El reloj esta en cuenta regresiva, en pocas horas el aún presidente de la República Andrés Manuel López Obrador entregará la banda presidencial y las llaves del Palacio Nacional a su sucesora Claudia Sheinbaum, y según él mismo, se retirará a “La Chingada”, una finca que cuenta con una laguna, en una superficie 13 mil metros cuadrados entre la selva.
Sin duda un lugar perfecto para el retiro de quien gobernó el país por seis años, pero la pregunta obligada es ¿aguantará estar en el retiro, lejos de la farándula y la adulación política?… y sobre todo ¿se alejará de la tentación de seguir moviendo los hilos de la política mexicana?… no lo creo. Es cierto que será el expresidente con mayor aprobación al terminar su encargo, y no únicamente eso, tal vez el único que ha logrado dejar una sucesora de su equipo, tanto así que se permitió dejarle medio gabinete y en las áreas prioritarias, además de un poder absoluto con un Congreso de la Unión imparable y la reforma suficiente para asaltar y apoderarse del Poder Judicial. A tal grado ha llegado su deseo de seguir haciendo lo que quiere que sin rubor sacó el decreto para nacionalizar vehículos extranjeros por dos años más, extralimitándose en sus funciones, pero desde luego nadie hará o dirá nada. Desde luego que el tiempo y la historia valorará su paso por la presidencia, pero hay temas que se deben destacar: sin duda su éxito fueron los programas sociales, que fueron la base del activismo político y movilización en el día de la elección; pero su grito de guerra y promesa principal hace seis años fue la lucha contra la corrupción, de la cual no hay ningún resultado que destacar. La gran deuda que deja es la lucha contra la delincuencia, 200 mil homicidios dolosos es la cifra de muerte que deja su sexenio y que todas las encuestas señalan es el gran problema que existe en el país y que hoy se refleja en una lucha interminable en el estado de Sinaloa, ahí donde López Obrador mantiene información oculta y a pesar de la grave crisis sostiene con alfileres a su amigo el gobernador. En lugar de atender la creciente violencia en el país, con su política de abrazos y no balazos, continuamente lanzó sus batallas ideológicas, como la actual polémica en contra del Rey de España y que le ha permitido desviar la atención de los problemas existentes. Hay que reconocer que López Obrador ha sido un excelente comunicador, que ha desarrollado una exitosa pedagogía política, adoctrinamiento en otras palabras a través de las mañaneras, sin duda el único canal de comunicación que usó, y claro continuará con Claudia Sheinbaum. Durante su sexenio realizó una reingeniería de medios, no como prometió de eliminar la opacidad en la aplicación de los recursos públicos, sino que hizo exactamente lo mismo que sus opositores, redirigió ese recurso a los medios que lo adularon e incrementó la presencia de “youtubers e influencers” que eran los preferidos en las mañaneras. En lo político gobernó solo, excluyó a la izquierda mexicana, esas fuerzas de movimientos sociales en la política, dejando fuera demandas como la Reforma Indígena de derechos y cultura indígena que encabezó el Ejército Zapatista de Liberación Nacional y el Congreso Nacional Indígena entre otros. En esa política de oídos sordos también se incluyó al movimiento de víctimas, especialmente en el caso Ayotzinapa y en las demandas de verdad y justicia en los crímenes del pasado, porque el aún presidente se comprometió en esos temas, y al final no se hizo nada. Sin duda su gran aliado fue el Ejército, López Obrador aumentó durante el sexenio en 1,545% los recursos destinados a los fideicomisos bajo control de las Fuerzas Armadas, pese al riesgo de opacidad y corrupción, ahí no le preocuparon los fideicomisos que atacó en el Poder Judicial. Y donde sí se excedió fue en la violación a la ley electoral, principalmente en las conferencias matutinas, así como la violación a las normas de protección de datos personales. La gran ausente en el sexenio fue la transparencia, no sólo por la actual iniciativa que busca extinguir al Instituto Nacional de Transparencia, Acceso a la Información y Protección de Datos Personales (INAI), sino principalmente por la reserva constante de información y la exposición de datos de particulares como periodistas, empresarios y políticos que lo criticaron. La actividad preferidla de Andrés Manuel en sus “mañaneras”, fue infringir la ley electoral al difundir propaganda gubernamental durante periodos electorales, que están marcados como prohibidos, así como atacar a los partidos contrarios. Así que en lugar de las golondrinas, sería bueno que le pusieran la canción de “A mi manera”, porque así fue como gobernó y en serio por el bien del país y la gobernabilidad de la próxima administración, ojalá si se quede en “La Chingada”.