Su aspecto es muy parecido al de cualquier otro sapo. Es rollizo y verde, con manchas marrones verrugosas y vibrantes ojos dorados. Sin embargo, cuando se siente amenazado, el sapo del desierto de Sonora hace algo extraordinario: secreta un potente compuesto alucinógeno a partir de unas glándulas especializadas de la piel.
Pero esa potente defensa química podría ser ahora un riesgo para su supervivencia, debido al auge del interés por las drogas psicodélicas.
La captura con trampas en México ha diezmado varias poblaciones de estos anfibios y ha llevado a otras a un pronunciado declive, según los nuevos hallazgos presentados en Psychedelic Science, una conferencia sobre alucinógenos celebrada en Denver el mes pasado.
“En poco más de una década, hemos puesto a esta especie en peligro de extinción en nombre de la sanación y la expansión de la conciencia”, dijo Anny Ortiz, directora de terapéutica clínica del Instituto Usona, una organización de investigación sin ánimo de lucro con sede en Madison, Wisconsin, que se interesa en las drogas alucinógenas para uso médico. Combinado con la pérdida de hábitat y otras amenazas antropogénicas como el cambio climático, el “abuso generalizado de los sapos” está creando un “triple golpe para la especie”, dijo.
Los científicos identificaron químicamente el compuesto psicodélico 5-MeO-DMT en las secreciones de los sapos del desierto de Sonora en 1967. Pero hasta hace poco, poca gente molestaba a los anfibios o conocía sus propiedades alucinógenas. Eso cambió en 2014, dijo Ortiz, cuando los medios de comunicación estadounidenses y otros empezaron a dar publicidad al hecho de que las secreciones secas del sapo podían fumarse para inducir un efecto alucinógeno breve pero intenso.
Muchos de estos relatos también perpetuaron la falsa narrativa de que la “medicina del sapo” era una antigua práctica de las tribus indígenas que habitaban en el desierto de Sonora, pero no existe evidencia que respalde esta afirmación, dijo Ortiz, quien realizó una investigación sobre la molécula como parte de su tesis en la Universidad de Wisconsin-Madison.
Pero a medida que se difundían las noticias sobre la droga, el 5-MeO-DMT se convirtió en una oferta lucrativa cada vez más popular entre los autodenominados chamanes, curanderos new age y practicantes clandestinos de todo el mundo. También empezaron a surgir “iglesias del sapo”, a donde la gente podía ir a fumar el compuesto, en todo Estados Unidos, incluyendo California, Minnesota, Texas, Wisconsin y otros estados.
En Estados Unidos, se prohíbe el 5-MeO-DMT en su mayor parte como sustancia controlada de la Lista I, por no tener un uso médico actualmente aceptado y un alto potencial de abuso. Sin embargo, algunos grupos consiguieron una excepción legal en virtud de la Ley de Restauración de la Libertad Religiosa, al declarar la droga como un sacramento, dijo Ortiz.
Para abastecer el creciente mercado, cada vez más extranjeros empezaron a llegar a México en busca de sapos, dijo Ortiz, quien creció en la zona. “Esto hizo que los lugareños lo vieran como un bien económico”.
En la actualidad, muchos rancheros mexicanos acumulan sapos, guardándolos en cubetas y bolsas para venderlos a los extranjeros que los llevan a casa. Los animales sufren lesiones y estrés “atroces” por estar en cautiverio y ser ordeñados repetidamente para obtener sus secreciones, dijo Ortiz.
La especie carece actualmente de protección en México y figura como de “preocupación menor” en la Lista Roja de Especies Amenazadas de la Unión Internacional para la Conservación de la Naturaleza. Sin embargo, Ortiz temía que la presión sobre los sapos estuviera creando una nueva y grave amenaza, por lo que se puso en contacto con Georgina Santos-Barrera, profesora de la Universidad Nacional Autónoma de México, para colaborar en una evaluación de conservación.
Entre 2020 y 2024, realizaron visitas nocturnas cada año a nueve lugares del estado de Sonora y uno de Chihuahua. En total, encontraron unos 400 sapos adultos y 2000 juveniles. Al menos tres poblaciones importantes parecían haber desaparecido, y varias otras parecían estar en grave declive.
Los sapos que encontraron las investigadoras eran también mucho más pequeños que los observados en años anteriores. Esto es preocupante, dijo Ortiz, porque los sapos grandes tienen la mayor capacidad reproductiva. “Se daban las condiciones adecuadas”, dijo. “Pero los ejemplares grandes simplemente habían desaparecido”.
Los sapos del desierto de Sonora, que en Estados Unidos también se conocen como sapos del río Colorado, desempeñan funciones clave como depredadores y como presas. A medida que disminuya la población, “estoy segura de que observaremos grandes problemas ecológicos”, dijo Santos-Barrera. Ella y Ortiz ya han recibido pruebas anecdóticas de que los insectos comedores de cultivos han aumentado en los últimos años. “Los sapos no están ahí, así que estos insectos no se mantienen a raya”, dijo Ortiz.
Una vez publicados sus hallazgos, Santos y Ortiz planean pedir a la Unión Internacional para la Conservación de la Naturaleza que ajuste el estado de conservación del sapo. Esperan que esto conduzca también a que México otorgue protección nacional a la especie.
Estados Unidos ya ha propuesto que el sapo del desierto de Sonora se someta a la normativa sobre comercio internacional de la Convención sobre el Comercio Internacional de Especies Amenazadas de Fauna y Flora Silvestres. Se votará en noviembre.
Pero las protecciones y las normas comerciales solo pueden llegar hasta cierto punto, dijo Ortiz. Lo que realmente se necesita, dijo, es persuadir a los consumidores de psicodélicos para que se alejen de los sapos.
Ortiz dijo que existe 5-MeO-DMT sintético, idéntico a la versión natural. La molécula también puede extraerse de ciertas plantas. Sin embargo, muchos usuarios insisten en que las secreciones derivadas de los sapos son preferibles porque son naturales, dijo Ortiz. Algunos insisten también en que las secreciones contienen otras sustancias químicas que contribuyen a la experiencia de la droga.
De hecho, los otros compuestos que producen los sapos son cardiotoxinas que no tienen propiedades que alteren la mente, según Ortiz. “No hay ninguna ventaja añadida por utilizar las secreciones”, dijo.