones insuficientes y sanciones estadounidenses han reducido la producción. La dificultad de extraer el petróleo alquitranado (crudo extrapesado) del país también ha complicado las cosas.

Estados Unidos solía comprar la mayor parte del petróleo de Venezuela, pero ese comercio se interrumpió en 2019 después de que el primer gobierno de Trump impuso sanciones a la empresa petrolera estatal del país, Petróleos de Venezuela. Los envíos a Estados Unidos se reanudaron en 2023, pero los volúmenes se han mantenido bajos. La mayor parte del crudo venezolano fluye ahora hacia China.

¿Qué empresas petroleras operan en el país?

Venezuela ha oscilado entre dar la bienvenida a las empresas petroleras privadas y afirmar el control estatal sobre la industria.

Hugo Chávez, el presidente venezolano fallecido en 2013, nacionalizó parcialmente la industria hace casi dos décadas, obligando a las empresas petroleras extranjeras a aceptar peores condiciones contractuales sin compensación. Algunas de esas empresas se negaron. Solo unos pocos productores occidentales de petróleo y gas siguen operando en el país, entre ellos Chevron, la segunda mayor petrolera estadounidense, así como la italiana Eni y la española Repsol.

Estas empresas han apostado por que hacer negocios en Venezuela, aunque sea difícil y costoso, acabará mereciendo la pena.

La mayor del grupo es Chevron, que lleva más de un siglo operando en Venezuela y produce alrededor de una cuarta parte del petróleo del país. Las operaciones de la empresa han proporcionado a Venezuela un salvavidas financiero y significan que, aún hoy, parte del petróleo del país fluye hacia las refinerías de la costa del golfo en Estados Unidos, donde se convierte en combustibles como gasolina y gasóleo.

“Jugamos a largo plazo”, dijo el mes pasado Mike Wirth, director ejecutivo de Chevron, en un acto celebrado en Washington. A la empresa, añadió, “le gustaría estar allí como parte de la reconstrucción de la economía de Venezuela en el momento en que cambien las circunstancias”.

Repsol y Eni producen gas natural en alta mar que Venezuela utiliza para generar electricidad. En ocasiones, el país pagaba este gas con petróleo, que Repsol y Eni habían podido exportar. Pero este año, Estados Unidos bloqueó ese comercio, lo que significa que ya no se paga a esas empresas por el gas que producen.

Repsol y Eni han mantenido conversaciones con el gobierno estadounidense con la esperanza de resolver su situación financiera, según han dicho.

Entre las empresas que abandonaron Venezuela se encuentran ConocoPhillips y Exxon Mobil. Estas empresas llevan años intentando que el país les devuelva los activos que les confiscó. Han tenido poco éxito.

Citgo Petroleum, propiedad de la petrolera estatal venezolana, opera tres refinerías estadounidenses y ha estado en el centro de una batalla legal para obligar al gobierno venezolano a satisfacer sus deudas.

El mes pasado, un juez federal ordenó la venta de la refinería a una filial de Elliott Investment Management, Amber Energy, por 5900 millones de dólares, una fracción de los más de 20.000 millones de dólares que se adeudan a empresas vinculadas a ese caso, según consta en los registros judiciales. El gobierno venezolano, Citgo y otros han apelado la decisión.

Según Kevin Book, director gerente de ClearView Energy Partners, una empresa de investigación de Washington, “este tipo de patrón de idas y venidas podría parecer el tipo de cosa que disuade de invertir”. “La otra cara de la moneda es que el recurso de Venezuela es el mayor del mundo”.

¿Qué podría ocurrir a continuación?

Es difícil saberlo.

Algo parecido al statu quo podría continuar durante un tiempo. Si Trump sigue adelante con ataques u otras acciones militares en Venezuela, eso podría desestabilizar aún más la frágil industria petrolera del país, al menos a corto plazo. O un acuerdo negociado con Maduro podría sentar las bases para una nueva era de inversión extranjera en Venezuela.

Es muy probable que muchas empresas petroleras estén ansiosas por regresar al país, entre otras cosas para recuperar lo que su gobierno les arrebató.

Los recursos de Venezuela también siguen siendo estratégicamente valiosos para Estados Unidos. Se prevé que la producción de petróleo estadounidense se estabilice tras más de 15 años de rápido crecimiento. Si la demanda mundial sigue creciendo hasta mediados de siglo, asegurar una nueva producción fuera de Medio Oriente y Rusia será más importante desde el punto de vista estratégico, dijo Francisco J. Monaldi, quien dirige el programa de energía de América Latina en la Universidad Rice de Houston.

“A Estados Unidos le encantaría tener una fuente alternativa de suministro en esos escenarios”, dijo Monaldi.

El petróleo venezolano es especialmente atractivo para las refinerías estadounidenses porque es más pesado que el disponible en el país. Y resulta relativamente rápido enviar el petróleo a la costa del Golfo, donde las instalaciones están configuradas para procesar una mezcla de petróleo más barato y pesado y petróleo ligero más caro.

El valor del petróleo venezolano no pasa desapercibido para Maduro, quien recientemente acusó a Estados Unidos de intentar “apoderarse de las vastas reservas de petróleo de Venezuela, las mayores del planeta, mediante una fuerza militar letal contra el territorio, el pueblo y las instituciones del país”.