La narración de la Fiscalía General del Estado (FGE) sobre la presunta participación de César Eduardo O. M. en el plagio y asesinato de J. G. G. P. le atribuye haber declarado que le depositaron 5 mil pesos por el “trabajo” de conducir la van en la que privaron de la libertad a la víctima.

Los datos presentados por la representación social en la audiencia del pasado sábado agregan que O. M., de 29 años, mencionó también ante esa dependencia el nombre de Édgar como el de quien lo contactó por teléfono el día del crimen y le pidió la cuenta para el depósito pero sin conocer si él lo había pagado.

“Le dijo que iban a hacer un trabajo”, que iba a comprar una camioneta y su trabajo era manejar, que había que ir a un yonke, que pasara por enfrente”, fue parte de lo que leyó la agente del Ministerio Público que encabezó la acusación.

“Le depositaron cinco mil… desconoce quién pero que era por el trabajo de Édgar”, agregó la información vertida por la FGE y que presuntamente fue lo que declaró César Eduardo O. M.

Tanto él como otro coacusado, Sergio Jonathan S. P., pidieron la palabra al final de la audiencia para manifestar que habían sido torturados por agentes ministeriales, por lo cual la defensora pública solicitó la aplicación del Protocolo de Estambul.

Ambos están en calidad de acusados y en espera de la resolución sobre su vinculación o no a este proceso penal iniciado por secuestro agravado y homicidio calificado y en el que se les identifica como presuntos coautores.

La narrativa de la FGE agrega que Édgar también le llamó a César Eduardo para preguntar si “se aventaba el jale”, el cual rechazó el hoy detenido porque era muy poco el dinero pero que sabía que se refería al asesinato de J. G. G. P. “Lo mató con un bat”, habría señalado.

El día de la privación ilegal de la libertad, de acuerdo con el testimonio que le atribuye el Ministerio Público, César Eduardo vio “al muchacho” y que otros de los tripulantes de la van “iban armados”. Luego, Édgar lo contactó también para cuidar la casa –en la calle Acamapichtli, de la colonia Águilas de Zaragoza– y al muchacho y que le diera de comer. Uno de esos días “fue Jonathan. Le llevó comida en un carro”, habría agregado la declaración de César Eduardo.

La agente del Ministerio Público mencionó también contar con un reconocimiento del mismo detenido a través de cámara de Gesell.

Identifican billetes

A César Eduardo O. M., de 29 años, la Fiscalía llegó gracias a que un testigo del secuestro identificó su fotografía en una nota publicada el pasado 6 de noviembre en el sitio digital de este medio (diario.mx) con el reporte de su aprehensión por delitos contra la salud.

Esa detención ocurrió la noche del 5 en la colonia Urbi Villa Bonita, cuando supuestamente fue encontrado a bordo de un vehículo Nissan Quest color arena en posesión de ocho envoltorios de una sustancia con las características de la cocaína, además de dos billetes de mil pesos.

Con la noticia, el testigo avisó a la Fiscalía que ese detenido era el mismo que iba manejando la van en la que se llevaron a J. G. G. P.

Ya a disposición de la FGE, de acuerdo con lo que indicó la agente del Ministerio Público, César Eduardo accedió a declarar, indicó la ubicación de la vivienda en la que habrían tenido a la víctima y presuntamente dijo que había sido conductor de la van.

Los dos billetes de mil pesos, además, de acuerdo con lo que indicó la FGE, terminaron coincidiendo con la serie anotada antes de ser parte de la primera de dos sumas pagadas por el rescate.

“La negociadora (de FGE) hace un seriado de los billetes… se concatenan con lo que le hallaron al detenido”, indicó la representación social.

El secuestro se registró el 22 de octubre, después de que, alrededor de las 18:00 horas, J. G. G. P recibió una llamada de alguien que le dijo que quería comprar una camioneta Jeep y que, poco después, acudió al negocio de venta de autopartes, en la zona norponiente de la ciudad.

La narrativa de la FGE agregó que, junto con la víctima y otra persona cercana a la misma, el supuesto comprador –con un tatuaje en la mano y aún sin ser presentado ante el Poder Judicial– abordó la Jeep con la intención de “calarla” pero, al llegar a la calle Begonias, frenó de golpe, sacó un arma y amagó primero a J. G. G. P. y luego al otro tripulante.

En eso, el hoy asesinado bajó de la unidad y empezó a correr hasta que fue interceptado por otros hombres que descendieron de la camioneta tipo van, a la cual lo subieron a la fuerza. El cadáver fue encontrado maniatado el 1 de noviembre siguiente en la colonia El Papalote, a menos de un kilómetro de Águilas de Zaragoza.

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