Cd. de México.- Es 1989. Helen Norville (Anna Torv) regresa a Australia después de trabajar como corresponsal en el extranjero. Al frente de Public Eye, un programa de actualidad en horario estelar, ocupa un puesto de mayor visibilidad. Pero su margen de decisión sigue siendo limitado.

La tercera y última temporada de The Newsreader, disponible en Latinoamérica a través de Universal+, retrata cómo intenta sostenerse dentro de un sistema que aún opera bajo viejos esquemas.

"Hay una secuencia que me encanta, porque Helen no sólo consigue su propio programa y elige con quién trabajar, cómo hacerlo y luego algo sale mal. Es como una puerta giratoria de hombres que entran a hacerse cargo aunque no hacen realmente nada.

"Al mismo tiempo, ella está pasando por un proceso personal. No sé si 'sanación' sea la palabra, pero básicamente intenta hacer su vida más llevadera. No puede seguir viviendo en ese nivel de ansiedad", dijo Torv en entrevista virtual.

Desde su primera entrega, estrenada en 2021, The Newsreader ha retratado las dinámicas del periodismo televisivo en Australia durante los años 80, enfocándose en cómo las estructuras de poder dentro de la redacción impactan la vida de quienes están frente a cámara.

Creada por Michael Lucas y dirigida por Emma Freeman, la serie sigue la evolución de Helen y de su colega Dale Jennings (Sam Reid) a lo largo de tres actos narrativos.

En la temporada final, el historial de salud mental de Helen vuelve a ser un punto de presión. De acuerdo con Torv, la narrativa evita manifestar un diagnóstico, pero muestra cómo su entorno tiende a etiquetarla en lugar de ofrecer apoyo.

"Lo fascinante es cómo otras personas hablan de Helen. Nunca dicen que tal vez tiene una enfermedad mental. Dicen que es exigente, que es difícil, que es histérica, emocional, todos esos calificativos que se usan para describir a las mujeres. Nadie habla de la falta de cuidado, de cómo nadie debió dejarla seguir adelante así.

"Parte de lo que queríamos mostrar esta temporada, y estoy muy orgullosa de ello, especialmente siendo la última, es el tratamiento que recibe: terapia dialéctico-conductual. Sigue usándose hoy. En los 80 era nuevo. Y es aburrido, práctico, mundano: hacer ejercicio, respirar, contar hasta diez, escribir. Pero si lo haces, hay esperanza. Hace que tu vida sea más llevadera", comentó.

El vínculo entre Helen y Dale sigue siendo uno de los ejes narrativos. Dale, un reportero ambicioso que soñó con convertirse en una figura pública, enfrenta las consecuencias de esa exposición: es aclamado como "el rey de las noticias de la televisión", pero la atención mediática comienza a afectar su vida personal.

"Son almas afines, compañeros del alma, lo que sea. Y no siempre tiene que ser una relación romántica. Si alguien está destinado a estar en tu vida, hay muchas formas de reconfigurar eso para que se quede. Y ellos tienen esa suerte de haberse encontrado", dijo.

Torv evitó encasillar a Helen como una figura nostálgica de los 80. Para ella, el personaje conecta directamente con las condiciones actuales del oficio periodístico, donde la rapidez y la desinformación generan nuevos desafíos.

"Creo que Helen sobreviviría al ecosistema actual de noticias. Tiene integridad periodística. Y si tienes eso, no dejas de luchar. Le frustraría, seguro. Pero es lo que estamos viviendo. Creo que la gente necesita entender que tiene responsabilidad individual sobre de dónde obtiene su información. Ver solo tu feed (en redes sociales) no te dará una visión amplia o precisa del mundo", agregó.