La vida ideal para cualquier infante, es en un ambiente de tranquilidad, armonía y cariño junto a su familia, donde no le falte la alimentación, vestimenta y una vivienda digna, así como lo necesario para contar con una adecuada salud y educación. Importante también lo es, su esparcimiento apropiado, con algunas horas diarias de juego que le proporcionen una necesaria alegría.
Pero ese ideal, del que pocas niñas y niños en el mundo pueden ver realizado, y algunos otros medianamente vivido, y una gran mayoría desafortunadamente están lejos de el, en el caso de los que habitan en la región de Gaza, están padeciendo las atrocidades de una guerra que en su totalidad les es ajena, pues independientemente de quien tenga la razón o no, o de si se le debe calificar como genocidio o de otra manera a lo que ahí está ocurriendo, lo cierto es que a tales pequeños no se les debería estar arrebatando su tranquilidad, sometiéndoseles a unas condiciones de vida por demás crueles. Según refiere la publicación “Gaza: 20,000 niños y niñas muertos en 23 mese de guerra, más de uno cada hora”, que aparece en la pagina de internet de Save the Children, fechada el día seis de septiembre del año que transcurre, “al menos un niño o niña palestino ha sido asesinado cada hora de media [sic] por las fuerzas israelíes en Gaza durante casi 23 meses de guerra, con el número total de muertes superando ya los 20.000, según Save the Children”. Asimismo, la nota en cuestión continúa señalando: “Al menos 1.009 de los niños y niñas asesinados tenían menos de un año de edad, y casi la mitad (450) de estos bebés nacieron y murieron durante la guerra. Según el Ministerio de Salud, al menos 42.011 niños y niñas han resultado heridos, y el Comité de la ONU sobre los Derechos de las Personas con Discapacidad informa que al menos 21.000 han quedado con discapacidades permanentes. Miles más están desaparecidos o se presume que están sepultados bajo los escombros. “Tras 23 meses de guerra, la vida de los niños y niñas que han sobrevivido está en riesgo cada día. La hambruna en la Gobernación de Gaza probablemente se extenderá en las próximas semanas, con más de un millón de personas —aproximadamente la mitad de ellas niños y niñas— enfrentando ya hambre catastrófica, la fase 5 del IPC, el peor escenario posible. Al menos 132.000 niños y niñas menores de cinco años corren riesgo de morir por desnutrición aguda, y al menos 135 ya han muerto de hambre, 20 de ellos desde que se declaró la hambruna el 22 de agosto, según el Ministerio de Salud. “Las fuerzas israelíes han intensificado sus bombardeos en toda la Franja de Gaza, dañando el 97% de las escuelas, el 94% de los hospitales y matando a niños y niñas que tienen siete veces más probabilidades de morir por heridas de explosión que los adultos. Sus cuerpos son más vulnerables al trauma, y a menudo sufren tipos de lesiones distintas que requieren tratamientos especializados adaptados a su fisiología y desarrollo… “Madres y padres cuyos hijos e hijas fueron despedazados hablan de un dolor que nadie debería tener que soportar, de no poder darles un último abrazo, de ser privados de una despedida. “Hablan de los abrazos perdidos, las risas, los llantos e incluso las travesuras. Para ellos, cada respiración es dolor que entra”. También cita la publicación en cuestión, que “Ahmad Alhendawi, director regional de Save the Children para Oriente Próximo, Norte de África y Europa del Este, alerta de la situación: “Esta es una estadística vergonzosa —un nuevo y horrible mínimo en una guerra caracterizada por una corriente constante de atrocidades. Lo peor de todo es que lo vimos venir. Ataques sistemáticos a hogares de niños y niñas, parques infantiles, escuelas y hospitales, hambre diseñada —el mundo no está haciendo nada para detenerlo. “Esta guerra es cruel, depravada y deliberada contra los niños y niñas de Gaza y su futuro, una generación robada. Si la comunidad internacional no actúa, enfrentamos el riesgo muy real de la aniquilación total de las futuras comunidades palestinas...”. Efectivamente, sumamente vergonzoso y cruel lo que acontece en dicha región del Mediterráneo, pero aún lo es más, la pasividad con que han actuado los países “poderosos” del mundo, que no han ido más allá de una simple declaración de reconocimiento del Estado Palestino; y que decir de la Organización de las Naciones Unidas que, con su ausencia de un actuar contundente para resolver tal conflicto, sigue poniendo en duda la justificación de su existencia. Ante tales omisiones, pero sobre todo ante dicha barbarie, al igual que como lo hizo el presidente Lázaro Cárdenas en 1937 con los llamados “Niños de Morelia” (evento en el cual fueron recibidos en el puerto de Veracruz alrededor de 500 niños provenientes de España, enviados por sus propios padres para evitar que siguieran sufriendo las calamidades de la Guerra Civil Española), algo debería ocurrir para que México acogiera al mayor número posible de infantes que habitan en esa catastrófica región de Palestina. Precisamente, hace un par de semanas, la presidenta Claudia Sheinbaum, en el marco de la recepción de las cartas credenciales de la embajadora del Estado Palestino en México, manifestó que nuestro país tiene la puerta abierta para recibir a las niñas y niños que estén sufriendo por la guerra multicitada, y que en caso de ser necesario está la propuesta. Entonces, ante el ofrecimiento mencionado, bueno sería que la diplomacia palestina moviera lo necesario para gestionar el traslado urgente, del mayor número de niñas y niños que las instituciones públicas y las familias mexicanas pudieran recibir y atender, para garantizarles, en la medida de lo posible, un mejor futuro.