Ciudad de México.- Empiezo por hacer una declaración quizá no apocalíptica, pero sí lapidaria, contundente y drástica: estoy hasta la madre de politiquería. No digo "de política", pues no es política la que hacen la 4T y Morena. En el sentido mejor de la palabra la política es la procuración del bien común. La politiquería, en cambio, es la pedestre actividad que tiende sólo a la satisfacción de intereses relacionados sobre todo con el uso del poder para fines que nada tienen que ver con el interés comunitario. A esa mala ralea pertenecen acciones del actual régimen como la llamada Ley Espía, la nombrada Ley Mordaza o la nefasta reforma judicial con su espuria elección de ministros de la Corte cortesanos. Harto de hacer el comentario de todo eso que va labrando la ruina del país dedicaré mi espacio de hoy a practicar una virtud que es noble y alta: el agradecimiento. Aún no entiendo por qué el Padre Ripalda no incluyó entre los pecados mortales el de la ingratitud. A mi juicio esa culpa es mayor que la de envidia, gula, pereza o avaricia. No quiero incurrir en ella, y por eso diré aquí que estos días han sido para mí de gracia, y por lo tanto deben ser de gracias. Permítanme mis cuatro lectores transcribir el texto de una placa que hace unos días recibí: "La Asociación 'Vive tu Centro' y el Hotel Colonial San Miguel reconocen y admiran la trayectoria y vida de Armando Fuentes Aguirre, 'Catón', orgullo de Saltillo, por su invaluable legado literario, su humor e inteligencia, y por engrandecer con su pluma la cultura, la historia y el espíritu de nuestra ciudad". Antes de que me fuera entregado ese reconocimiento un centenar de saltillenses visitaron Radio Concierto, la emisora cultural de mi familia, en el hogar de mis antepasados. Escribió Paola Casas, del periódico Zócalo: "Al arribar a la majestuosa casona, Luz María Fuentes, hija del homenajeado y directora artística de Radio Concierto, ofreció una cálida charla sobre el valor patrimonial del recinto. Los invitados recorrieron cada rincón de la casa, visiblemente maravillados por su riqueza cultural y simbólica". Por su parte Katya González, de Vanguardia, reseñó: "Sin temor a equivocarme puedo decir que la noche tuvo sabor a Catón. Difícil imaginar a alguien en Saltillo que no haya oído hablar de él. Su nombre es sinónimo de ingenio; su firma aparece en numerosos periódicos nacionales, y su sentido del humor es inconfundible. Antes de su homenaje los asistentes fueron invitados a visitar la casa de Catón. Con una sonrisa el escritor recibió a cada uno de los visitantes en su hogar, ahora convertido en recinto cultural. En su discurso, entre risas y anécdotas, desplegó ese humor tan suyo. Luego se colocó una placa con su nombre en el muro de personalidades distinguidas del Hotel Colonial San Miguel". La conocida frase afirma que nadie es profeta en su tierra. Sin ánimo contradictorio digo que yo lo soy gracias a la generosidad de mis paisanos y de personas como David Valdés Jaramillo, creador de esa bella hospedería, hotel boutique y restorán de sabrosísima gastronomía que han enriquecido mi ciudad, e Ivonne Orozco Matus, de Vive tu Centro, cuya cruzada en pro de la conservación y disfrute del centro histórico de Saltillo ha brindado momentos inolvidables a muchos saltillenses. Cuando leo sus artículos sobre cocina se me hace agua la boca. Vaya por este medio la expresión de mi gratitud a quienes una vez más me ungieron con el santo sacramento de la bondad humana. Todo es gracia, escribió el francés Bernanos. En estos días todo en mi vida han sido gracias. Lejos estoy de merecerlas, por eso las agradezco más. FIN.
MIRADOR.
Por Armando FUENTES AGUIRRE. San Eneldo es un santo del cual muy pocas veces se oye hablar. Tenía 8 años de edad cuando renunció al mundo, al demonio y a la carne. Encomiable renuncia fue ésa, sobre todo si se toma en cuenta que no conocía ninguna de las tres cosas. Ya joven se retiró a vivir en una cueva del desierto. Se alimentaba de hierbas y raíces; bebía agua de lluvia en el hueco de las peñas; se mortificaba ciñendo un cinturón de espinas y dándose cabezadas en el tronco de los árboles. Su vida era de penitencias por pecados que nunca había cometido. Una noche lo visitó una mujer de bello rostro y cuerpo venusino. Se desnudó ante él y lo hizo pecar maravillosamente. Eneldo le preguntó: -¿Eres el demonio? Respondió la mujer: -No. Demonio fue el que te inspiró la idea de vivir como has vivido. Tu soledad, tus penitencias y mortificaciones son el mayor pecado. De él tendrás que dar cuenta al que creó el amor que perpetúa la vida, y la vida que perpetúa el amor. San Eneldo está olvidado. Si hoy escribí de él fue porque no tenía nada más de qué escribir. ¡Hasta mañana!...MANGANITAS
Por AFA. ". López-Gatell va a la Organización Mundial de la Salud.". Un comentarista advierte, con rabia e indignación, que a esa organización enviamos al Doctor Muerte.