Los recientes sismos registrados en Ciudad Juárez, incluido el de magnitud 5.8 el sábado 3 de mayo, obedecen al desplazamiento de un bloque de la placa tectónica de Texas que se está hundiendo, explicó Ignacio Reyes Cortés, investigador de la Universidad Autónoma de Chihuahua (UACH) con doctorado en geología y especialización en movilidad de isótopos radiactivos. El experto descartó que estos movimientos estén relacionados con actividades de fracturación hidráulica (fracking) o que representen un peligro para la zona metropolitana Juárez-El Paso.
El epicentro de los temblores se ubicó entre 30 y 40 kilómetros al noreste de Juárez, en territorio texano. Reyes Cortés, quien desde hace una década estudia la relación entre fallas tectónicas, aguas termales y minerales como el uranio, comparó el fenómeno con un juego de naipes: "Cuando un bloque tectónico se hunde -como una carta que se desliza- libera energía acumulada, pero los sismos posteriores suelen ser de menor intensidad".
El especialista aclaró que, aunque estos movimientos se perciben con fuerza debido a su poca profundidad (menos de 10 kilómetros), no son inusuales en la región. Recordó que Chihuahua tiene historial de actividad sísmica, como los enjambres registrados entre 1983 y 1985 cerca de la capital estatal, que llevaron a actualizar el reglamento de construcción en el año 2000 para incluir medidas antisísmicas como la separación de un metro entre viviendas.
"El fracking genera temblores muy locales, menores a 6 kilómetros de profundidad y con desplazamientos de apenas 30 a 50 centímetros", explicó el geólogo, descartando cualquier relación con los sismos recientes. En contraste, mencionó que los movimientos telúricos históricos más fuertes en la región, como el de Parral en 1927 (6.7) o el de Ojinaga en 1909 (6.8), estuvieron asociados a desplazamientos de varios metros.
Reyes Cortés enfatizó que las fallas activas se encuentran fuera del área metropolitana: "Los temblores se seguirán sintiendo, pero no generarán daños. La población puede estar tranquila". El investigador sugirió consultar los registros históricos de la Universidad de Texas en El Paso (UTEP) para contextualizar los eventos recientes, ya que en las últimas cinco décadas la zona de Mamut, Texas, ha registrado al menos cinco sismos entre magnitudes 5 y 6.
Finalmente, el experto de la UACH descartó que la inyección de aguas residuales -que en los años 80 causó microsismos cerca de parques industriales- sea un factor en los eventos actuales, ya que esos casos son hiperlocales y requieren décadas para repetirse. "Los sismos no son predecibles, pero en Juárez no hay condiciones para uno destructivo", concluyó.