(Próximamente Ralph Bush)

Donald Trump dice estupideces por minuto. Y lo pésimo es que nuestra ¿presidenta? le responde en el mismo tono. La más reciente es que Estados Unidos quiere anexarse México.

¿Es positivo o negativo? Analicemos esta propuesta.

Lo positivo. Podremos ir a El Paso, Las Vegas, California, Nueva York, Chicago, Virginia y a Dakota del Norte sin pasaporte ni visa. No habrá largas filas para pasar al Chuco. Traeremos lo que se nos plazca porque no habrá aduana. Los paisanos que visitan a sus familiares y amigos les traerán regalos sin ser víctimas de la Guardia Nacional, el Ejército, las policías estatales y en particular de los mordelones de vialidad que les bajan su lana nomás les ven sus placas de California o Texas o cualquier otro estado. Tendremos como moneda el dólar y el famoso peso pasará a la historia. Habrá más canales de televisión, periódicos, noticieros. A los que les gustan las güeras se podrán casar con ellas sin el pretexto de la ciudadanía porque ellas desean al latin lover. Depositaremos nuestros ahorros en bancos confiables: Revolut, JPMorgan Chase & Co., Bank of America, Wells Fargo, Citigroup, etc. y no en Banco Azteca, Bancrea, Autofin y otras instituciones autóctonas. Tendremos juegos de las grandes ligas, de futbol americano y básquet. Podremos ir gratis a conocer países exóticos si nos damos de alta en el Army. Compraremos coches americanos sin pagar regularizaciones, placas, tenencias, verificaciones, mordidas por aquí y por el más allá y no podrán ser incautados. Pasaremos nuestras vacaciones en Hawái. Hablaremos inglés –no problem- y a nuestros hijos los llevará un camión escolar al centro educativo correspondiente. Conduciremos tranquilamente por los free way sin baches ni retenes. No tiraremos basura en las calles, respetaremos los límites de velocidad, no gritaremos groserías, usaremos el cinturón de seguridad, no manejaremos ebrios, obedeceremos las leyes. No faltaremos al trabajo. Nos pagarán 20.80 dólares la hora (es el salario mínimo en Texas). No habrá sindicatos ni líderes charros. Los niños serán bilingües. Los salones de clases no tendrán más de 25 estudiantes. No más 16 de septiembre sino ahora 4 de julio. Compraremos billetes de Lotto.

Los jueces, magistrados y demás ya no serán electos por el pueblo porque nos los impondrán desde Washington y no desde Palenque. Desaparecerán Morena, PRI y PAN (o lo que queda de ellos) y nos registraremos en el partido Republicano, perdón, en el Republican Party; conocido como Grand Old Party o en el Demócratic Party. Tendremos servicios médicos, hospitalarios, educativos de primer mundo y se esfumarán las Universidades del Bienestar. PEMEX pasará a Exxon, Mobil o Chevron y la gasolina bajará de precio. No habrá mañaneras. Al día siguiente de la anexión de México a los Estados Unidos al menos diez millones de parientes de los antes llamados indocumentados se volcarán para reunirse con sus familiares. Ya no habrá remesas de braceros hacia México porque We are americans! No más sexenios, ahora serán cuatrienios. No habrá fraudes electorales. Los narcos transportarán sus mercancías sin revisiones ni extorciones de ninguna índole, sobre todo de las policías mexicanas. Ya no nos dirán beaners ni mexican curios sino brother and sister o new american citizen. ¡Ya no tendremos deuda externa!

Si lo deseamos viviremos el sueño americano aquí o directamente con los gabachos.

Lo negativo. Solo tendremos que soportar a Trump y su personalidad populista, altanera, agresiva, soberbia, violenta, altiva, irracional, despectiva, racista, demagoga, traicionera, belicosa, provocadora, pero ya tenemos experiencia, no nos costará volverlo a hacer. Finalmente, el próximo presidente ya hace lo que quiere en México…

Si Donald se anexa México lo pagará muy caro. Y a los quince minutos se arrepentirá. Pero para entonces ya habremos invadido United States con colchas, molcajetes, imágenes de la virgencita, anafres, macetas, perros, gatos, pericos y gritando “¡Ya llegué yo!” Y entonces, Estados Unidos será nuestro.

Mi álter ego lo reitera: los americanistas somos humildes en la derrota y más aún en la victoria. El futuro tricampeón está más fuerte que nunca.