Decíamos que México dejó de preocuparse, hasta “nuevo Twitter”, de los impuestos de Trump. Por ende, la lucha entre el conservadurismo y la transformación vuelve a ser noticia.

La confrontación de Claudia Sheinbaum con Zedillo subió de intensidad. A saber: Zedillo se incorporó como nuevo vocero del PRIAN y empezó a acusar a la Presidenta de ser “antidemocrática y autoritaria”, exigiéndole “suspender la elección judicial”. Y Claudia, que no es nada dejada, le sigue respondiendo al tibi pro te, al “tú por tú”, todos los temas.

En el asunto del Fobaproa, Zedillo dijo que “era caso cerrado, absolutamente legal y plenamente auditado”, y que los mexicanos debían seguir pagando. Pero ayer, la Presidenta de México expuso ante la Nación documentos que prueban que Zedillo miente, ya que la auditoría a la que se refiere “es una burda mentira; nunca se llevó legalmente a cabo”. Mostró documentos que concluyen que “las auditorías” a las que se refiere Zedillo “son puras mentiras”. De la respuesta presidencial se concluye que sí es factible no obligar al pueblo de México a seguir pagando ni los 500 mil millones de pesos por intereses, ni los 2 billones de pesos como deuda principal del Fobaproa. ¡Así, en palabras simples!

Ante esa tremenda información, el presidente de la Cámara de Diputados, Ricardo Monreal, declaró que ya están revisando las “auditorías al Fobaproa” que menciona Zedillo, y que “pondrán a debate los resultados de esta investigación en el Pleno”. Con la obvia finalidad de hurgar en las entrañas de ese gran atraco a la Nación que es el Fobaproa, para no seguir pagando ni la deuda principal ni los intereses de ese gigantesco robo impuesto por el PRIAN en los 90.

En palabras claras, esa confrontación implica la oportunidad —nunca antes imaginada— de quitarle al pueblo de México la carga eterna de seguir pagando, a políticos prianistas y estafadores bancarios, sus fraudes privados. Fraudes que convirtieron, “sin deberla ni temerla”, a todos los mexicanos en deudores solidarios de esos estafadores.

La definición de esta confrontación, que afortunadamente abrió la avaricia e imprudencia del PRIAN y de Zedillo, podría llevar a la Presidenta de México a tomar la decisión más importante que ningún presidente había tomado antes: anular la deuda del Fobaproa.

La resolución de este enorme tema nacional generará sucesos estratégicos que influirán en las luchas electorales que se avecinan, y en 2027 en Chihuahua; pero, sobre todo, en la economía y el bienestar social.

Por otro lado, los aranceles de Trump dejaron de ser un problema para México, y quizás también para varios países del mundo. Aunque, en cada tweet y conferencia de prensa de Donald, siempre está latente el peligro de que siga maltratando a México, como le encanta hacerlo.

Rápidamente, la caída de la economía, el desempleo y la inflación generaron enormes movilizaciones —un día sí y otro también— de millones de ciudadanos en su propio país, que han obligado a Trump a retroceder en su intento de seguir imponiendo sus irracionales “impuestos de la libertad” a todo el mundo. Al respecto de los aranceles de 145% impuestos a China, ayer tuiteó que “serían mejor del 80%”. Pero, hasta nuevo aviso, China ha dicho que “si no los revoca totalmente, no hay negociaciones”, el martes en Suiza. China la está medio librando, pues aumentó su comercio un 8%, aunque disminuyó notoriamente con Estados Unidos.

Es un hecho que, en Estados Unidos, ha causado el cierre de miles de medianos y pequeños comercios, inflación y despidos por todo el país. Y en China también la están sufriendo. Más de un tercio de las importaciones no están llegando a EE. UU.

Públicamente, Trump se percibe como alguien que retrocede asustado ante el formidable poder de la hegemonía china, a la cual escogió imprudentemente como adversaria, como si gobernar un país fuera igual a una pelea de boxeo en la NFL.

Al caso: en el gran desfile militar por el 80 aniversario de la victoria en la Segunda Guerra Mundial de los aliados contra los nazis, Putin, Xi Jinping y decenas de gobernantes de otros países mostraron al mundo la unidad de su firme alianza política, militar y económica, contra Trump y su cada día más débil y dividida OTAN y Unión Europea. UE a la que Trump sigue golpeando inmisericordemente con aranceles y ataques verbales. Un poco con excepción de Gran Bretaña, con la que firmó un tratado de libre comercio, aunque con un potencial económico risible frente al gigantesco comercio de China y de los BRICS, que se plantaron retadores ante los neonazis de todo el mundo.

El desastre, la recesión económica, empieza a mostrar su veneno en Estados Unidos.

Lo cierto es que Donald, hoy, es el hazmerreír del mundo. La “inusual” personalidad que tiene para gobernar lo ha convertido, como nunca antes, en un nuevo espécimen de la psiquiatría política. A saber: no había llegado antes a la presidencia de EE. UU. un “cacha-gangas” de bienes inmobiliarios siniestrados, que implementara su experiencia estafadora como política de Estado para extorsionar a otros países. Medrar y aconsejar la destrucción material y humana en Ucrania y Gaza, y promover genocidios con la expresa confesión de saquear sus riquezas minerales y hacer negocios inmobiliarios familiares, no tiene parangón en el mundo. ¡Es un caso increíble para la psiquiatría política!

Su discurso es cada día menos soberbio y vulgar. Pero es porque la realidad lo ha derrotado; le está demostrando que no es el “sabelotodo en todo”, como él se ufana.

Dicen que “no hay loco que coma lumbre”. Loco, pero no tonto: es público y notorio que usa el poder para hacer enormes negocios. Y vaya que el hijo de Biden también “sabía hacerlo, con el permiso de papá”.