La realidad política-electoral-antidemocrática, acompañada de la aguda crisis social y económica que cotidianamente y de unos años a la fecha ha venido siendo la constante en países como Argentina, Bolivia, Colombia, Ecuador, Perú, Uruguay, Venezuela…, provocada centralmente por la voraz geopolítica del imperio capitalista neoliberal; no tiene por qué seguir siendo la ruta y ejemplo a seguir en Latinoamérica y el Caribe, así como en África, Asia y el resto del mundo.
Ciertamente, ha habido periodos y/o eras en que se avanzó en algunos países de América en la vida democrático-político-electoral y socioeconómica: Brasil, Getulio Vargas; México, Lázaro Cárdenas; Argentina, Juan Domingo Perón; Chile, Salvador Allende; Panamá, Omar Torrijos; Bolivia, Evo Morales; Uruguay, José Mujica; Venezuela, Hugo Chávez y Nicolás Maduro; etcétera. Sin embargo, las agudas contradicciones características de América Latina y del Caribe que se vienen soportando acompañadas de nefandos e innumerables asesinatos, complot, bloqueos y “gorilazos” golpes de Estado , desde los siglos XIX y XX siguen vigentes en la mayoría de los Estados-nación de nuestra región continental. Pruebas concretas de ello son algunos casos actuales como los de: Argentina (Milei), Perú (Dina Boluarte), Bolivia, Ecuador, Uruguay; que ni por asomo, los USA, las transnacionales y oligarquías “autóctonas” conservadoras, de derecha y ultraderecha, han vociferado, han recriminado enérgicamente a los gobernantes de los citados países, convertidos en varios casos en auténticos y visibles dictadores apoyados en las fuerzas armadas de sus respectivas naciones, como sí lo están haciendo en estas precisas horas en contra de la reelección del presidente de Venezuela: Nicolás Maduro. En ese orden de ideas y retrotrayendo la historia de Venezuela, durante el segundo mandato de Carlos Andrés Pérez Rodríguez (1989-1993) el país cayó en una atroz crisis económica que provocaron la enérgica protesta y movilización del pueblo iniciándose con el emblemático CARACAZO, extendiéndose a otras ciudades y regiones de esa petrolizada nación Bolivariana; por lo que el presidente Carlos Andrés Pérez, ordenó a las fuerzas armadas actuar. Incurriendo el ejército en una represión excesiva que según cifras oficiales dejó 276 muertos y numerosos heridos, así como 2000 personas desaparecidas durante el 27 y 28 de febrero de 1989. Antidemocráticos, antipatriotas y trágicos acontecimientos que las transnacionales, el Pentágono, las oligarquías y los partidos y grupos de las derechas de México, España, Centroamérica… NO vieron ni escucharon, además de quedarse mudos: no vociferaron, no dijeron nada. Pero seguramente los entes de las derechas señalados, sí aprobaron y le aplaudieron a Carlos Andrés Pérez, el que haya utilizado parte de los 17 millones de dólares (de la época) por el que se le acusó de peculado doloso, para apoyar internacionalmente a la impopular y oligarca presidenta Violeta Chamorro de Nicaragua durante la Operación Orquídea. Por supuesto que todo lo anterior gira en torno al deseo, a la convicción de que ha llegado el momento de que Venezuela sea la génesis de la época en que los asunto o “problemas” político-electorales y electoreros, se diriman por la vía pacífica; que se considere lo declarado en no pocas ocasiones por el presidente Andrés Manuel López Obrador y la presidenta electa Claudia Sheinbaum: Que en la medida en que haya más transparencia, ‘evidentemente se podrán mostrar los resultados de la elección’. Resultados preliminares y del cómputo final. Reafirmando la ejemplar política exterior de México: Estar en contra de todo intervencionismo y a favor de la autodeterminación de los pueblos, de su independencia y de su soberanía. ¡Definitivo! En VENEZUELA como en toda Latinoamérica y el Caribe, no debe seguir interviniendo el imperialismo capitalista, neoliberal y globalizador, sino que debe anclarse el imperio de la fuerza de la razón y no la razón de la fuerza. ¡No más enfrentamientos y guerras fratricidas en ninguna parte de Latinoamérica y el Caribe!
Opinión
01 Ago, 2024
Que impere la fuerza de la razón y no la razón de la fuerza
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Isaías Orozco Gómez
