Cuando Derrick Barreiro sale a cenar, tiene que hacer un rápido análisis de costo y beneficios. Los platos veganos son una apuesta segura, pero a veces Barreiro, que es intolerante a la lactosa, se arriesga y come algo que contiene leche o queso. En esos casos, abre la cartera, arranca un paquete de pastillas Lactaid y se las mete en la boca.
“La gente sabe que dejo un rastro de envoltorios de Lactaid allá donde voy”, dijo Barreiro, director creativo en Brooklyn. “Son como mis migas de pan”.
Aun así, los suplementos no siempre funcionan. “Puede seguir siendo un riesgo aunque me tome unos cuantos antes de comer”.
Barreiro es exactamente el tipo de persona a la que se dirige una nueva clase de suplementos que contienen lactasa —la enzima que ayuda al organismo a digerir la lactosa, un azúcar de los productos lácteos—, cada uno de los cuales promete mayor eficacia, envases más cómodos, ingredientes más sanos o alguna combinación de los tres.
En 2023, Khai Pham dejó su trabajo en una empresa de ortodoncia para crear Milky, un suplemento que contiene un 20 por ciento más de lactasa que un comprimido de Lactaid Fast Act, pero es la mitad de grueso y cabe fácilmente en una cartera.
“Nunca me acordaba de llevarme los comprimidos de Lactaid”, dijo Pham. “Era como tener un paraguas pero no acordarte nunca de llevártelo cuando se suponía que iba a llover”.
Milktab, empresa fundada el año pasado por Raymond Lei, emprendedor en serie, vende lo que denomina “la pastilla de lactasa más potente jamás fabricada”. Los comprimidos contienen tres veces más lactasa que los comprimidos Fast Act y otras marcas genéricas, así como enzimas proteasa y lipasa, que descomponen las grasas de la leche y la caseína, una proteína.
Las personas que tienen dificultades para digerir los productos lácteos constituyen entre el 65 y el 70 por ciento de la población mundial, según el Instituto Nacional de Diabetes y Enfermedades Digestivas y Renales. Se calcula que más de un tercio de los estadounidenses son intolerantes a la lactosa, y la susceptibilidad a menudo viene dictada por la constitución genética; se calcula que los nativos estadounidenses, los afroestadounidenses y un 90 por ciento de los asiáticoestadounidenses no pueden digerir la lactosa adecuadamente.
Muchos de ellos pueden identificarse con las dificultades de Barreiro por determinar la dosis adecuada de lactasa, aunque algunos expertos se preguntan si los consumidores pueden estar confundiendo embalajes llamativos con productos que en realidad son más eficaces.
Morgan Allyn Sendzischew Shane, profesora clínica de Gastroenterología de la Universidad de Miami, dijo que los suplementos de lactasa, independientemente del productor, suelen ser ineficaces. “Pueden ayudar un poco”, dijo Shane. “Pero para muchas personas que padecen una intolerancia grave a la lactosa, ningún suplemento les va a dar la libertad de tomarse un milkshake”.
Incluso para quienes padecen formas menos graves de intolerancia a la lactosa, puede ser difícil calibrar cuánta lactasa necesita su organismo, ya que los síntomas son transitorios e impredecibles. “Los alimentos lácteos tienen niveles muy diferentes de lactosa, por lo que hay una diferencia de dosis entre un vaso grande de leche y un trozo de queso duro”, dijo Dennis Savaiano, profesor de Ciencias de la Nutrición de la Universidad de Purdue y experto en intolerancia a la lactosa.
Pero los consumidores que no saben qué hacer están ávidos de alternativas. Cale Weissman, un editor que vive en Queens, había tenido problemas para digerir los lácteos desde niño, y descubrió que Lactaid no le funcionaba. “Dejé de comer lácteos durante unos nueve meses y me sentí mucho mejor”, dijo.
Seguía sintiendo curiosidad por sus problemas subyacentes. Después de “buscar en internet”, sospechó que podía ser sensible a la caseína. Su investigación le llevó a Milktab, que le funcionó.
Lei, de Milktab, dijo que el producto tiene unos 10.000 clientes hasta ahora. Pham, que ha promocionado su marca en tiendas temporales de helados y mediante entrevistas en la calle, no quiso compartir las cifras de ventas de Milky, pero dijo que espera que los ingresos por ventas se tripliquen en 2025.
A 29 dólares las 45 pastillas, tanto Milky como Milktab son unas seis veces más caras que el suplemento más potente de Lactaid, o que las marcas genéricas. Pero algunos clientes dicen que es un pequeño precio a pagar por una alternativa a tomar varias dosis de Lactaid.
“No sabíamos que había alternativas”, dijo Claire Ohara, una asistente educativa afincada en California que, junto con su marido, se pasó a Milktab hace unos meses. “Nos gustó la marca y el hecho de que solo tuviéramos que tomar una pastilla”.
En una declaración enviada por correo electrónico, un representante de Lactaid señaló que “la cantidad de lactosa consumida, el momento de la ingestión, la tolerancia individual y la deficiencia de lactasa son factores que influyen en la eficacia de la enzima lactasa para cada persona”, y animó a los consumidores a “consultar a su médico si los síntomas continúan después de utilizar el producto”.
Shane, la profesora de Gastroenterología, duda que alguno de estos nuevos productos sea una solución milagrosa para un problema antiguo. Pero el mercado de productos dirigidos a la lactosa solo está creciendo. Moops, un jarabe de enzima lactasa que se presenta en una botellita con rociador, afirma ser más fuerte que Lactaid y viene en sabores como caramelo salado y leche de fresa. LactoJoy pregona su asequibilidad (17,99 dólares por 45 pastillas) y la ausencia de “aditivos innecesarios”.
Happy Cow, fundada en 2019, vende su tratamiento para la intolerancia a la lactosa en forma de chocolate, que ahora se vende en Target y otros grandes minoristas. Y los fundadores de Bactose (40 dólares por 14 comprimidos) afirman que su suplemento probiótico puede facilitar la producción natural de lactasa de una persona, evitando los problemas de intolerancia durante un mes entero.
Ninguna de estas empresas está sometida a las mismas normas que una empresa farmacéutica que desarrolla un nuevo medicamento. A los fabricantes de suplementos dietéticos no se les exige que demuestren que sus productos favorecen una función corporal como la digestión de la lactosa, y las variables de la digestión humana pueden ser difíciles de superar incluso si alguien es estricto con la ingesta de lactasa.
“Podrías tomar un suplemento con miles de unidades de lactasa en el momento exacto”, dijo Shane. “Pero hay muchos factores que escapan a tu control”.