Mujeres líderes en la derecha
La elección de Sanae Takaichi como primera ministra de Japón marcó un hito. La última vez que una mujer dirigió el país fue en 1771, cuando la emperatriz Go-Sakuramachi ocupó el trono imperial.
Esto significa que ahora hay dos mujeres que dirigen países del G7. Takaichi se une a Giorgia Meloni, primera ministra de Italia. Sus predecesoras son tres primeras ministras británicas —Margaret Thatcher, Theresa May y Liz Truss—, Angela Merkel de Alemania, Kim Campbell de Canadá y Édith Cresson de Francia.
¿Notas algo en ese grupo?
Con la excepción de Cresson, una socialista que estuvo en el poder poco menos de un año, todas las demás líderes femeninas en el G7 han sido de extracción de derecha.
Un club exclusivo
Lo principal que tienen en común las líderes de todo el mundo es que han sido muy pocas.
Su reducido número, sumado al hecho de que estas mujeres fueron elegidas en distintos países en diferentes momentos, hace difícil deducir patrones. El ascenso de cada una estuvo necesariamente ligado a circunstancias singulares.
Las políticas de las mujeres también difieren: Angela Merkel, de centro-derecha, que acogió a los inmigrantes en Alemania, es una política muy distinta de Takaichi o Meloni, quienes han impulsado restricciones a la migración.
Y no todas las mujeres líderes proceden de la derecha. Fuera del G7, se pueden encontrar fácilmente ejemplos de jefas de gobierno de izquierda, como la presidenta de México, Claudia Sheinbaum, y la primera ministra de Dinamarca, Mette Frederiksen.
No obstante, en ese grupo de naciones industrializadas, el fracaso de los partidos liberales para lograr que las mujeres ganen elecciones es un tanto desconcertante. En Estados Unidos, las dos mujeres que más se han acercado a la presidencia eran demócratas, pero perdieron. En el Reino Unido, el Partido Laborista nunca ha elegido a una mujer como líder.
Esto puede parecer contrario a la lógica o la intuición. Por lo general, es la izquierda la que ha defendido explícitamente a las mujeres en la política, a menudo mediante instrumentos como las cuotas de género, que ahora están en vigor en aproximadamente la mitad de los países del mundo. Gran parte de la derecha encuentra desagradables este tipo de medidas; Meloni, por su parte, se opone a ellas.
Takaichi ha hablado de la soledad de ser mujer en la política japonesa. Pero también ha adoptado posturas que, según los críticos, obstaculizan a las mujeres. Se ha opuesto a cambiar una ley que obliga a las parejas casadas a compartir apellido, y ha respaldado los esfuerzos por preservar el linaje masculino de la familia imperial japonesa.
Damas de hierro aficionadas al metal
Las expertas con las que hablé sugirieron que varias dinámicas diferentes podrían estar interactuando entre sí.
Pippa Norris, profesora de Política comparada en la Escuela de Gobierno John F. Kennedy, dijo que el impulso a favor de la presencia de mujeres en la política, en gran medida por parte de los partidos de izquierda, puede ser contagioso, tanto dentro de los países como a través de las fronteras.
Y cuantas más mujeres participen en política, mayores serán las probabilidades de que accedan al liderazgo, independientemente del partido al que pertenezcan.
Los socialdemócratas alemanes instauraron cuotas de género en 1988, lo que presionó a los conservadores para que incluyeran más mujeres en sus listas electorales. En las elecciones posteriores, una de las mujeres elegidas para el Bundestag, el Parlamento alemán, fue una joven Angela Merkel.
Y un análisis detallado del ascenso al poder de cada mujer revela algunos patrones, dijo Silvana Koch-Mehrin, fundadora de una red de líderes políticas femeninas, retiradas y en funciones.
Muchas de las primeras líderes llegaron al poder como figuras ajenas al sistema en un momento de crisis política. Thatcher ascendió en la década de 1970, cuando el Reino Unido estaba sumido en la confusión económica y política. Merkel ganó el liderazgo de su partido tras un escándalo de corrupción a principios de la década de 2000. May se convirtió en líder en el desordenado periodo posterior al referéndum del brexit.
Hoy en día, las crisis políticas se han convertido en la norma.
Esto alimenta el auge de la derecha más dura y brinda credibilidad a los líderes que pueden presentarse como una opción distinta a sus predecesores. Y las mujeres que aspiran a puestos que antes ocupaban casi exclusivamente los hombres son, intrínsecamente, figuras alternativas.
Meloni fue elegida tras una década de agitación luego de la era de Berlusconi, una época alimentada por la testosterona, en la que Italia pasó por seis primeros ministros. En Francia, la extrema derecha de Marine Le Pen es la fuerza más popular en un país que ha visto cuatro gobiernos en menos de un año. En Japón, Takaichi, una admiradora de Iron Maiden y baterista aficionada que se impuso a cuatro hombres para convertirse en líder del PLD, toma las riendas de un partido que ha estado perdiendo apoyo, en un país que se enfrenta a un persistente estancamiento económico.
El ascenso de las mujeres en la derecha es intrigante. También podría ser efímero. El crecimiento constante del número de mujeres en los parlamentos en las últimas décadas, mismo que ha impulsado el ascenso al poder de las mujeres de derecha, se ha estancado. Por otra parte, Francia, donde Le Pen sigue superando a sus rivales en las encuestas, celebrará sus próximas elecciones presidenciales en 2027.
